No hay nada nuevo en el Camp Nou, el emblemático estadio del Barcelona. Los asientos rojos de las tribunas, pintados de ese color con la intención de evocar las franjas de la bandera catalana, se han desteñido hasta convertirse en rosa flamenco. Los suelos de cemento están salpicados de manchas y cicatrices.
Es una simbología apropiada para retratar el vertiginoso declive de un gran club de fútbol. El déficit multimillonario en euros que afecta al Barça, y que ha sido ampliamente reseñado por los medios, ha obligado al aplazamiento de la prevista renovación del Camp Nou (los socios del club finalmente aprobaron su remodelación el 19 de diciembre). Y esa es sólo una parte del problema, a pesar de que posa una amplia sombra sobre el resto. Cuando el Real Betis llegó a la Ciudad Condal para disputar un encuentro sabatino a principios de diciembre, el Barcelona estaba hundido en el séptimo puesto, empeorando los registros en los que ha terminado las campañas de LaLiga jugadas desde 1942. Y eso ocurría apenas un mes después de que Xavi Hernández, leyenda del club que hasta entonces sólo había fungido como entrenador en la Liga de Estrellas de Catar, fuera contratado en sustitución de Ronald Koeman. A pesar de ello, el encuentro contra el Betis ya era catalogado por los diarios como un examen crucial.
Xavi es el cuarto director técnico del Barcelona (o el quinto, si cuentan a un interino) en menos de dos años, reflejo de una rotación de personal angustiosa para un club que siente tanta devoción por su propia continuidad. Y, por primera vez en prácticamente dos décadas, Lionel Messi no está presente para salvarlos de la calamidad. En una situación en la que hasta la reducción salarial del 50 por ciento acordada por Messi no entraba dentro del límite impuesto por LaLiga a la nómina del club, el astro argentino terminó ganando $860.000 semanales con el Paris-St. Germain. “Actualmente no podemos pedirle al equipo que gane trofeos importantes, porque venimos de muy abajo”, dijo Albert Ferrer, leal jugador barcelonista, formado en su cantera hasta disputar más de 200 partidos con el primer equipo entre 1990 y 1998. “En este momento, debemos volver a lo básico”.
Al igual que su estadio, la plantilla requiere de una remodelación drástica. Afortunadamente, hay una en pleno desarrollo. Una nueva generación se esconde a simple vista, entre los veteranos que ayudaron al Barça a ganar cuatro de los últimos siete títulos de LaLiga, pero que no estarán presentes cuando vuelvan a ganar otro. La incipiente generación es encabezada por Pedri, volante de 18 años con un corte de cabello que parece hecho por él mismo y que le ayuda a aparentar aún mayor juventud. El mes pasado, el mediocampista canario fue galardonado con el premio Golden Boy del fútbol mundial, otorgado anualmente por el diario italiano Tuttosport al mejor jugador sub-21 del orbe (entre sus ganadores previos se encuentran Erling Haaland, Kylian Mbappé y el propio Messi).
Otro mediocampista, Gavi (17) es titular (y en ocasiones protagonista) de la selección Española, mientras que Nico (19) no debe demorar en hacer su debut con La Roja. El artillero Ansu Fati, egresado de la sumamente famosa cantera del club barcelonista conocida como La Masía, marcó cuatro goles en siete partidos el año pasado con 17 años, hasta que sufrió una rotura del menisco de la rodilla izquierda.
Y hay más, aunque quizás el casual hincha culé no reconozca algunos de sus nombres. Abde Ezzalzouli ha jugado recientemente como extremo derecho. El delantero Ilias Akhomach y los defensas Eric Garcia y Alex Balde no han cumplido los 20 años. El destacado zaguero Ronald Araujo, el fichaje veraniego Ferran Jutgla y el zaguero estadounidense Sergiño Dest, criado en los Países Bajos, son apenas un poco mayores. “Por estos días, hay tantos talentosos jugadores jóvenes por todo el fútbol”, expresó el veterano lateral derecho Dani Alves, de 38 años. “Pero ¿tantos, en un solo sitio? Eso no se consigue en cualquier parte”.
Alves es voz autorizada. Ha ganado más títulos y trofeos que nadie en la historia de este deporte: 42 en total, incluyendo múltiples campeonatos de LaLiga, Mundiales de Clubes y Champions League, vistiendo la camiseta del Barcelona entre 2008 y 2016. Alves fue fichado el mes pasado mediante un pase gratuito luego de pasar los dos últimos años con el Sao Paulo, en lo que parecía ser el colofón de su carrera. No puede empezar a jugar hasta la ventana de transferencias de enero, aunque ya sirve extraoficialmente como mentor de los adolescentes tanto dentro como fuera de la cancha. Advierte que su proceso de madurez debe producirse orgánicamente, tal como fue el caso de Messi. “Un jugador que tiene 17 años, tienes que cuidarlo, cuidarlo, cuidarlo”, afirmó. “No puedes ejercer de inmediato demasiada presión sobre él”.
Ocurre que eso es un problema. El Barcelona podría pedir paciencia, si fuera cualquier otro club. Hasta para los más grandes equipos, el rejuvenecimiento puede ser un proceso laborioso: consideren que ni Manchester United, Arsenal ni AC Milan se han acercado siquiera a ganar un título en sus respectivos países desde 2013. No obstante, los socios del Barcelona, que eligen al presidente del club, exigen la constante reafirmación de su jerarquía.
“Podría aceptar perderlo todo este año y disfrutar de la construcción del nuevo equipo”, afirma David Carabén, popular músico catalán de rock y líder del grupo Mishima, con conexiones de por vida con el club: su padre trabajó en los departamentos financieros del club y fue amigo cercano de Johan Cruyff. El músico también fue presentador en Barça TV, canal oficial del club. “El problema es”, prosigue Carabén, “que nadie permitirá que eso suceda”.
Las exigencias al Barcelona no son del todo racionales: el equipo debe jugar vistosamente y ganar al menos un trofeo todos los años. El exjugador y técnico Pep Guardiola siempre mantuvo que hacer lo primero conducía a lo segundo; sin embargo, eso es mucho más probable cuando cuentas con el presupuesto que te permite construir una nomina que se adapte a tu filosofía. En estos momentos, el presupuesto del Barcelona es prácticamente inexistente. A pesar de ello, el mandato no cambiará. “Los años de transición no se permiten en el Barcelona”, dijo Araujo. Parece que solo pensar en esa idea le suena a afrenta. “Ya sabes lo que es este club”, me regañó. “Eso no es posible aquí”.
Nadie lo entiende más que el propio Xavi, que llegó a La Masía cuando tenía 11 años. Eso podría explicar su resistencia a asumir el riesgo de liderar el banquillo culé cuando se le ofreciera el puesto el año pasado. ¿Cómo equilibrar el proceso de construcción de una nómina con la exigencia de ganar ya?
Xavi mezcló acertadamente juventud con experiencia durante el encuentro contra el Betis. Durante la mitad del primer tiempo, el resultado parecía ser casi coherente. Luego, los extremos comenzaron a desviarse hacia el interior, colapsaron los triángulos de pases y disminuyó la intensidad de la presión. Ousmane Dembélé arrolló como un toro iracundo y creó oportunidades. Sin embargo, el Betis marcó a la contra. Sus jugadores celebraron como si acababan de alzar el trofeo de LaLiga. La derrota por 1-0 dejó al Barça con la prácticamente irreversible desventaja de 16 puntos por debajo del Real Madrid y a 11 unidades de bajar a Segunda División, un suceso inédito desde la fundación de LaLiga en 1929. Después de su empate 1-1 el martes ante el Sevilla, la diferencia respecto al puntero se redujo a 15 unidades.
Pedri vistió vaqueros mientras posaba con el trofeo Golden Boy durante una ceremonia previa al partido ante el Betis. Se lesionó el cuádriceps del muslo izquierdo a finales de septiembre y no ha jugado desde entonces. A principios de semana, confesó que estar sentado en las tribunas mientras veía jugar a sus compañeros le parecía casi insoportable. Mientras se dirigían hacia el vestuario, cabizbajos y desganados, tras la conclusión del partido, los abucheos provenientes de los asientos rosados dejaban en claro que Pedri no era el único que pensaba de esa forma.
A pesar de tanta charla sobre triunfos, el Barcelona nunca fue el mejor equipo de Europa hasta 1992. En aquella primavera, Cruyff congregó a su plantel en el vestuario, poco antes de jugar la final de la Copa de Europa contra la Sampdoria. El legendario holandés dijo una frase que se hizo célebre. Las últimas palabras que mencionó antes de despacharlos para alcanzar la victoria 1-0 (con gol de un defensa llamado Ronald Koeman) fueron “Salid y disfrutad”.
Una táctica motivacional improbable. Pero el difunto Cruyff, tres veces premiado con el Balón de Oro en la década de 1970 y que fue igualmente imponente como técnico y jugador, se dio cuenta de que el nivel de creatividad en torno al cual había creado su sistema táctico requería que sus jugadores sintieran algo afín a la alegría. “Este es un juego, ¿no es así?”, explica Ferrer, quien estuvo en el vestuario aquel día. El exfutbolista indica que, durante su época a las órdenes de Cruyff, se despertaba todos los días ansioso por ir a entrenar. “Cada día”, dijo. “Porque era divertido. Y porque era divertido, aprendimos”.
Ese concepto se ha convertido en algo tan básico para el Barcelona, que termina siendo inculcado en las mentes de todos y cada uno de los jugadores que pasan por sus filas. “Cuando juegas en la cantera, es algo que escuchas una y otra vez”, indica Nico. “Somos el Barça y tenemos nuestro estilo”.
Tras el arribo de un recién llegado, los discípulos ya formados en La Masía se encargan de adoctrinarlo. En el caso de Pedri, fue Messi quien lo apartó a un lado y le recordó que un jugador ansioso no puede ser creativo. “Diviértete y juega como sabes hacerlo”, le dijo Messi. Fue un consejo que al inicio desconcertó a Pedri. ¿Divertirse? “Si fuera cualquier otro, probablemente lo habría ignorado”, afirma el joven centrocampista. “Pero era Leo. Por eso, escuché”.
Pedri apenas tenía 16 años cuando debutó en Segunda División en 2019, vistiendo los colores de la Unión Deportiva Las Palmas. Un mes después, fichó por el Barcelona, en una transacción efectiva a partir de junio de ese mismo año. A la hora de su partida, su entrenador dijo que sería uno de los mejores futbolistas de Europa en cuestión de diez años.
La verdad es que apenas necesitó diez semanas para alcanzar ese nivel. Koeman desechó los planes de cederlo a Las Palmas, o a cualquier otro equipo. Por el contrario, Pedri jugó en el debut del Barça de la pasada liga y en prácticamente todos los encuentros siguientes. Pedri se convirtió en figura central, incluso a pesar de la presencia de Messi y Antoine Griezmann. El joven canario logró que el puesto de volante central volviera a ser el eje del ataque culé por primera vez desde la partida de Xavi cinco años atrás.
Los zagueros dejaron de pasar el balón directamente a los extremos para enviarlo al corazón de la cancha, donde se hacía la distribución. “El mediocampo es el motor, ¿cierto?”, expresa Ferrer. “Para nosotros, cuando jugamos de la forma que debemos jugar, es la parte más importante del juego”.
Sorprendentemente, Pedri aprendía el sistema táctico blaugrana sobre la marcha. No había pasado un solo día en La Masía; sin embargo, en términos estilísticos, era un jugador del Barcelona en ciernes. Instalado en Las Palmas dentro de un juego basado en la posesión, muy similar al barcelonista, laboró como si tuviera todo el tiempo del mundo para entender lo que vendría después. “Es su tranquilidad”, afirma Ansu Fati. “Lee cada momento y sabe exactamente qué hacer con el balón, sin importar si está al lado del portero o a la delantera”.
Para mayo, Pedri sumaba 50 apariciones con el Barcelona. Disfrutaba su momento. Después, jugó los seis partidos de la selección española en la Eurocopa, con apenas un minuto de descanso. Posteriormente, en vez de hacer una pausa, aceptó la invitación para participar con el combinado de su país en los Juegos Olímpicos de Tokio. El gran tema de conversación del pasado verano en España era predecir con exactitud cuándo sería el momento en el que Pedri no daría más. Cuando finalmente eso ocurrió en septiembre pasado, exactamente en su encuentro número 79 de un periodo de un año, solo una persona expresó sorpresa.
Incluso ahora, en medio de su tercer mes de recuperación, Pedri no muestra signos de arrepentimiento. “La gente dice que jugué demasiados partidos”, expresa el volante. “No creo que hayan sido demasiados. Me gusta jugar al fútbol. Estoy contento de haber jugado todos esos partidos. La verdad es que las lesiones ocurren. Ahora, sólo tengo que descansar y recuperarme”.
Xavi no puede esperar a que Pedri se recupere. A pesar de lo encantador que puede ser el juego de Gavi a sus 17 años, incursionando hacia adelante, tal y como lo hacía Andrés Iniesta, ex socio de Xavi en el mediocampo. A pesar del dominio físico mostrado por Nico en la parte inferior del triángulo, los jóvenes son incapaces de generar la misma electricidad emanada por Pedri. Luego de crecer cautivado por Xavi, pasó todo el torneo anterior siendo objeto de comparaciones con él. Ahora es entrenado por el legendario ex mediocampista. Siente ansiedad por comenzar a causarle grata impresión.
Pero ¿a costa de quién? La nómina sólo tiene espacio para algunos volantes, aparte de que los actuales titulares (Frenkie de Jong, Sergi Busquets y Philippe Coutinho) también deben ser objeto de evaluación; especialmente, considerando que los dos primeros son los futbolistas mejor pagados del club y el tercero es el fichaje más costoso de su historia. Eso también forma parte de la complejidad de jugar en el FC Barcelona.
Pedri lo entiende. “No tengo derecho a un puesto en el equipo”, afirmó. “Me lo tengo que ganar cuando vuelva”. Sin embargo, el hecho es que el Barcelona se mantiene estancado sin él. Desde su lesión, el club marca poco más de un gol por partido.
Al principio, el contrato que vincula a Pedri con el Barça tenía cuatro años de vigencia, específicamente hasta 2023. Los términos de su pacto eran tan modestos como el pase de $5.8 millones pagado por sus servicios. Hace pocas semanas, Pedri renovó con el club blaugrana, incluyendo una cláusula de rescisión valorada en €1.000 millones, en un gesto que fue más una declaración de intenciones que estrategia. Por ejemplo, dicha cantidad prácticamente iguala el valor total de la plantilla promedio de Premier League.
Sin embargo, la cifra no era del todo aspiracional. Significa que, si hay algún equipo dispuesto a ficharle, tendrá que pagar prácticamente toda la deuda del Barcelona.
Disfrutad. Xavi aún era miembro de La Masía cuando Cruyff dejó el Barcelona en 1996. Sin embargo, absorbió la lección por ósmosis. Entre los primeros cambios hechos por el flamante entrenador barcelonista tras asumir el cargo fue recuperar esos entrenamientos recordados con afecto por Ferrer. Cada sesión incluye dos o tres pequeñas competencias, una distinta cada día. Los perdedores correr por un túnel de compañeros y reciben manotazos en son de juego, o hacen flexiones entre los abucheos del grupo. Alves aprueba la estrategia. “Desde afuera, podía ver que el club había perdido el estilo y filosofía que lo hicieron único”, indicó. “Tenemos que recuperarlo”.
Alves estuvo presente durante las cuatro temporadas de Guardiola en la dirección técnica, entre 2008 y 2012, a las que denomina como “Barcelona 2.0”, la segunda versión tras la original de Cruyff. Luego de varias salidas en falso con sucesores que intentaron otros sistemas, Xavi ha vuelto para crear la versión 3.0. “Algunos de los grandes jugadores del pasado del Barça no tuvieron éxito, porque no entendieron la manera especial que tenemos para hacer las cosas”, dice Alves. “Xavi lo entiende. Él sabe que esta forma especial es más importante que cualquier jugador o entrenador”.
En una mañana reciente, los jugadores calentaron con una rutina que consistía en saltar por los aires, tocando la mano de un compañero, correr alrededor de un poste, cayendo al piso para hacer dos flexiones para finalmente saltar sobre una pequeña valla. Fue divertido porque los jugadores no lo conocían. Tenían que escuchar detenidamente y seguir las instrucciones al pie de la letra, lo que les puso en modo de aprendizaje.
Después de ello, pasaron a trabajar en la definición, que ha sido el mayor problema del club esta temporada. Después de los cuatro goles marcados contra la Real Sociedad en un debut de temporada que ahora luce notable en comparación con los encuentros posteriores, el club apenas sumó 19 tantos más en LaLiga hasta su choque con el Betis y dos golesen seis encuentros de su desastroso paso por fase de grupos de Champions. Mientras Xavi veía desde la distancia, los extremos y defensas enviaron una sucesión de centros hacia el medio, para que los artilleros cabecearan hacia el arco. Todo el plantel rugía de entusiasmo cuando los balones golpeaban la malla.
Tras asistir a su primera sesión de entrenamientos del régimen Xavi, Ferrer observó con aprobación. “Vi cosas que no había visto en largo tiempo”, afirma. “Estar bien ubicado para el último pase, y después el centro. ¿Ven lo que Xavi está haciendo? Toma partes importantes del juego y las incorpora a nuestra filosofía”.
La pregunta sin respuesta es si esos cambios tácticos funcionarán con el talento que Xavi actualmente tiene a su disposición. Con Messi y Griezmann fuera, el Barcelona tenía que reemplazar a 58 de los 85 goles producidos por su plantel en el torneo anterior. Y el delantero fichado como sustituto, el argentino Sergio “Kun” Agüero, hizo un total de cuatro apariciones con el club. La semana pasada, una arritmia cardíaca le obligó a retirarse del fútbol.
El Barcelona siempre ha tenido un goleador adelante, como contrapartida a los artistas del mediocampo y las bandas: un Hristo Stoichkov, Zlatan Ibrahimovic, Samuel Eto’o o Luis Suarez, que asumían todo el elegante trabajo hecho detrás de ellos para convertirlo en algo tangible en el marcador. Todos están muy conscientes de que, para sumar refuerzos, primero hay que encontrar compradores para algunas costosas piezas de recambio, o quizás incluso hasta para el portero titular Marc-Andre ter Stegen. Ningún equipo ha mostrado interés. Eso no ha impedido que los diarios españoles suenen los tambores: hablan de Timo Werner, que no ha logrado cuajar con el Chelsea; del extremo del Manchester City Ferrán Torres; del volante de la Real Sociedad y la selección de Bélgica Adnan Januzaj; y, desde la sección de gangas, del delantero centro Arthur Cabral, que juega con el Basilea de la liga suiza.
Sin embargo, los minutos de los nuevos fichajes significan menos tiempo de juego para los adolescentes. Y si bien ellos aprecian todo lo que puedan aprender de las figuras establecidas, en estos momentos, es difícil para ellos no tener la sensación de que su momento ha llegado. “Mis colegas y yo nos sentimos cómodos jugando juntos”, expresa Nico. “Hemos sido amigos por años. Es mucho más fácil para nosotros llegar juntos al primer equipo. Si intentas hacerlo con uno a la vez, es mucho más complicado”.
En el empate 2-2 en su visita al Osasuna, en un partido disputado la semana posterior a la derrota contra el Betis, Nico y Abde marcaron sus primeros goles con la camiseta del Barcelona. Una semana después, cuando el Barça logró imponerse 3-2 al Elche, en agónica victoria tras haber perdido ventaja 2-0; Gavi convirtió el segundo tanto en el minuto 19. Posteriormente, asistió a Nico en el gol del triunfo, marcado en el minuto 85. Desde el banco, Pedri parecía estar más triste que nunca, pensando en que no había formado parte de la remontada.
Entre sus compromisos contra Betis y Osasuna, el Barcelona viajó a Múnich para su confrontación más importante de la temporada. El Bayern ya había consolidado el liderato de su grupo en Champions y tenía pocos motivos para competir. El Barcelona, por su parte, tenía muchísimas razones para hacerlo, al punto de que nadie podía ponerse de acuerdo en cuál era más importante. ¿La urgente necesidad de que Xavi hiciera una declaración de intenciones? ¿Evitar la vergüenza de quedar eliminados en fase de grupos, algo que no había ocurrido en este siglo? O, siendo más pragmáticos, ¿se trataba de mantenerse con vida en el torneo para así ganar dinero que les ayudara a reducir la deuda?
El plantel entrenaba en casa y viajaba a disputar los partidos lo más tarde posible durante la era Koeman. Independientemente de si consideraba que le daba alguna ventaja o quería cambiar de rutina, Xavi programó el viaje para la mañana del lunes. Presidió una sesión de entrenamiento en Múnich esa misma tarde.
Curiosamente, su plan de ataque no hizo prioridad a Memphis Depay ni a Gavi; sino a Dembélé, que no había marcado en toda la temporada. Eso no importaba. En vez de demostrar lo lejos que el equipo había llegado, el partido dejó en evidencia cuánto le faltaba por recorrer. La vergonzosa derrota 3-0 se sentía peor que aquel revés 2-8 sufrido ante el Bayern en agosto de 2020. “Me voy cabreado porque Barcelona no se lo merce”, afirma Xavi. Y debemos suponer que se refería a la ciudad, porque vaya que su equipo sí lo merecía. Gracias a esa derrota, el Barça salía de Champions League por primera vez en casi 20 años antes de las fases de eliminación directa. Nadie tiene certeza sobre cuándo volverá a la competición.
Alves advierte sobre las consecuencias negativas de que toda una hinchada esparcida por el mundo ponga sus esperanzas sobre un chico de 18 años. Pero, vaya que la idea es tentadora. Pedri volverá en enero. Si juega como lo hizo en la pasada temporada, causará efecto inmediato. Para entonces, Ansu Fati habrá vuelto. Y es totalmente posible que, si se les dan minutos suficientes, uno o varios de los adolescentes restantes (Adbe, Demir o incluso Akhomach) den un paso adelante, tal como ya lo han hecho Pedri, Gavi y Nico. Suponiendo que tendrán la oportunidad de jugar.
Ya se oficializó que el Barcelona no será el mejor equipo de Europa para esta temporada, y es prácticamente una certeza matemática que tampoco será el mejor de España: ni pensarlo con una desventaja de 16 puntos que los separan del Real Madrid, con otros cinco equipos de por medio. Eso le da margen de acción a Xavi para formar a sus jóvenes futbolistas, mientras comienza a retirar a los más longevos. “Hoy empieza una nueva etapa para el Barcelona”, pronunció después del cotejo en Múnich. “Y éste debe ser el punto de inflexión”.
Con esas palabras, Xavi también centró su mirada en el ritual anual del Barcelona, ese en el que persigue ese trofeo obligatorio de cada año. En esta ocasión, será un palmarés adecuado para el plantel que ha heredado: la Europa League.