DOHA (Enviado especial) -- Dos pilares tocados. Pero también dos referentes con la sangre caliente y dispuestos a hacer todo lo posible por estar presentes en el partido más importante de los últimos años para la Selección Argentina. Ángel Di María y Rodrigo De Paul arrastran problemas físicos, aunque este jueves, a 24 horas del duelo de cuartos de final contra Países Bajos, comenzaron el entrenamiento a la par del grupo y fueron exigidos con el objetivo de que estén al menos para ir al banco de suplentes.
Arriesgarlos o no es uno de los dilemas a los que se enfrentarán Lionel Scaloni y su cuerpo técnico. Imaginar el futuro es una temeridad peligrosa en una Copa del Mundo pero también es un acto reflejo, inconsciente. Más aún cuando la posibilidad histórica de jugar una semifinal con Brasil aparece en el horizonte, por más borrosa y lejana que esté.
Sin embargo, la obligación de Argentina es centrarse de forma absoluta en el choque del viernes sin ningún tipo de distracción. Eso lo tienen claro el entrenador y sus futbolistas. El rival es de mucho cuidado por individualidades, cualidades colectivas y experiencia y representa el escollo más duro del campeonato hasta el momento. Por eso, tanto De Paul como Di María jugarán si están en condiciones y sin pensar en lo que podría suceder más adelante.
Ya se dijo en estas páginas, el mediocampista de Atlético Madrid es fundamental en dos facetas: la futbolística y la espiritual. Es el jugador que más encuentros disputó en el ciclo Scaloni y uno de los integrantes de la columna vertebral. Su intensidad, despliegue y carácter son una marca registrada del seleccionado y está claro que su ausencia sería un problema.
De todos modos, por la naturaleza del rival y del partido, hay posibilidades de formar un mediocampo muy competitivo y con funcionamiento. Sin el número 7, jugaría Leandro Paredes como volante central y eso le permitiría soltarse a Enzo Fernández, quien además de su certero pase hacia adelante, podría asociarse mucho más con Lionel Messi y Julián Álvarez. Por su parte, Alexis Mac Allister mantendría su función y Leandro Paredes jugaría en un rol más posicional, con la doble misión de controlar a Davy Klaasen y a Frenkie De Jong.
De Paul se mostró enérgico en la práctica y, por supuesto, no dio indicios de desgarro ni de ninguna lesión importante. Si Scaloni decide alinearlo, es probable que Di María espere en el banco, más allá de que también está en condiciones de jugar. Es que salir con dos titulares que no se han entrenado con total normalidad en la semana es un doble riesgo: por la posibilidad de que se resienta el funcionamiento y por una eventual lesión más grave.
El número 11 es otro de los símbolos del seleccionado y este es el máximo desafío de su vida. Está mucho mejor después de haberse perdido el encuentro frente a Australia y podrá jugar en cuartos de final, aunque quizás lo haga en el segundo tiempo. Su desequilibrio individual será fundamental para abrir a la defensa neerlandesa que buscará jugar compacta. Además, su presencia en la banda mantendrá mucho más ocupados a los extremos Denzel Dumfries y Daley Blind, dos de las principales espadas ofensivas del rival.
Por otro lado, la salida del atacante de Juventus le permitiría armar una línea de tres en defensa, con el ingreso de Lisandro Martínez. El de Manchester United brilló cada vez que ingresó y su aparición le daría más agresividad a la Albiceleste en defensa y serviría para imitar el esquema táctico del adversario, algo que hizo Gustavo Alfaro con Ecuador y le salió muy bien.
O sea que, frente a la disyuntiva de arriesgar o no a dos de sus pilares, Scaloni podría optar por jugar con De Paul como titular y con Di María en el banco. Así, el equipo tendría a su corazón en la cancha y Messi a su socio y casi protector. Además, podría jugar con línea de tres y contaría con una variante de mucho peso en el banco: Angelito y sus ansias de hacer historia grande.