El atacante Luis Díaz atravesó un mes turbulento en lo futbolístico y lo familiar. Regresa a la Selección Colombia fortalecido y arropado por los hinchas.
Normalmente suele ser gol. Lo repitió varias veces en Europa. Lo festejó en Porto o en Liverpool. Con la Selección falló. El mano a mano con el portero uruguayo Santiago Mele en Barranquilla lo resolvió muy arriba. Era el 3-1. Fue 2-2 en la tercera fecha de la Eliminatoria.
"Los delanteros vivimos momentos como esos y a cualquiera le puede pasar. Mis compañeros me dieron ese apoyo y se acercaron a mí y me dijeron que muchas veces me ha tocado salvarlos", explicó.
En Quito, con el partido 0-0, Luis pidió el penal que generó luchando por la banda con pase oportuno a Jhon Arias, derribado en el área. El capitán James le cedió el cobro. Lo anunció demasiado y el portero ecuatoriano Moisés Ramírez lo atajó.
"La idea fue que pudiese marcar y se sacara esa presión y desafortunadamente no pudo, seguiremos trabajando para que siga siendo determinante para nosotros”, reflexionó el defensor Davinson Sánchez.
Por esas dos jugadas lo señalaron en las críticas. Una cuestión menor para el drama familiar que padeció a la distancia. El 28 de octubre sus padres fueron secuestrados en su pueblo natal Barrancas, en La Guajira. Su mamá recuperó la libertad horas después. Su papá estuvo 13 días más en poder de la guerrilla del Eln.
Su angustia fue la de todo el país. La solidaridad lo sostuvo. Pidió jugar con Liverpool ante Luton. Entró. Hizo el gol del empate en tiempo de adición y su festejo conmovió. Mostró una camiseta con la exigencia "Libertad para papá"
El pasado jueves liberaron a su padre. Minutos antes del partido ante Toulouse por la UEFA Europa League en Francia. Se enteró en el camerino, cruzaron palabras y jugó 80'.
Está de vuelta en la Selección. Más fuerte. Abrazado por los colombianos. Con la tormenta atrás. El fútbol lo recibe con la mejor recompensa. El cariño de la gente.