Una tarde de viernes a finales del mes pasado, después que la lluvia llegó y se fue, Freddy Adu conducía su sedán negro Cadillac hacia un estacionamiento en el vecindario de Locust Point en el sur de Baltimore. Caminó hasta llegar a una cancha donde unos niños de 13 años que vestían camisetas rojas y blancas pateaban el balón. "Ahí está Freddy", dijo uno de ellos. "¡Oye, Freddy!"
Poco tiempo después, Adu les conducía en una rutina. Cada uno tomaba su turno pasándole el balón para luego correr rápidamente a la derecha. Con un solo toque, Adu devuelve el balón a sus pies. "Frente a ti", dice Adu. "No demasiado lejos. ¡Corre a toda velocidad, Kevin! Corre tras ella y luego dispara".
Si bien Adu no ha jugado para un club de primera divsión en alguna parte del mundo en siete años, sigue siendo uno de los futbolistas más famosos de Estados Unidos. Los aficionados en todas partes del mundo conocen su nombre. Si no eres aficionado al fútbol, bien podría ser el único jugador de fútbol oriundo de Estados Unidos que conozcas.
Adu era considerado el fenómeno que salvaría al fútbol estadounidense de sufrir de irrelevancia. Cuando tenía 14 años, en 2004, comenzó a jugar con el D.C. United de la Major League Soccer. Protagonizó publicidad para la soda Sierra Lime, comercializada por Pepsi, junto con el astro brasileño Pelé, quien lo comparaba con Mozart. Firmó un contrato de patrocinio con Nike. Hizo un comercial de la campaña "Got Milk?" para promover el consumo de leche en Estados Unidos. Su imagen apareció en cajas de cereal y la portada de la revista Time. En 2006, entrenó por breve lapso con el Manchester United, que era en ese entonces el club más importante del mundo. Todo eso ocurrió hace varios años; sin embargo, sigue siendo reconocido en aeropuertos.
"No fue el caso que la gente se olvidara de él", expresa Tommy Olsen, quien jugó con Adu el año pasado con el equipo Las Vegas Lights del USL Championship, considerado como el circuito de segunda división de Estados Unidos. "Todos siguen conscientes de quién es".
Sin embargo, como jugador, la carrera de Adu no resultó como todos lo esperaban. Se suponía que se convertiría en el próximo Pelé. Por el contrario, terminó siendo un nómada, quien viajó por el mundo en busca de un equipo donde quizás pudiera brillar. En los 13 años que han pasado desde su salida del D.C. United, Adu ha jugado con otros 13 equipos. Dos de ellos, Philadelphia y el Real Salt Lake, forman parte de la MLS. Otros dos son grandes clubes europeos: el histórico Benfica de Portugal y el AS Mónaco de la Liga Francesa. En su mayoría, juegan en sitios donde un futbolista iría a parar si no hay otras opciones.
Adu jugó con el Aris de Grecia y el Rizespor en Turquía. Disputó un partido con un equipo serbio. Jugó en Finlandia con el JUPS y después hizo lo propio con su cantera. Jugó dos encuentros en Brasil. Estuvo en la liga menor NASL con el Tampa Bay. Tuvo pruebas sin éxito con el Blackpool en Inglaterra y el Staebek de Noruega, con el AZ Alkmaar en Holanda y el Portland Timbers de la MLS. Voló a Polonia para firmar un contrato, para luego enterarse de que había llegado sin la aprobación del DT. Adu intenta evitar hablar sobre esos años, en los cuales flotaba de equipo en equipo, dejando en cada uno de ellos una sombra de desilusión. "Hay que tener amnesia", afirma. "De lo contrario, sólo te torturarás a ti mismo".
Terminó en Las Vegas en la temporada 2018 como último recurso. Se trataba de una oportunidad de resucitar su carrera a los 28 años. Aquí tampoco tuvo éxito. "Los aficionados cantaban su nombre: ¡Freddy! ¡Freddy!", dijo alguien afiliado con la gerencia del equipo. "Lo veían jugar y entonces, dejaban de cantar".
Adu quería volver a Las Vegas este año especialmente después que Eric Wynalda, exjugador de la selección de Estados Unidos y comentarista de la cadena FOX, fue contratado como director técnico. Wynalda decidió no contar con él.
"La razón por la cual Freddy no se encuentra aquí en estos momentos es que tenemos seis o siete chicos recibiendo su primera o segunda oportunidad", dijo Wynalda. "Él está en su cuarta o quinta oportunidad. Es el turno de ellos, no el de él". Wynalda también esperaba que la carrera de Adu hubiera terminado de otra forma. "Él es mucho mejor de lo que creemos que es", expresó. "Él cuenta con mucho más. Pero nunca lo pudimos ver".
Adu estaba sentado en su casa en los suburbios de Washington D.C. en noviembre pasado cuando dos amigos le convencieron para que ayudara con su club juvenil, el Next Level Soccer. El plan era que él asistiera a los entrenamientos durante el invierno y les enseñara a los niños cómo disparar al arco. Estamos ahora en el mes de junio y Adu sigue conduciendo durante casi una hora para asistir a las sesiones en las afueras de Baltimore, dos a tres veces por semana. Según afirma el propio Adu, es la primera vez en años que él siente diversión en el fútbol.
"Esto es literalmente fútbol de bases", expresó, sentado en la banca durante un receso de las prácticas. "Nada de esas otras cosas. Sólo los aspectos positivos de este deporte".
A pesar de ello, Adu quiere ser enfático. "Hasta que pueda", indicó. "Así he pensado al respecto". En dos días, cumplirá 30 años. "Sigo siendo sumamente joven. No estoy listo para rendirme. Las cosas no han salido como yo hubiese querido, obviamente. Sin embargo, amo demasiado este deporte como para decir que me siento preparado para abandonarlo". Sigue recibiendo a través de Facebook y en ocasiones mediante su agente, preguntas con respecto a su disponibilidad.
"Me gustaría quedarme en Estados Unidos", expresó Adu. "He ido a sitios bastante extraños en mi carrera. No estoy seguro de que quiera seguir haciéndolo. Me gustaría jugar, pero aspiro que pueda ser aquí".
Mientras hablaba con nosotros, varios jugadores del equipo sub-14 de Next Level hacían fila para patear un balón en una diagonal hacia una red de tamaño pequeño a 30 yardas de distancia. La mayoría se ven muy delgados. Es difícil asimilar, después de todos estos años, que Adu tenía exactamente esa edad cuando inició su carrera profesional. Ahora se les acercó para girarles instrucciones. Pateen el balón así, les decía, no así. Algunos jovencitos pudieron rematar cerca del arco. Un tiro golpeo el travesaño, pero la mayoría falló por varios metros de distancia.
Adu iba a dar una demostración. Pateó frente al arco. Por un momento, el balón brillaba contra el cielo que comenzaba a oscurecer. Luego, hizo una curva para chocar con la red. Adu alzó sus manos al aire. Comenzó a bailar. "¡Golazo!", gritó. "¡Go-la-zo!"
¿Qué le salió mal a Freddy Adu? Arnold Tarzy cree saberlo bien.
Tarzy es el corredor de seguros de Maryland que descubrió a Adu cuando tenía 8 años, jugando con niños de mayor edad en una liga de su barrio. Pocos meses atrás, la familia de Adu se había ganado el derecho a emigrar desde Ghana en la lotería de visas. Tarzy, quien no había jugado fútbol a nivel competitivo más allá de su secundaria y había comenzado a servir como entrenador pocos años antes, se convirtió en mentor de Adu, guiándolo en cada paso que éste daba.
En octubre de 1999, la U.S. Soccer Federation organizó un partido juvenil en la cancha de entrenamiento de la American University de Washington. El objetivo evidente era identificar talento emergente para que formara parte del Project 2010, un esfuerzo quijotesco con el propósito de conseguir en el lapso de una generación un triunfo en el Mundial. Aunque quizás solo se trataba de ver a Adu, quien a sus 10 años ya se había hecho de un nombre como fenómeno del fútbol.
Tarzy se encontraba en el partido, al lado de Bob Jenkins, quien era en ese entonces entrenador del staff de la USSF. Era evidente para Tarzy que Adu marcaba goles simplemente porque era mejor que todos los que le rodeaban. Si él contaba con el balón y un defensor, o hasta tres de ellos, que eludir, era casi imposible de parar. Pero cuando él no poseía el balón, se mantenía inmóvil esperando que alguien se lo pasara.
Nadie deseaba más que Adu tuviera éxito que Tarzy. A pesar de ello, Tarzy no podía entender que los esfuerzos de Adu se limitaban casi exclusivamente a tomar el balón y dispararlo hacia la red. Tarzy le dijo a Jenkins: "¿No te molesta que él no trabaje tan duro en la cancha?"
Jenkins sacudió la cabeza. "Sólo trabaja tan fuerte como tiene que hacerlo".
Jenkins se refería al partido en desarrollo, aunque Tarzy estaba en lo cierto. "Es cuestión de hábitos", afirma hoy en día. "Nunca tuvo esa carga de trabajo. No tenía que hacerlo. Las cosas siempre fueron fáciles para él".
Esto terminaría siendo la ruina de Adu. Contra mejores competidores, éste se iba a pique. Anotó 15 goles en 16 partidos con la selección sub-17 de Estados Unidos y otros 16 tantos en 33 encuentros con la sub-20. "Era increíble", dijo Sammy Ochoa, quien jugó con él en el Mundial sub-20 de 2006. "Fue grandioso. Con destrezas. Era veloz. En ese entonces, no había nadie como él". Sin embargo, en 17 apariciones con la selección de Mayores, entre 2006 y 2011, apenas convirtió dos goles.
Su carrera en clubes tuvo un destino similar. Celebró 11 goles con el D.C. United entre 2004 y 2006. Sin embargo, desde entonces, Adu ha anotado un total de 17 tantos. 17 goles en un total de 13 años, jugando en varios niveles de ligas en Europa, Asia, Suramérica y Estados Unidos. De niño, anotaba esa cantidad de goles en un fin de semana.
Adu era volante ofensivo y ocasionalmente extremo, no delantero. "Soy más veloz que rápido", dijo. Sin embargo, se consideraba rematador, no creador. Cuando no anotaba goles, no hacía mucho más. "Se percibía a sí mismo como jugador de lujo, el que contaba con destrezas", dice Wynalda. "Sólo denme el balón y haré que algo suceda", "Muy bien, me equivoqué. Sólo sigan dándome el balón". Y eventualmente pensaba: '¿Saben qué? Se lo daré a otro chico'".
Donde quiera que fuera, Adu mantenía una actitud tranquila. Hacía amigos y no enemigos. Sin embargo, esa sensación de que tenía derecho a ser protagonista le perjudicaba en vestuario tras vestuario. Desde 2006, solo dos de los 13 equipos donde jugaba traían a Adu de vuelta para una segunda campaña. "Creo que la gente me sigue percibiendo como ese niño malcriado de 14 años que llegó a la liga", afirma Adu hoy en día. "Y no me hacía favor alguno".
No obstante, no todo fue su culpa. El fútbol estadounidense seguía en la búsqueda de su primera estrella internacional. En ese momento, la idea de que un chico de 14 años jugara en una liga importante contra rivales adultos capturaba la imaginación del público en general. "Todos le decían: 'Eres grandioso. Eres asombroso. Lo tienes todo'", dice Wynalda. Adu firmó un contrato con Nike por $1 millón. Su contrato con el D.C. United le hizo ganar $500,000 más.
"Era promovido como una gran estrella antes de que se lo mereciera y antes de que estuviera preparado para asumirlo", expresa Jason Kreis, quien fue compañero de Adu y después su DT en el Real Salt Lake en 2007 y ahora sirve como técnico de la selección sub-23 de Estados Unidos. "No podía asumirlo. Creía lo que estaba leyendo. Creía que valía todo el dinero que le pagaban".
Adu dejó el Real Salt Lake en 2007 después de su fichaje por el Benfica. Sin embargo, aún no estaba listo para jugar al más alto nivel en Europa; por ello, fue dado en préstamo al AS Mónaco, que lo quería en mayor medida gracias a la fama que llevaba consigo. Tampoco jugó muchos minutos allí. Ese mismo otoño, volvió a Portugal en busca de estabilidad. Terminó jugando con el Belenenses, equipo que luchaba por evitar el descenso y contrató y despidió a 10 técnicos diferentes en un periodo de tres años. Conseguir un puesto para el joven norteamericano era el menor de los problemas del club. "En algunas ocasiones pienso que quizás debía haber elegido un equipo no tan (abro comillas) glamoroso (cierro comillas), para así mejorar como jugador", indicó. "En vez de haber optado por el glamur para quedarme sin jugar".
Adu tuvo otra incursión en la MLS, dos temporadas completas en Filadelfia. Luego comenzó a ir a la deriva, yendo y viniendo de cinco equipos en cuatro países. No había jugado durante un año cuando Las Vegas hizo contacto con él. "Esta es mi última oportunidad", le dijo a Olsen. "Lo voy a intentar".
Los Lights juegan en un estadio de béisbol de ligas menores a pocas millas del famoso 'Strip'. La loma del lanzador sigue en pie, cerca del límite de la cancha. Estamos en Las Vegas, aunque se siente más como Alburquerque. Bajo la conducción de José Luis Sánchez Solá, el ex DT de liga mexicana conocido como "Chelís", el equipo mostró el año pasado un estilo de presión y alta energía. Adu estaba por lo menos con 10 libras de sobrepeso cuando firmó su contrato y eso es un estimado conservador. Se suponía que Adu aprovecharía las largas sesiones de entrenamiento para recobrar la aptitud física necesaria para jugar. Por el contrario, esperaba recibir pases que casi nunca se producían. No obstante, mostró destellos de su brillo, los suficientes para hacer que una prueba de un mes terminara convirtiéndose en una temporada completa de juego.
"Un jugador normal tocaría el balón aproximadamente 50 veces en una práctica", indica Isidro Sánchez, quien entrenó al club mientras su padre fuera suspendido por ocho partidos luego de haber entrado en un altercado con un aficionado y en otra ocasión, cuando Chelís renunció y volvió a México. "Freddy tomaba el balón dos veces. Literalmente, dos veces. Pero... ¡qué par de ocasiones!"
A final de cuentas, Sánchez creía que Adu estaba terminado como jugador. "Era un cuerpo sin alma", afirmó. "Sin espíritu. Sin hambre. Lo veías caminar, no tenía energía. Decía: 'Quiero volver a la MLS. Quiero hacerlo'. Pero caminaba como un viejo. Como un cuerpo de anciano".
Inicialmente, cuando Adu apenas tenía pocas semanas en Las Vegas, los Lights jugaron un amistoso contra el D.C. United de la MLS. Aún se encontraba bajo contrato temporal; no obstante, Chelís decidió colocar a Adu como titular contra su ex equipo. En el minuto 89, con los Lights en desventaja 3-2, él recibió un largo pase. Rápidamente, 15 años desaparecieron. Soltó una volea hacia el arco a 20 metros de distancia que ascendió sobre el arco por una distancia de aproximadamente dos centímetros. Cuando tomamos en cuenta la emoción que generó, su potencial para alcanzar la gloria y su definitiva inutilidad, podría ser una metáfora para resumir toda su carrera.
El 1 de junio pasado, fecha de la final de la Champions League 2018-19, fue el último día antes que Freddy Adu cumpliera 30 años. Pocos años atrás, parecía casi una certeza que en este momento ya habría aparecido en una final de Champions, el mayor escenario del fútbol internacional después de la Copa del Mundo. "Era una de mis metas", dijo. "Estoy seguro de que hay chicos que crecen soñando con jugar en la MLS Cup. Yo tenía sueños más altos".
Con el Benfica, se convirtió en uno de siete suplentes potenciales para partidos en fase de grupos de Champions, contra el Celtic, AC Milan y el Shakhtar Donetsk. No ingresó en ninguno de esos compromisos; a pesar de ello, siguen formando parte de los mejores recuerdos de su carrera futbolística. Tenía 18 años. Todo parecía posible. Sin embargo, jamás volvió a acercarse a la Champions League.
Cuando Adu llegó a Laurel, Maryland, estaba comenzando la segunda mitad. El Next Level había caído en desventaja 2-0. Adu se quedó viendo por un tiempo. Luego, éste se dirigió a Kechrid, quien estaba agachado frente a la banca de su equipo. "Mi opinión", dijo. Pon a Kevin a jugar nuevamente, aconsejaba, aunque colócalo como extremo. Pon a Diego, el jugador más veloz, a la delantera. Pon a Ollie por fuera para que tenga algo de espacio. Kechrid hizo los cambios recomendados. El Level anotó. Y volvió a anotar. He aquí lo extraño: Viendo desde la tribuna, Adu casi sentía que era él quien convertía esos goles. "Vaya, eso se siente sumamente bien", indicó. "Porque eres quien los coloca en la posición apropiada para que tengan éxito. Y te sientes orgulloso. Piensas: 'Los ayudé para llegar hasta allí. Los ayudé a conseguirlo'".
Durante los últimos meses, hay otra cosa que se ha hecho evidente. Kevin, Ollie y Diego también le están ayudando. Ahora que funge como entrenador, Adu es capaz de ver el fútbol como técnico. Cuando piensa en la forma cómo ha jugado durante los últimos 15 años, es capaz de comprender por qué su carrera terminó desarrollándose de la forma como lo hizo. Dice que él desea llamar a todos los técnicos para quienes jugó a través de los años, de una zona horaria a otra, y pedirles disculpas.
"Veía mi juego de cierta forma", dice. "Ellos pensaban: 'Puedes aportar mucho más al equipo'. Y no lo estaba haciendo". Sacude su cabeza, pensando en los años que perdió, vistiendo uniforme tras uniforme sin jugar mucho. "Mis veinte años", afirmó. "El momento cumbre de mi carrera".
Adu considera que varios jugadores del Next Level tienen potencial significativo. Ahora está consciente de que el potencial apenas es la línea de partida. "Cuando crecí, siempre era el mejor jugador", dijo. "Chicos que estaban muy por debajo de mí y ahora los ves, han tenido mejores carreras que yo". Si él hubiera tenido a un Freddy Adu trabajando con él, un jugador a nivel de élite capaz de explicarle lo que significaba tener éxito, él habría tenido una actitud distinta. "Por eso ahora, cuando veo a un chico en realidad talentoso, que claramente se encuentra por encima del resto y lo veo sin esforzarse mucho, tratando de salirse con la suya con su talento, le digo: 'No, no, no, ¡eso no puede suceder! ¡No puedes permitir que eso ocurra! Te sobrepasarán'. Porque yo era ese chico".
Si se le pregunta a cualquiera que haya jugado con Adu en Las Vegas, dirá que él está acabado. Adu no lo cree así. En los próximos meses, está decidido a recobrar la forma física. Bajará de peso, de 162 libras a las 150, su cifra ideal como jugador. "He jugado mejor", afirma, a pesar de apenas darse cuenta de ello, "cuando estaba en mejor condición física. La mayoría de mis problemas en Las Vegas radicaban en que jamás estuve en forma".
En años recientes, Adu ha rechazado cualquier oferta que despierte sospechas de que sería utilizado para vender boletos o generar publicidad. Ha rechazado todas las peticiones de entrevistas por esa misma razón. "Tenía que ver con el fútbol", afirmó. "Con lo que podía hacer en la cancha". Ahora, está consciente de que no puede ser tan selectivo. Si ha llegado la hora de utilizar su nombre para regresar a las canchas, si esa es la carta que necesita jugar para volver a vestir un uniforme, sería tonto descartarlo. "Estaría más dispuesto a ello de lo que he sido en el pasado", expresó. Porque aún tiene mucho que demostrar. No puede permitir que su carrera termine de esta forma.
Adu hace votos que, en su próxima oportunidad, su última última oportunidad, las cosas serán diferentes. "Sé que es un hecho", afirmó.