Antes de pedirle algo al universo, asegúrate de estar listo para recibirlo. Cuando elevábamos las súplicas por el regreso del futbol había una sensación general de que lo de menos eran los modos. La liga. Los cinco cambios. Las pausas de hidratación. Los formatos. Los 11 de relevo. La velocidad de las piernas. Aquello del fondo sobre la forma. Queríamos, simplemente, fútbol. Y el mundo giró. Y la pandemia cedió. Y el futbol ¿como lo conocemos?, volvió. Tal parece que la genialidad se quedó atorada en el pasado, en la vieja normalidad, y no podemos aspirar sino al nuevo hoy.
A una versión indescifrable del Real Madrid. Con alineaciones titulares imposibles de apostar. Con una identidad entre comillas. Con un Barcelona lento. Muy lento para su ADN. Atascado en los empates. Atascado en no perder las posturas. Con una Juventus cuya normalidad hace rato que no se distingue. Con la Lazio al acecho, que sigue soñando con esa palabra impronunciable de scudetto. Con un Sarri intentando llegar a fin de contrato.
Los grandes, a veces, se distinguen por el escudo. Otras por las genialidades. Los merengues, cuya identidad no se busca ni se conoce últimamente, no se olvida de su genotipo ganador. Benzema, hizo de crack en Cornellá, en esta ocasión, gracias a él que lo merengues se mantienen en el tope de la tabla. Taconcito para túnel que dejó retratado a Bernardo Espinosa, Casemiro solo la tuvo que empujar.
La Juve tiene a Cristiano, que aprovechó un error de Shakhov para asistir a Dybala en el primer tanto en el Allianz ante el Lecce. Un Lecce que quiso dejar los complejos, también, en la vieja normalidad. Pero apareció el portugués para recordar que hay cosas que no cambiarán: le cometieron un penalti, lo convirtió y encima se puso a cuatro tantos de Immobile. A Cris le van todos los títulos. También los individuales. ¿Cómo se escucha Capocannoniere acompañando su nombre? Encima mandó un taconazo al 'Pipa' Higuaín para irse a casa con 1 punto por encima de la Lazio. Sustos, mejor pocos.
En ese rubro quiso Gerard Piqué calmar a la afición del Barça. Recordando eso, el escudo, luego del empate en Balaídos. Va a ser que el problema nunca fue Valverde. Setién vive ‘Las Horas Más Oscuras’, a lo Winston Churchill. A pesar de la primera parte ante el Celta. A pesar de la mejoría. A pesar de Messi a balón parado y el gol de Suárez. La genialidad, en líneas generales, es un sueño guajiro. Una aspiración que tendremos que dejar para la siguiente temporada. En esta, al menos, regresó el fútbol. En la nueva normalidad, parece más que suficiente.