Aryna Sabalenka (N°5 del ranking WTA) supo de primera mano que la vida da revanchas. Un año después de aquella fatídica gira por Oceanía en la que se agravaron los problemas con su servicio, se sacó esa espina de la mejor forma posible: alzando su primera corona de Grand Slam en el Australian Open.
El año pasado, durante la gira oceánica, el problema con su servicio -que había comenzado a presentarse en las WTA Finals de Guadalajara 2021- se profundizó al punto de verla dentro de la cancha llena de frustraciones que se manifestaron en forma de llanto y enojo contenido. Particularmente en los primeros eventos del ciclo, los WTA 500 y WTA 250 de Adelaida, saltaron las alarmas ante la cantidad de dobles faltas cometidas: en el primero de ellos, estrenándose ante Kaja Kuvan, la bielorrusa, entonces N°2 del mundo, sumó 18 para despedirse del cruce en sets corridos frente a la N°100 del listado mundial; en el segundo, la situación se complicó aún más para ella. Debutando nuevamente desde la segunda instancia del cuadro, generó un récord de 21 dobles faltas que, pese a la pulseada que protagonizó, fueron clave para que finalmente cayera en un duelo a tres parciales con la 93ª del circuito: Rebecca Peterson.
Lo grave de la situación era que, sumando esas actuaciones a los últimos dos partidos que disputó en las Finales de la WTA 2021 ante Maria Sakkari e Iga Swiatek, la europea había generado un total de 74 dobles faltas. Un duro inicio de año que se extendió a gran parte del calendario de la temporada pasada.
Pero, un año después, en el mismo lugar en el que se profundizó la crisis con su saque, la situación dio un giro rotundo. El gran cambio se produjo, según ha confesado la europea, gracias al trabajo que realizó con un experto en biomecánica que colaboró para solucionar los inconvenientes con la herramienta que nuclea parte de su juego. Así, reconstruyendo paso a paso su camino, llegó a Australia en el arranque del 2023 lista para estrenarse en Adelaida.
Allí superó los desafíos que se presentaron hasta citarse en el encuentro decisivo con la checa Linda Noskova. El trofeo sacudió aquellas malas sensaciones que había vivido doce meses atrás y se encaminó en Melbourne Park con decisión y confianza sobre sus hombros. Luego de una campaña en la que se mostró imbatible, llegó a su primera definición de Grand Slam con una racha de 10 partidos y 20 sets ganados, y se convirtió en campeona de Grand Slam superando en la final a Elena Rybakina, cerrando aquel ciclo australiano que inició como una crisis y concluyó como un momento de gloria eterna para su carrera.