En sus meses finales como deportista profesional, el tenista español Rafael Nadal (276°) recibió una muestra de cariño inconmensurable este lunes en Roland Garros, competencia en que entrenó abiertamente por última primera vez en el estadio Phillippe Chatrier, que se vistió de gala con miles de fanáticos para recibirlo con una lluvia de aplausos y ovaciones.
Luego de perderse por lesión prácticamente toda la temporada pasada e intentar regresar a su mejor forma en la actual, el zurdo manacorí, de 38 años y dueño de 92 títulos, ya se despidió formalmente de Barcelona, Madrid y Roma, aunque aún resta la frutilla de postre en su segundo hogar como el polvo de ladrillo francés, donde se proclamó en 14 oportunidades, registrando 103 triunfos y tan solo tres derrotas.
Pese a ausentarse en Monte-Carlo, otra de sus tantas competencias predilectas en el circuito, el pupilo de Carlos Moyá jamás vaciló acerca de una presentación más en el Grand Slam parisino, tal como manifestó hace unas semanas: "Físicamente tengo problemas, pero no los suficientes como para no ir al torneo más importante de mi carrera. No era hoy donde tenía que dejar todo y morir. En París que sea lo que Dios quiera, allí sí que es el momento de intentarlo".
De esta manera, el ex número 1 del mundo disfrutará una despedida inolvidable en el patio de su casa, que aprovechará cada segundo en cancha para agradecerle por marcar un antes y un después en la historia del tenis, producto de sus valores, sacrificios y proezas durante su extensa trayectoria.