Los Juegos Olímpicos suelen convertirse en una oportunidad única para representar a la bandera nacional, entregar un plus y mostrarse al mundo, tal como lo está aprovechando la tenista eslovaca Anna-Karolina Schmiedlova (67ª) en París, donde este miércoles derrotó 6-4 y 6-2 a la checa Barbora Krejcikova (10ª) para estrenarse absolutamente en semifinales.
Nacida en Kosice, la segunda ciudad más poblada del país con prácticamente 240.000 habitantes, tan solo superada por la capital Bratislava, la aguerrida diestra vive un sueño en el polvo de ladrillo francés, superficie en que previamente se había cargado a la británica Katie Boulter (34ª), la brasileña Beatriz Haddad Maia (22ª) y la italiana Jasmine Paolini (5ª) para convertirse en la jugadora peor rankeada en meterse entre las cuatro mejores en la emblemática cita, aventajando a la china Na Li, que totalizaba la marca con su desempeño en Beijing 2008 como 42ª de la clasificación.
No obstante, la finalista en Roland Garros junior 2012 no afrontó un camino de rosas durante su trayecto como profesional, el cual se decidió por iniciar al convertirse en la Sub-12 número 1 de su país, principalmente en los torneos Grand Slam, categoría en que tan solo atravesó tercera ronda en una de las 38 ediciones disputadas, justamente en la capital francesa.
Amante de la biología, pintura, fotografía y lectura, Schmiedlova exhibió sus cualidades en el circuito ITF al consagrarse en 12 oportunidades aunque sufrió la adaptación en el máximo nivel, necesitando algunas temporadas para colarse en el Top 100 de la clasificación y aún más para estrenar su palmarés, en 2015, cuando se proclamó en Katowice y Bucarest al batir a las italianas Camila Giorgi y Sara Errani, respectivamente, y alcanzó su mejor ubicación histórica al situarse en el 26° peldaño.
Su gran año calendario le permitiría debutar en el prestigioso evento, en Río 2016, registrando su primera victoria contra una Top 10 al sorprender a la italiana Roberta Vinci (8ª) en la ronda inicial, previo a caer contra la rusa Ekaterina Makarova (35ª), así como evidenciaría un marcado descenso en el sistema de puntuación al fallar en ambas defensas del título, finalizando como 227ª del mundo.
Sumida en la irregularidad, los segundos torneos en orden de importancia le otorgarían la confianza necesaria para codearse nuevamente en las competencias WTA, alzando su tercer trofeo en Bogotá 2018 al batir a la española Lara Arruabarrena (79ª) y accediendo a una nueva final, en Hobart 2019, para ilusionarse con cumplir con las expectativas creadas a su alrededor, que rápidamente se disiparían al ceder consecutivamente en varios estrenos.
En 2023 encontraría un punto de inflexión, probablemente a través de la experiencia adquirida durante su ambivalente recorrido, estrenándose entre los 16 mejores en un Major, el cual se extendería hacia 2024 al acariciar las consagraciones en Budapest y Austin, gritar campeón en el WTA 125 de Parma y ganarse el derecho a representar nuevamente a su nación en el prestigioso evento.
En búsqueda de asegurar una medalla, Schmiedlova enfrentará a la ganadora del duelo entre la croata Donna Vekic (21ª) y la ucraniana Marta Kostyuk (19ª), aunque el mote de revelación en París 2024 le pertenecerá eternamente.