Naomi Osaka (N°95 del ranking WTA) sigue su camino de regreso a la élite del tenis sin saltarse las "raíces" del deporte. En esta ocasión, la ex número uno del mundo llegó justo a tiempo a Cincinnati, pese a los inconvenientes que pusieron en duda su participación, donde recibió una invitación para disputar una fase clasificatoria por primera vez desde 2018.
Febrero de 2018 databa como la última vez en que la japonesa, cuatro veces campeona de Grand Slam, había disputado una qualy dentro del circuito femenino, presentándose en el WTA 1000 de Doha como la 51ª del planeta al superar la instancia previa con triunfos en sets corridos sobre Jing-Jing Lu y Danka Kovinic, meses antes de levantar el primero de sus Majors en el US Open.
En un contexto completamente diferente, ya consagrada como una de las tenistas más importantes de los últimos años pero regresando luego de la pausa que se tomó del deporte, la pupila de Wim Fissette volvió a jugar una instancia clasificatoria en el WTA 1000 de Cincinnati gracias a la invitación que le otorgó la organización.
Días antes, la versátil diestra, de 26 años y siete veces coronada en el Tour, había anunciado en sus redes que había perdido sus valijas en el vuelo hacia Ohio y, de no encontrarlas, no podría competir. Pero el asunto se resolvió afortunadamente, saltando a la cancha para medirse versus la rusa Anna Blinkova (68ª).
Luego de una hora y 42 minutos de juego, Osaka se quedó con la victoria por 6-2, 2-6 y 6-2 para meterse en la última instancia de la qualy. Allí buscará el ingreso al cuadro principal frente a la estadounidense Ashlyn Krueger (64ª), quien despachó 6-2 y 6-0 a la nipona Moyuka Uchijima (63ª).
Cabe destacar que en la competencia se destaca su desempeño en 2020, oportunidad en que accedió a la definición y no se presentó por una lesión en la pierna izquierda, cediéndole el trofeo a la bielorrusa Victoria Azarenka. De lograr avanzar al main draw, será su regreso al certamen después de dos años de ausencia.