Naomi Osaka (N°95 del ranking WTA) batalló pero finalmente se despidió del WTA 1000 de Cincinnati a las puertas del ingreso al cuadro principal. Disputando una qualy por primera vez desde 2018, la japonesa de 26 años perdió con la local Ashlyn Krueger (64ª) por 3-6, 6-2 y 3-6, después de 1 hora y 36 minutos de partido.
Luego de regresar de la pausa que se tomó del tenis, la talentosa oceánica lucha diariamente para reencontrarse con su mejor versión, la cual conquistó el circuito femenino al convertirse en número uno y proclamarse campeona en múltiples ocasiones de Grand Slams. Sin embargo, la competencia es cada vez más dura y las rivales no temen enfrentarse a ella como sucedía hace algunos años.
Esta semana, la pupila de Wim Fissette afrontó un contratiempo con sus valijas, que pondría en duda su aparición en el cemento estadounidense y afortunadamente solucionaría, recibiendo una invitación para encaminarse en su primera fase clasificatoria dentro del WTA Tour desde febrero del 2018, cuando superó exitosamente esa etapa en el Qatar Open.
Viviendo un presente completamente diferente, la dueña de siete títulos superó la primera ronda con una trabajada actuación sobre la rusa Anna Blinkova (6-2, 2-6, 6-2) para citarse en la última instancia previa contra la juvenil texana, de 20 años y coronada en Osaka 2023, que le marcaría la salida en la cancha central.
Es la primera vez desde su aparición en el WTA 1000 de Beijing en 2016 que la actual 95ª del mundo cae en una clasificación. Sin embargo, su disposición y presencia en este tipo de instancias muestra la voluntad y las ganas que tiene de regresar a donde siempre perteneció: la élite del tenis femenino.
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