Con la medalla de oro, Estados Unidos demostró una vez más ser el rey del baloncesto, pero cada vez las distancias se acortan
El Team USA demostró en Paris 2024 que aún es el mejor equipo del mundo. Esta vez, a diferencia del Mundial 2023 en Filipinas, Japón e Indonesia, fue con lo mejor que tiene y fue justo campeón tras batallar en los dos últimos partidos ante Serbia y Francia.
Eso sí: ya no estamos en la década del '90 y para ganar tuvo que emplearse al máximo. Tuvo que desbloquear nuevos miedos y salir adelante con su ‘Big Three’ que vivirá en la eternidad: Stephen Curry, LeBron James y Kevin Durant. En el orden que ustedes deseen.
El tiempo pasa para todos. La NBA (National Basketball Association), como hemos visto antes, ya es una WBA (World Basketball Association). De nacional a internacional, de talentos domésticos a globales. Esto que alguna vez soñó David Stern cuando abrió la Liga al mundo en el Congreso de FIBA de 1991 junto a Borislav Stankovic, y que permitió el nacimiento del Dream Team original, hoy trae aparejada esta crisis (¿Es realmente una crisis? Aún no lo sabemos) de competitividad extrema.
Cada año que pasa vemos llegar nuevos talentos procedentes de distintas partes del mundo. La llegada de Victor Wembanyama, por citar un ejemplo célebre, fue como presenciar una nueva temporada de Stranger Things. Del otro lado del espectro hacia el mundo NBA que hasta hace pocos años parecía indestructible, impermeable, indoloro. La situación, lejos de limitarse, se profundizó. No luce descabellado pensar en equipos o franquicias de distintas partes del planeta. Los juegos de pretemporada, que alguna vez fueron una extrañeza, hoy son cosa de todos los días.
Lo que era de Estados Unidos, ahora es de todos.
Steve Kerr decidió que el último baile sea con su cancerbero elite. El monstruo de tres cabezas debió exprimirse al máximo, y el partido contra Serbia, que sin dudas Estados Unidos pudo perder, requirió una energía que no estábamos acostumbrados a ver en un certamen olímpico. Con una mano en el corazón, vimos a un LeBron James extraordinario que estuvo por encima de su versión por momentos relajada de los Lakers. Comprometido y desafiante, fue Superman. Stephen Curry recuperó su tiro endiablado, su maravillosa manera de lanzar en movimiento para mostrarle al mundo que lo suyo es una obra de arte. Que no se puede copiar, que es un superhéroe que mezcla a Flash con Arrow, y que su mecánica de tiro deberá guardarse, desde hoy y para siempre, en el Museo del Louvre.
Y en el final, apareció Durant con el tiro ganador. Ganador de cuatro medallas de oro olímpicas, hablamos aquí del mejor jugador que alguna vez vistió la camiseta del Team USA. Nadie fue más importante que él y merecía despedirse así.
Dicho esto, la alegría, el éxtasis del triunfo, no debe confundir. Seré tan claro como pueda: en Los Angeles 2028, Estados Unidos será candidato, quizás sea máximo favorito, pero puede perder. Y esto no es un pronóstico arriesgado, es una realidad.
Kerr ni siquiera confió en Jayson Tatum, uno de los mejores jugadores de la NBA y campeón con Boston Celtics, para jugar en momentos trascendentales de Paris 2024. Anthony Edwards no dio la talla, Tyrese Haliburton fue de paseo, y Devin Booker cumplió, pero no fue determinante.
Jrue Holiday tiene 34 años, Joel Embiid (bien pudo jugar para Francia) tiene 30, Derrick White 30, Anthony Davis 31, Kawhi Leonard, que se bajó días antes, 30... será en L.A. un equipo completamente nuevo y los jóvenes que vienen atrás no están a este nivel.
"Estoy aprendiendo y estoy preocupado por los oponentes en un par de años. NBA, FIBA, en todos los sitios", le dijo Wembanyama a Basket News.
Lo del unicornio de San Antonio es desafiante, pero tiene razón. No solo eso: los mejores jugadores del mundo ya no son estadounidenses. Repasemos: Nikola Jokic, Luka Doncic, Giannis Antetokounmpo, Shai Gilgeous-Alexander, Domantas Sabonis. El talento ya está en todos lados.
Uno imagina que jugadores como Ja Morant, Cade Cunningham, Chet Holmgren, Paolo Banchero (otro que bien pudo jugar para Italia) y Jalen Brunson pueden estar en un futuro equipo. Pero son talentos que aún no son superestrellas. Pueden dar el salto, pero son más esperanza que realidad. Banchero y Brunson jugaron en el Mundial 2023 y terminaron cuartos tras perder ante Alemania la semifinal y frente a Canadá el partido por el tercer y cuarto puesto.
Francia, por su parte, tiene los últimos dos picks número uno del Draft: Wembanyama el año pasado y Zaccharie Risacher en el actual. Además, en la actual edición, los galos tuvieron al número 2, Alex Sarr, al 6, Tidjane Salaun, al 25, Pacome Dadiet y al 51, Melvin Ajinca. Es decir, cinco en todo el Draft, cuatro en primera ronda.
No termina acá: Nolan Traoré se perfila para el próximo Draft como uno de los perimetrales más prometedores de la clase. Dicho esto, la clave estará, por supuesto, en Wemby. Si jugó así con 20 años en el partido por el oro, con más horas de vuelo y algunas temporadas más de desarrollo, será determinante.
¿Y Serbia? ¿Alemania? ¿Eslovenia? ¿Canadá? No olvidemos a Lituania. O a Australia. Ya no hay grandes diferencias de talento entre selecciones elite. Con esto a la vista, el programa de Estados Unidos para volver a ganar debe ser perfecto. Si desean que la rutina de oro post-2004, cuando Argentina sacudió al mundo en Atenas, se mantenga, no habrá lugar para fisuras, relajamiento o exceso de confianza.
Con lo mejor que tiene, Estados Unidos es favorito, pero se le puede ganar. El caballo de Troya en las propias entrañas de la NBA desató un huracán imposible de detener.
Ya nadie gana con la camiseta o la placa de sheriff. El Dream Team, como alguna vez lo conocimos, ya no existe.
Con las nuevas reglas en marcha, ya puede ser para cualquiera. El futuro, inevitable, está entre nosotros.
Lo estábamos esperando.