Lo que en un principio se creyó que era una lesión menor se convirtió en procedimientos de "búsqueda y rescate" y en una cirugía a la que ningún jugador de la NBA se había sometido nunca. Esta es la historia no contada del desgarrador camino de Ball para volver al juego.
EL EQUIPO DE OPERACIONES del Aeropuerto Internacional O'Hare de Chicago sabe cómo manejar la nieve. Con más de 250 equipos quitanieves, pueden despejar caminos en las condiciones más difíciles para que los aviones sigan volando. Lonzo Ball, base de los Chicago Bulls, se dirigía al aeropuerto en medio de una de esas tormentas. La lluvia ligera de las primeras horas del día se había convertido en nieve. Las ráfagas de viento se acercaban a los 32 km/h. Era la tarde del 16 de febrero de 2023.
Durante el receso All-Star, Ball había decidido volar a Salt Lake City para someterse a un bloqueo para cortar los pulsos de dolor que le atravesaban la rodilla. Llegó temprano para tener tiempo de caminar hasta la puerta de embarque. Todo le llevaba más tiempo. Las escaleras, las escaleras mecánicas, los controles de seguridad. Llevar el equipaje.
Estaba previsto que el avión despegara a las 19:35 para un vuelo de casi tres horas. Poco antes, Ball embarcó con los demás pasajeros, pero tuvo que abandonar el avión cuando una azafata anunció que había problemas mecánicos. Ball se quedó en la puerta de embarque a la espera de novedades. Pasaron las horas. Se tumbó en el frío suelo enmoquetado del O'Hare, con los auriculares puestos. Intentó ser paciente. Si algo le había enseñado su largo y frustrante proceso de rehabilitación era que enfadarse no te lleva a ningún lado más rápido.
Al cabo de algunas horas más, volvió a subir al avión con la esperanza de que el famoso equipo quitanieves de Chicago despejara la pista. Pasó otra hora hasta que una azafata anunció que no era seguro despegar. Todos desembarcaron... de nuevo.
A las 9 de la mañana del día siguiente, el vuelo por fin despegó. Ball no estaba en él.
"En retrospectiva, fue una bendición no haberlo hecho", le dijo a ESPN.
En lugar de volar a Utah para el bloqueo, Ball se dirigió a Los Ángeles para idear un nuevo plan. Quería volver a jugar al básquetbol. Pero a esta altura, tenía un objetivo más sencillo: sólo quería poder pasear a su perro y jugar con su hija.
Tras más de un año de rehabilitación de lo que en un principio se pensó que era una lesión menor de rodilla, estaba más lejos que nunca de las canchas. La rodilla le seguía doliendo mucho al subir o bajar escaleras. Cualquier cosa que se asemejara a correr era insoportable. Y lo más preocupante de todo, su última resonancia magnética parecía peor que después de la lesión inicial.
Llevaba 400 días de una recuperación que se suponía que iba a durar menos de 60.
"Literalmente me habían operado para abrirme la pierna y ver qué pasaba. Fue una operación de búsqueda y rescate", contó Ball sobre la intervención de septiembre de 2022. "Una vez que eso sucedió, pensé, 'No voy a hacer esto más. Tengo que fijar un objetivo ... poner a todos] al teléfono y elaborar un plan'".
Ya se había sometido a dos operaciones diferentes, a resonancias magnéticas, inyecciones, y meses y meses de rehabilitación agotadora, dolorosa e improductiva. El dolor le seguía punzando la rodilla. Sabía que necesitaba un nuevo plan, incluso si eso significaba someterse a otra operación, una que ningún jugador de la NBA había intentado jamás, y mucho menos de la que hubieran regresado.
"Probamos muchas cosas diferentes. ...Finalmente dijimos, 'Mira, esto es todo lo que te queda'", le dijo a ESPN el doctor Brian J. Cole, cirujano ortopédico de Ball.
"Esto es un Ave María".
LA JUGADA QUE embarcó a Ball en un viaje sin precedentes de 1009 días fue totalmente anodina. Estaba defendiendo en la primera mitad de un partido contra los Golden State Warriors el 12 de enero de 2022, y sintió que se le trabó la rodilla al salir de una cortina.
Ese tipo de cosas pasan todo el tiempo en la NBA. La mayoría de las veces, el jugador se recupera, se pone hielo después del partido y vuelve a ponerse el uniforme la noche siguiente. Ball ni siquiera salió del partido. No fue hasta que se le trabó de nuevo, tras una bandeja a cuatro minutos del final del segundo cuarto, cuando empezó a sospechar que algo iba mal.
La expresión de Ball no cambió en absoluto después de la jugada. Ningún periodista se molestó en preguntarle si estaba lesionado. La historia de ese partido en realidad fueron Zach LaVine, quien tuvo que salir por una lesión en la rodilla izquierda, y los Bulls, que estaban 27-12 y lideraban la Conferencia Este en ese momento, y fueron humillados de locales por los Warriors en una derrota por 138-96.
Fue un golpe de realidad para un conjunto de Bulls que había sido una divertida sorpresa en la primera parte de esa campaña tras adquirir a Ball, DeMar DeRozan y Alex Caruso en la temporada baja. Los Warriors, por supuesto, ganaron el campeonato ese año.
"Creo que no supimos del todo lo inteligente que era y lo mucho que significaba para nuestro equipo hasta que se lesionó", le dijo LaVine a ESPN. "Era como el pegamento. Hacía que todo funcionara en ataque. En defensa, él y Alex desafiaban a los jugadores y nos hacían más fácil a DeMar y a mí salir y hacer nuestro trabajo. Nos daba de seis a ocho puntos sin siquiera pensarlo".
Ball fue descartado para el partido del día siguiente debido a molestias en la rodilla izquierda, una lesión que todo el mundo inicialmente creyó que era menor. Pero al cabo de una semana, el entrenador Billy Donovan anunció que Ball no estaba respondiendo al plan de tratamiento del equipo y que necesitaría más pruebas. Al día siguiente, Ball fue diagnosticado de una contusión ósea y una pequeña rotura de menisco en la rodilla izquierda que requerirían cirugía artroscópica. El tiempo de recuperación previsto era de seis a ocho semanas, justo a tiempo para los playoffs.
Seis semanas después, los Bulls publicaron un video en el que se veía a Ball levantando pesas y corriendo en las instalaciones de entrenamiento del equipo. "Me siento bastante bien", dijo Ball en el video. "Obviamente, es un proceso lento. Definitivamente quiero volver a la cancha lo antes posible".
Poco después, comenzó a sentir dolor en la rodilla. Intentó correr en la cancha, pero le dolía. Entonces, el personal de entrenamiento de los Bulls le dijo que intentara correr en una pista. Le seguía doliendo. Volvió a intentarlo con marchas largas y saltos. El dolor persistía.
“Funcionaba por un día, una semana, pero la rodilla le seguía doliendo”, le dijo a ESPN Brian Serrano, entrenador deportivo de los Bulls. “Y seguía empeorando”.
Mientras tanto, los Bulls habían pasado de ser líderes inesperados de la Conferencia Este a aferrarse al puesto número 6. El 6 de abril, descartaron a Ball para el resto de la temporada 2021-22.
"Al principio pensé que serían de cuatro a seis semanas, y que estaría de vuelta para los playoffs", dijo Ball. "Tenemos un buen equipo. Tendré un par de semanas para prepararme, y estaré bien.
"Cuando eso no sucedió, empezamos a probar todas estas inyecciones, cosas así, para tratar de bloquear los nervios. Yo pensaba, 'Esto simplemente no me gusta. Estoy haciendo un montón de cosas y no... se traduce en nada bueno".
El 28 de abril, el día después de que los Bulls fueran eliminados por los Milwaukee Bucks en la primera ronda de los playoffs y a más de tres meses de su lesión, Ball se sentó para dar su entrevista de eliminación. No tenía respuestas.
Dijo que la recuperación de la rodilla estaba estancada.
EL MUNDO DEL BALONCESTO conoció a Lonzo Ball durante su primer año en UCLA en 2016-17. Era un genio como base, organizando el ataque de los Bruins como solía hacer Magic Johnson con Los Angeles Lakers en la época del Showtime. Y fue ganador, tras conducir a UCLA a un inesperado triunfo sobre el entonces número 1, Kentucky, en Lexington, y a la mejor marca del equipo desde 2007-08.
Su padre, LaVar, estuvo muy presente, asegurándose de que el mundo supiera lo bueno que era su hijo y quién lo había criado. LaVar y su familia se convirtieron en un fenómeno cultural. Le contaba a todo aquel que quisiera escuchar que sus dos hijos menores, LiAngelo y LaMelo, también llegarían a ser jugadores de la NBA.
Su madre, Tina, fue vista en los partidos de UCLA al principio de la temporada, pero rara vez se la reconocía más allá de alguna foto rápida en las gradas.
Luego, en febrero de 2017, Tina desapareció de las gradas y de la vida pública, hecho que pasó desapercibido durante casi un mes cuando los Bruins estaban en el corazón del Pac-12 y preparándose para el torneo de la NCAA.
Por fuera, Lonzo, de 18 años, no demostraba nada, pero su mundo se había hecho añicos. Su madre había sufrido un grave derrame cerebral que requirió una intervención quirúrgica para salvarle la vida y aliviar la presión en el cerebro.
"Mi primo me llamó a las tres de la mañana y me dijo: 'Tu madre está a punto de morir'", contó Ball recientemente. "Me fui directo a casa. No se lo dije a nadie. Hablé con mi padre y me dijo: 'Se va a poner bien'. Me dijo: 'Yo me encargo de ella. Ve a jugar'".
Faltaban días para el campeonato de la NCAA. El draft de la NBA era en junio. Toda la fama y la fortuna para la que LaVar había estado preparando a Lonzo por fin habían llegado. La tarea consistía en compartimentar. Fue un suplicio.
"No pude verla hasta que volví a casa, en verano", cuenta Ball. "Estuvo en el hospital todo el tiempo.
"Fue muy duro. Estuve un día en casa y luego me hicieron volver".
Ahora Ball habla con su madre todos los días. Está mejor, aunque su lado derecho y el habla no se han recuperado del todo.
Dijo que ella es la razón por la que fue capaz de perseverar a través de las lesiones y la incertidumbre, por la que nunca cayó en la autocompasión, sin importar lo doloroso o frustrante que fuera.
"Veo las cosas por las que ella pasa y es diez veces peor que lo que yo tengo que afrontar", comentó. "Eso pone las cosas en perspectiva".
LOS EVALUADORES DE TALENTO solían preguntarse si Ball amaba el juego o simplemente había sido entrenado por su padre para jugar de una determinada manera. Lo que algunos interpretaban como una manera tranquila de tomar decisiones, otros lo interpretaban como falta de pasión.
Han pasado ocho años desde que el mundo conoció por primera vez a LaVar Ball y a sus tres hijos basquetbolistas, desde que nació Big Baller Brand, vendiendo zapatillas de 495 dólares, algunas de las cuales llegaron a entregarse.
Era una historia sensacional, y LaVar estaba decidido a exprimirla al máximo. Apuntó a la familia para hacer un reality show para Facebook llamado "Ball in the Family". Creó su propia liga de básquetbol juvenil, la Junior Basketball Association, después de sacar a su hijo menor, LaMelo, de la secundaria. Desarrolló la marca Big Baller Brand con una línea de ropa, agua embotellada e incluso salsa picante.
Era difícil saber dónde acababa LaVar y empezaba Lonzo. ¿Cuáles eran los sueños de LaVar y cuáles los de sus hijos?
¿Querían ser jugadores de la NBA tanto como él quería que lo fueran? ¿Quería realmente Lonzo llevar zapatillas de Big Baller Brand?
"Yo era un chico Adidas desde la escuela secundaria, así que pensaba que esa iba a ser la ruta", dijo Ball. "Pero supongo que lo que me dijeron no fue lo que realmente ocurrió. Me dijeron que nadie quería asociarse conmigo, así que mi padre me dijo: 'Haz vibrar la marca'. Y yo dije: 'De acuerdo'".
El problema, según Ball, fue que las primeras zapatillas que le hizo su padre para que usara en la liga de verano de la NBA en 2017 eran inservibles.
"Eran como zapatillas de kickball", dice Ball. Ese verano sólo se las puso dos veces. Él y su mánager, Darren Moore, fueron a las tiendas Foot Locker de Las Vegas para comprar un par de zapatillas de alta gama para cada partido. Ball jugó con las Air Jordan XXXI, las Nike Kobe A.D., las Adidas Harden LS y las Under Armour Curry 4 y fue nombrado MVP de la liga de verano.
Finalmente, Big Baller Brand llegó a un acuerdo con Sketchers para fabricar sus zapatillas, que Ball usó durante toda su temporada de novato. Pero Ball dijo que tampoco estaba contento con esas zapatillas y cree que podrían haber contribuido a la primera lesión de menisco que sufrió como novato en enero de 2018.
"Creo que sin duda es una posibilidad, para serte sincero", dijo Ball. "La verdad es que no me lesionaba así hasta que empecé a usarlas".
En 2018, Ball eligió la cirugía con el tiempo de recuperación más rápido, con la esperanza de regresar para ayudar a los Lakers a competir por los playoffs en su primera temporada. Parecía la elección correcta para un joven de 20 años sin antecedentes de problemas de rodilla. Ball se perdió 15 partidos y regresó tras el receso All-Star, pero para entonces los Lakers estaban a ocho partidos del octavo puesto del Oeste. Tras quedar eliminados de la carrera por los playoffs a finales de marzo, los Lakers retiraron a Ball de la temporada.
Recordando todos los problemas que ha tenido en la rodilla izquierda estos últimos seis años, Ball se pregunta si ya tenía problemas de cartílago en el interior de la rodilla incluso antes de llegar a la NBA, como consecuencia de los años que pasó jugando sobre cemento y corriendo sprints en Chino Hills State Park.
"Mi tío siempre me decía: 'Juegan demasiado afuera', porque jugábamos muy duro en el patio trasero. Sobre cemento", dijo Ball. "Eso fue durante al menos 15 años. Así que todo eso, con el tiempo, no puede ser bueno para las rodillas".
Ha tenido años para pensar en todo esto: las canchas al aire libre, los sprints, las zapatillas. Años y años para preguntarse por qué le ha pasado todo esto. Para cuestionarse. Para dudar. Y, sin embargo, durante todo ese tiempo, una emoción que no lo invadió es el arrepentimiento.
"No creo que estaría donde estoy si no hubiera hecho todo eso", dijo Ball. "Todo el trabajo que hicimos podría haberme perjudicado, pero también nos hizo lo que somos".
Ya nadie duda de si era su sueño o el de su padre. De si amaba el juego o simplemente había sido entrenado para jugarlo.
"Me encantó toda mi vida", dijo Ball.
JOHN MEYER RECIBE llamadas desesperadas de deportistas continuamente. El famoso especialista en rehabilitación de Los Ángeles hizo carrera ayudando a atletas a superar lesiones desalentadoras y cirugías complejas.
Se reunió por primera vez con Lonzo Ball en mayo de 2022, cuando los Bulls le pidieron que diera una nueva perspectiva sobre por qué este problema aparentemente menor no estaba mejorando.
Meyer sometió a Ball a todas las pruebas de vanguardia en su laboratorio de biomecánica de Los Ángeles: análisis muscular alimentado por inteligencia artificial desde una máquina de resonancia magnética rápida, cámaras tridimensionales y placas de fuerza para crear un perfil de fuerza de todo su cuerpo. Los datos indicaron que necesitaba trabajar la fuerza de la cadera y la rodilla, así que en eso se centraron durante la temporada baja.
"Mientras se rehabilitaba y seguía esforzándose por regresar, continuaba desgastando su rodilla", dijo Meyer. Siguieron haciendo resonancias magnéticas, pero no pudieron encontrar una respuesta al dolor de Ball.
Los Bulls hicieron que Serrano volara a Los Ángeles durante toda la temporada baja para ayudar con la recuperación de Ball. Contaban con su regreso para la siguiente temporada, después de ver lo que su equipo podría ser con Ball como su motor.
"[Ball] estaba dispuesto a probarlo todo, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa," dijo Serrano. "Si le decíamos, te necesitamos aquí a las 8, él estaba aquí a las 8. .... Él estaba haciendo un tipo de terapia, terapia manual, estiramientos, acondicionamiento de fuerza todos los días.
En el draft de la NBA en junio, se le preguntó al gerente general de los Bulls, Marc Eversley, si Ball estaría listo para el campo de entrenamiento. Eversley dijo que esperaba que así fuese.
Mientras tanto, en Los Ángeles, Ball apenas podía hacer una sentadilla con una pierna. Se sentaba en un pequeño taburete, doblaba la rodilla izquierda mientras mantenía la pierna derecha recta. El dolor era insoportable y constante.
Habían pasado ocho meses desde su cirugía inicial. El Dr. Neal ElAttrache, un famoso cirujano ortopédico especializado en atletas; Cole, quien también se desempeña como médico del equipo de los Bulls; Meyer; y representantes de la agencia de Ball y de la oficina principal de los Bulls se reunieron para delinear un nuevo plan de recuperación. Cole dijo que Ball consultó al menos con cinco especialistas de rodilla durante el resto de 2022.
"Escuchamos opiniones provenientes de todo el país", dijo Cole.
Con el campamento de entrenamiento acercándose, decidieron realizar una segunda cirugía de rodilla. Oficialmente, se llama "desbridamiento artroscópico", una limpieza de cualquier tejido roto, hueso o cartílago de una cirugía anterior. Extraoficialmente, Ball la llamó una "misión de búsqueda y rescate", el tipo de operación que realiza la Guardia Costera cuando alguien se pierde en el mar.
Un día antes de su segunda cirugía en ocho meses, Ball habló con los reporteros en una llamada vía Zoom desde Los Ángeles. "Aún no puedo jugar" dijo. "No puedo correr ni saltar". Hay un rango de alrededor de 30 a 60 grados cuando mi rodilla está doblada en el que no tengo fuerza y no puedo sostenerme. Hice rehabilitación. Estaba mejorando. Pero no estaba en un punto en el que pudiera salir y realmente correr a toda velocidad o saltar. Así que la cirugía fue el siguiente paso".
Con Ball fuera de juego al inicio de la temporada, los Bulls cayeron por debajo de .500 a mediados de noviembre. Ball regresaba a Chicago aproximadamente una vez al mes para rehabilitación, y sus compañeros de equipo lo recibían con entusiasmo.
"Sólo le enviaba mensajes de texto de vez en cuando, para ver cómo estaba", le dijo el escolta de los Bulls, Coby White, a ESPN. "Si veía un versículo de la Biblia, se lo enviaba como motivación... Porque cuando alguien está en esa situación, quieres darle su espacio. Simplemente le preguntaba cómo estaba de vez en cuando.
"No queríamos abrumarlo. Ya tiene mucha presión sobre él y muchas cosas rondando por su cabeza. Así que la idea era no sumar más estrés a eso".
Cinco meses después, en febrero de 2023, Ball comenzó a sentir un nuevo dolor en el interior de la articulación, en la porción que soporta el peso del fémur. Otra resonancia magnética mostró que el cartílago en el área comenzaba a separarse del hueso. Los Bulls lo descartaron para el resto de la temporada. Se sugirió que volara a Salt Lake City para un extenso procedimiento de bloqueo de nervio a fin de aliviar el dolor.
"Lo estaba pasando realmente mal", dijo Meyer. "Sólo tratando de entender, '¿Por qué todavía me duele?'".
"Y en ese momento, ya comenzamos a hablar del resto de su vida, no sólo del básquetbol".
Moore, que conoce a Ball desde que tenía 7 años, se preguntó más de una vez si su amigo ya había tenido suficiente. Tan delicadamente como podía, Moore le preguntaba a Ball qué pensaba hacer si no podía volver a jugar al básquetbol.
Ball apenas tenía 25 años. Tenía a su hija, Zoe, con quien quería jugar, correr. Tenía una novia, Ally Rossel. Aun así, Ball no estaba listo para entablar esa clase de conversación.
"Simplemente odiaba que nadie pudiera decírmelo," dijo Ball. "Si eres un profesional, '¿No tienes ninguna clase de solución para mí?'".
"Simplemente no me parecía correcto".
Quedarse varado en el aeropuerto durante la tormenta de nieve fue la gota que rebalsó el vaso.
MEYER, COLE, ELATTRACHE, Serrano y Chip Shaeffer, entonces director de rendimiento físico de los Bulls, convocaron una nueva serie de llamadas para idear un nuevo plan de acción.
Esto ya no era un problema de dolor o de menisco. También era un problema de deterioro del cartílago, para el cual las inyecciones para promover la curación no habían ayudado. Tratar de reparar el cartílago viejo sólo era perder más tiempo.
Pensaron que su mejor oportunidad para tener una vida normal y, tal vez, volver a jugar básquetbol era reemplazar el cartílago de Ball con cartílago de un cadáver, preferiblemente alguien de su edad. Habría riesgo de rechazo de tejido, riesgo de que el injerto no cicatrizara, y luego la pregunta muy real que era si el injerto de cartílago podría soportar la fuerza y el impacto de un partido de la NBA.
Era un procedimiento que Cole había realizado con éxito media docena de veces con jugadores de la NFL y la NHL, pero nadie lo había intentado con un jugador de básquetbol.
El tiempo de recuperación sería de 18 meses más.
Si algo salía mal, o incluso si todo salía bien, pero Ball sólo podía recuperar el 80% de su capacidad atlética anterior, su carrera profesional en el básquetbol podía terminar.
Los médicos no podían garantizar mucho de nada, excepto que esta probablemente era la única opción que le quedaba.
"Básicamente, cuando haces esto con un atleta de alto nivel -- tienes que manejar muy bien las expectativas", dijo Cole.
"No era, 'Oye, hazte la cirugía de dos horas y ya está'". Son dos años de rehabilitación y de mantener o recuperar sus habilidades. Y torturar el tejido de otra persona en ese lugar hasta que se convirtiera en parte de él.
Y sólo Ball podía tomar la decisión.
Cole habló con Ball. "Dime que no puedes jugar, y podemos hablar e esta cirugía," le dijo. "Pero si puedes jugar, prefiero que juegues con algo de dolor antes que pasar por esto, que es impredecible. Dios no quiera que esto te empeore. Nadie sabe si va a funcionar -- o cuánto tiempo durará. Por favor, intenta jugar con dolor".
Ball respondió. "No puedo".
Por lo cual, ya tenían su respuesta.
BALL SE SENTÍA ALIVIADO de tener un plan y una posible resolución.
"Me hubiese encantado no tener que hacerlo, pero era la única opción que quedaba", dijo Ball. "Creo que mucha gente me dio por perdido, porque era una cirugía desconocida".
"Pero al final del día, tenía 25 años, así que pensé, sigo afuera durante un tiempo más, trabajo duro y espero lo mejor".
En marzo, Ball se sometió a la cirugía de reemplazo de cartílago. Tres meses después, los Bulls anunciaron que Ball se perdería toda la temporada 2023-2024.
Rossel y Moore se quedaron con él y lo ayudaron durante esos primeros meses. La única actividad que se le permitía hacer era usar una máquina de movimiento pasivo continuo, que movía su rodilla por él. Todo lo demás tenía que hacerse con muletas o en la cama.
"Cuando tenía esa máquina y le movía la pierna," dijo Moore. "Definitivamente podía notar que su espíritu estaba luchando". Pensado, 'Sé que voy a volver'. 'Hombre, esto apesta', pero, 'Estoy dando pelea'.
"Y le dije, 'Mira, amigo, hemos estado mal antes y aun así hemos podido hacer grandes cosas en momentos difíciles'".
Moore propuso la idea de comenzar un podcast como una manera de desahogo. Durante meses discutieron ideas, quién debería estar en el podcast con él y si esta era la movida correcta cuando aún no estaba claro si podría reanudar su carrera en el básquetbol. Pero eventualmente Ball se dio cuenta de que en realidad tenía mucho para decir.
La ironía de lanzar su podcast hablando de todo en su vida, justo cuando finalmente se deshizo de todas las cámaras y la atención que solían seguirlo a todas partes, no se le escapa a Ball. Está apropiadamente titulado, "Qué Experiencia".
"Esto es diferente, sin embargo", dijo Ball. "Porque lo controlo yo". Estoy impulsando mi propia narrativa en lugar de que alguien me diga qué decir o cómo rodar la escena. 'Pon esto en juego, y hazlo así'. A las cámaras que tenemos ahora, si no quiero que graben, simplemente las apago.
LAS ÚNICAS CÁMARAS en esos primeros meses después de la cirugía de reemplazo de cartílago fueron el iPhone de Moore y las cámaras de alta tecnología en el laboratorio biométrico de Meyer.
Todas las mañanas, Ball conducía desde su casa en Sherman Oaks hasta las instalaciones de Meyer en El Segundo para su cita a las 11 a.m. Trabajaban durante horas -- en patrones de movimiento, caminata, carga, fortalecimiento. Midiendo todo a medida que avanzaban para determinar en qué momento su cuerpo estaba listo para más.
Poco a poco, empezaron a ver mejoras.
Podría caminar sin sentir dolor al día siguiente. Finalmente, intentaron el descenso de una pierna desde el taburete que le había dado tantos problemas en el pasado. Sin dolor.
"Ni siquiera éramos cautelosamente optimistas en ese momento", dijo Serrano. "Sólo estábamos felices de que pudiera hacer las actividades diarias".
El 22 de agosto, Stephen A. Smith de ESPN mencionó en "First Take" que había escuchado que Ball tenía problemas para levantarse de una posición sentada y que nadie estaba seguro de si iba a poder volver a jugar. La afirmación habría sido cierta unos meses antes. Pero Ball ya había progresado para entonces y estaba lo suficientemente molesto como para responder con un video de él mismo haciendo una sentadilla con una pierna.
"Nunca olvidaré el momento de Stephen A.", dijo Moore. "En realidad estábamos en el gimnasio cuando eso sucedió y él estaba camino a volver a la cancha... Encendió un fuego en nosotros".
Durante el otoño, pequeños signos de progreso dieron lugar a un optimismo desenfrenado. Ball aún podía caminar sin dolor. Comenzó a realizar pequeños ejercicios sin dolor. Saltos pequeños, primero con las dos piernas, luego con una. Molesto, pero sin dolor.
Saltar con una pierna fue un hito para Ball -- y sus médicos.
"Eso fue más de lo que habíamos hecho en medio del cuidado conservador, las otras operaciones, las inyecciones, todo eso", dijo Serrano. "Esto fue mucho más allá de lo que habíamos llegado antes".
El siguiente paso era correr.
"De hecho, lo mantuve sin correr durante mucho tiempo", dijo Meyer. "Porque al momento de correr era cuando fallaba cada vez que salía de las otras cirugías". Así que sentía que había muchos demonios cuando se trataba de correr. Sabía que mentalmente, si fallaba, iba a ser una gran decepción.
Lo logró. El 28 de diciembre de 2023, más de nueve meses después de la cirugía de reemplazo de cartílago y casi dos años desde la lesión, Donovan anunció que Ball había sido autorizado para correr.
LaVine pronto se unió a Ball en L.A. después de someterse a una cirugía de pie en febrero.
"Era el mismo muchacho, muy optimista y feliz, pero luego también empezabas a ver que su competitividad regresaba", dijo LaVine. "Empezaba a decir cosas como, 'Vamos a salir a lanzar, ya sabes, hagamos algunos juegos de lanzamiento'". Lo veía en el gimnasio lanzando, bromeando, lanzándome el balón y tratando de marcarme y cosas así. A medida que comenzó a sentirse mejor, podías ver que su estado de ánimo como jugador de básquetbol volvía. Estaba empezando a sentir un poco de esas ganas nuevamente.
Siguieron entrenando juntos. LaVine ha sido testigo de todo el recorrido de Ball -- los primeros momentos buenos, los largos y profundos momentos duros. Estuvo allí cuando Ball pisó de nuevo Chicago para su primera práctica en años.
"Recibe el balón, vuela por la cancha como si nunca hubiera estado lesionado, establece una cortina, lo recupera, divide un pick and roll y luego hace un pase sin mirar a Jaylen Smith", dijo. "Recuerdo que estaba sentado allí, y pensé que era algo realmente increíble".
EL 11 DE OCTUBRE DE 2024, llegó finalmente el día por el que Ball había estado trabajando: Anunció en su podcast que los médicos del equipo le habían dado el visto bueno para jugar. Su primera acción en un juego en 1,009 días llegaría el 16 de octubre, en el cuarto juego de pretemporada de los Bulls contra los Minnesota Timberwolves.
Dentro del United Center, Ball calentó con Serrano en la media cancha. Tenía una estricta restricción de minutos, cuatro tramos de cuatro minutos, uno en cada cuarto.
A mitad del primer cuarto, Donovan llamó el número de Ball desde la banca. Mientras Ball caminaba hacia el marcador, la multitud local estalló en una ovación de pie.
Ball levantó las manos al aire y se tocó el corazón. Unas posesiones más tarde, Ball los recompensó, encestando un triple desde la esquina. Mientras corría de regreso por la cancha y levantaba tres dedos en el aire, los aficionados de los Bulls, que habían visto a su equipo revolcarse en la mediocridad durante gran parte de las últimas tres temporadas, rebozaban de alegría. LaVine corrió por la línea de fondo en el extremo opuesto mientras intentaba contener las lágrimas.
"No puedo imaginar cómo se sintió", dijo el alero de los Bulls, Patrick Williams, a ESPN. "Mi corazón latía fuerte por él".
Cole, el cirujano que realizó la "Hail Mary" en la rodilla de Ball 19 meses antes, estaba sentado cerca de la banca de los Bulls. "Era como si alguien que recibe un trasplante de pulmón pudiera salir a correr", dijo. "He estado haciendo esto durante 26 años. Probablemente haya sido una de las noches más especiales que he vivido".
Ball terminó con 10 puntos tras 4 conversiones de 6 disparos en 15 minutos. Esta temporada, promedia 4.5 puntos y 3.5 asistencias en poco más de 16 minutos por partido. Se perdió 15 partidos debido a un esguince en la muñeca derecha antes de regresar el 27 de noviembre.
Después de que terminó el juego de pretemporada contra los Timberwolves, LaVine se dirigió directamente a recoger el balón del juego del equipo de árbitros para llevarlo de regreso al vestuario de los Bulls. LaVine y Coby White son dos de los cinco jugadores que todavía están en el equipo desde la última vez que Ball estuvo en la cancha.
"Hoy iba a ser un día especial independientemente del resultado", dijo White en el vestuario. "'Zo ha regresado". Le lanzó la pelota a Ball, quien se tocó el corazón con la mano derecha y sonrió. "Esta fue una noche increíble para él".
"Una cosa más", dijo LaVine. Sentado en su locker, levantó una camiseta con las firmas de todos los compañeros de equipo actuales de Ball. "Te respeto más que a nadie por lo que has pasado. Te queremos, nos preocupamos por ti y me alegra verte de vuelta".
Después de que LaVine y Ball se abrazaron, Ball fue rodeado por sus compañeros de equipo con White dándole una palmada en la cabeza mientras Ball se dirigía al grupo. "Familia," dijo, "a las tres. 1-2-3. Familia".