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Lo que la estrella de los Minnesota Timberwolves, Karl-Anthony Towns, superó en su regreso al baloncesto: "No pude arreglarlo"

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¡Towns fue una máquina anotadora para el triunfo de los Wolves! (1:42)

El crack de Minnesota estuvo encendido, sumó 60 puntos y 17 rebotes para la victoria 149 a 139 sobre los Spurs. En el equipo de Popovich, Murray aportó 30 tantos y 12 asistencias. (1:42)

ESTABA OSCURO en el avión de los Minnesota Timberwolves cuando despegó de San Antonio la noche del 14 de marzo con destino a Minneapolis. Pero no estaba especialmente tranquilo.

No había ninguna posibilidad de eso del partido que el centro estrella, Karl-Anthony Towns, acababa de tener, anotando 60 puntos, el máximo de su carrera, en una victoria contra los Spurs para continuar el avance de Minnesota posterior al Juego de Estrellas.

Todo el viaje desde la arena hasta el aeropuerto había sido una especie de fiesta de equipo, con el base veterano Patrick Beverley enviando a cada jugador, entrenador y miembro del personal a la parte trasera del autobús del equipo para, en sus palabras, "estrecharle la mano a la grandeza". Cuando el equipo llegó a la terminal, Beverley se aseguró de que nadie se bajara del autobús antes que Towns para que pudieran aplaudirlo mientras caminaba por el pasillo.

Después de todo lo que ha pasado Towns (la muerte de su madre, Jackie, y otros siete miembros de la familia a causa del COVID-19 y su propia lucha contra el virus que lo dejó hospitalizado), el tres veces All-Star quería compartir el momento con los compañeros que lo ayudaron a superarlo.

"Si aprendí algo en mi vida, es que nada está garantizado. Así que siempre trato de decirle a la gente: 'Oye, te aprecio o gracias'", dice Towns.

Después de que todos abordaron el avión, Towns se puso de pie para dirigirse al equipo:

"Solo quería decir, y lo digo de corazón, que no hubiera querido hacer este juego de 60 puntos con nadie más que con ustedes.

"Mis hermanos. Aprecio que hagan esto tan especial".

El equipo volvió a aplaudirle, la emoción desbordándose en todos ellos, hasta que finalmente llegó el momento de bajar las luces de la cabina y despegar.

Towns se puso un sombrero y un par de auriculares, con la esperanza de calmarse y quizás tomar una siesta en el vuelo a casa.

Comenzó a escanear los cientos de mensajes de texto que había recibido después del partido de amigos de la liga y familiares que lo habían visto desde lejos. Luego comenzó a escribir...

"Estaba tan concentrado en el momento en que busqué el número de mi madre para enviarle un mensaje de texto", dice Towns.

A la mitad del texto, se contuvo y comenzó a llorar.

"Este fue un momento para nosotros", dice Towns. "A ella le hubiera encantado".


HAN PASADO casi dos años desde la muerte de Jacqueline Cruz-Towns, y aunque hay menos momentos como estos que antes, el dolor nunca está lejos. Mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, Towns se bajó el sombrero y se cubrió la cara.

Simplemente no puedes estar cerca de Towns, o verlo jugar durante esta temporada de resurgimiento para los Timberwolves, que han ganado 11 de 15 desde el receso del Juego de Estrellas y están en el séptimo lugar en la Conferencia Oeste, sin pensar en la carga que ha llevado.

La muerte de su madre por COVID-19 fue tan pública, tan desgarradora, siempre en primer plano.

Tuvo que llorar con el mundo mirando, mientras trataba de mantener unida a su familia, ser el líder de los Timberwolves a través de un escándalo que condujo al despido del presidente del equipo, Gersson Rosas, y mantener un nivel de juego estelar en la duela.

Después de la muerte de Jacqueline, Towns dice que primero se encontró buscando canalizar su dolor hacia el baloncesto.

"Fue como... me volveré loco y pondré toda esa energía en mi juego, pero cuando miré al baloncesto para que me diera esa energía, no la tenía.

"Mi mamá fue el propósito de que incluso jugara al basquetbol", dice. "Entonces, cuando ella falleció, tuve que volver a buscar un propósito. Tuve que encontrar cuál iba a ser la razón por la que quería ir todos los días y poner mi cuerpo, mi mente y mi espíritu a través de todo este estrés. ¿Por qué iba a hacer esto?

"Tomó tiempo y mucha autorreflexión".


ES EN ESTE punto de la historia de Towns cuando las personas a menudo se dividen en dos grupos: aquellos que han perdido a alguien tan cercano a ellos como Towns y entienden el dolor que ha experimentado, y aquellos que no.

Aquellos que no lo han hecho podrían tratar de entender. Pero Towns descubrió que simplemente no pueden relacionarse de la misma manera, sin importar cuán bien intencionadas puedan ser.

Uno no maneja la pérdida de un padre, explica Towns. Simplemente aprendes a sentirlo, honrarlo y, finalmente, abrazar cosas nuevas que te hacen sentir bien de nuevo. Pero el luto nunca desaparece.

Towns se ha rodeado sin querer de personas que han experimentado el dolor como él. Su agente, Jessica Holtz, perdió a su madre cuando ella tenía 9 años. El entrenador de los Timberwolves, Chris Finch, perdió a su madre por cáncer hace unos años. Su novia, Jordyn Woods, perdió a su padre por cáncer de páncreas en 2017.

"Algunos días todavía son muy difíciles para mí", dice Woods. "Y así será toda tu vida. Cuando pierdes a un padre, así son las cosas. Hay momentos, como cuando él anota 60 o gana el concurso de triples (en el Juego de Estrellas de la NBA) donde probablemente la única otra persona en la que podía pensar y con la que quería estar era su madre, quien era su mayor apoyo".

Woods, una modelo y actriz que ha aparecido en varios programas de televisión, y Towns fueron amigos durante años antes de que comenzaran a salir. Se conocieron a través de amigos en común en Los Ángeles, se unieron en un juego de cartas competitivo de UNO y construyeron el tipo de amistad que se convirtió en un romance profundo y solidario con el tiempo.

"Diría que éramos los mejores amigos. Y luego su madre falleció y algo cambió", dice Woods. "Cuando pasas por mucho con alguien, puedes relacionarte en un nivel más profundo con el hecho de que perdí a mi padre cuando tenía 19 años".

Woods comenzó a pasar más tiempo con Towns en Los Ángeles y Minneapolis. Cuando no estaba con él, se encontraba siguiendo sus juegos en la televisión o en un rastreador de juegos. Estudiaba los enfrentamientos antes de los juegos y la hoja de estadísticas después.

"Ella ni siquiera sabe jugar, pero viene y me dice: 'Oye, vi este clip en Twitter. Creo que deberías mirarlo. Este hombre hizo este movimiento'", dice Towns. "Es una locura ahora cómo a mi chica le encanta el basquetbol tanto como a mi madre.

"Ella llenó esos zapatos tan maravillosamente e hizo que el baloncesto volviera a ser divertido".

Ayudó que en las primeras etapas de su romance la gente de Minnesota no se entrometiera ni los acechara como lo hicieron los paparazzi en Los Ángeles.

"Quiero decir, he estado en Target con Jordyn Woods teniendo peleas de Jedi, sacando legítimamente los sables de luz de la sección de juguetes y corriendo, y nadie nos detuvo", dice Towns. "La gente nos vio y nunca pensó en nada de eso o no quiso ser grosero".


ESA NOCHE, FINCH no vio a Towns llorando en el avión del equipo. Pero el entrenador en jefe de segundo año notó algo diferente en él.

"Pasó la mayor parte del vuelo caminando de un lado a otro, hablando con la gente", recuerda Finch. "Obviamente estaba emocionado después de esos 60 puntos, pero probablemente solo estaba buscando ese toque humano, esa interacción humana".

"Habiendo yo mismo perdido a un padre, tienes estos momentos especiales y quieres compartirlos con las personas más significativas de tu vida, pero esas personas ya no están allí. Eso tiene que ser algo muy agridulce".

Es imposible entender los lazos que se han desarrollado entre Finch y su centro superestrella sin comenzar por la empatía que se han demostrado mutuamente.

Para Finch, la empatía que Towns demostró hacia él cuando se hizo cargo por primera vez en febrero de 2021 estableció el tono de todo lo que ha ocurrido después.

"Fue el primero que me llamó cuando me ofrecieron el trabajo", recordó Finch. "Básicamente dijo que haría todo lo que yo necesitara de él. Fue muy acogedor, siempre me apoyó, incluso antes de que me conociera o supiera nada sobre mí. Su forma de abordar esta situación probablemente fue tan importante como cualquier otra cosa. Y él no tenía que hacer eso. Podría haber sido mucho más cauteloso, pero no creo que sea así en su corazón. Creo que es una persona abierta, cálida, acogedora, genuina y cariñosa".

Al igual que todos en el mundo del basquet, Finch sabía que Towns había perdido a su mamá el año anterior y cuán profundamente eso le había afectado. Sabía además, de su propia experiencia, cuánto se tarda en procesar algo asi.

"Llegué a su vida en un momento en que él, obviamente, solo estaba tratando de superarlo, más que nada", dijo Finch. "Y solo estaba tratando de establecer una relación con él como entrenador, pero a la vez tratando de comprender todo por lo que había pasado. Y no solo, obviamente, la pérdida de su madre, sino también el lado del baloncesto. Tenía que entender el trauma del baloncesto, por así decirlo".

El trauma del baloncesto que Finch describe: cinco entrenadores en las primeras seis temporadas de Towns; la muerte en 2015 del expresidente de operaciones de básquetbol de los Wolves, Flip Saunders, quien había reclutado a Towns apenas unos meses antes; una reputación de baloncesto disminuida por las asociaciones fallidas con Andrew Wiggins, Jimmy Butler y Tom Thibodeau; la venta de la franquicia en 2021; el escándalo que derrumbo a Rosas en la víspera del campo de entrenamiento y marcó el comienzo de otra administración; y todo eso sin mencionar ser el mejor jugador y liderar un equipo que había acumulado un porcentaje de victorias promedio de solo el 39% durante esos primeros seis años.

"Hubo muchas circunstancias que hicieron de Minnesota más un 'reality show' que un equipo de baloncesto",dijo Towns.

"Pero creo que ahora estamos incorporando la parte del baloncesto".

Finch comenzó a enderezar la parte del baloncesto mantieniendo las cosas de manera sencilla en la pasada temporada; algo que fue necesario tras entrar al cargo en momentos en que los protocolos de salud y seguridad impactaban todo a su alrededor, desde los protocolos en dias de juego hasta las prácticas de tiros.

Presentó una visión de un equipo construido alrededor de los talentos de Towns que crearía espacio para la selección general número 1, Anthony Edwards, y la selección general número 2 de 2015, D'Angelo Russell. Les dio a cada uno de ellos áreas en las que concentrarse, pero tuvo cuidado de no abrumarlos. Lo más importante la temporada pasada fue generar confianza en estas nuevas relaciones.

"He trabajado con jugadores de muy alto nivel y, para mí, KAT es el jugador más habilidoso con el que creo que he trabajado", dice Finch, quien entrenó a Yao Ming con los Rockets de Houston y a Nikola Jokic con los Nuggets de Denver. "Literalmente puede anotar desde todas las distancias. Puede pasar. Tiene movimientos de postearse. Hace triples dando un paso atrás. Puede sacar a la gente del dribleo. Tiene toques de balón increíbles. Va hacia el aro con una sola pierna. Nuestro apodo para él es Cheat Code".

Minnesota tuvo marca de 16-25 después de que Finch asumió el cargo en febrero pasado, incluida una racha de 10-10 para terminar la temporada que proporcionó una sensación desconocida de cara a la temporada baja: optimismo.


EL VERANO PASADO fue de trabajo y también de sanación, y cada uno alimentó al otro.

Cada vez que Towns habla de lo que ha enfrentado, algo nuevo surge.

"Creo que cuando mi mamá murió, entendí por primera vez que el basquet no es capaz de solucionarlo todo", dijo Towns. "Piense en eso. Todas las conexiones, toda la gente que conocía, todos los recursos que estaban a mi disposición pero la gente no debido al COVID, y aun asi perdí".

"Vi su vida escaparse entre mis manos, literalmente, vestido yo con ropa de seguridad. No pude hacer nada".

"Fue la primera vez que entendí que el basquetbol no me salvaría esta vez. Realmente tenía yo que hacer el trabajo".

Towns sigue haciendo el trabajo. Y lo hará por buen tiempo.

Esa noche en el avión luego de anotar 60 puntos fue un recordatorio de cuán lejos ha llegado, pero también de cuánto le falta.

Towns lloró en su asiento tras comenzar ese texto a su mamá. Pero también hizo algo con su pena luego: lo compartió.

Primero con sus compañeros.

Luego con el mundo.

"Lo escribí en el avión", dijo Towns. "Lo escribí luego de llorar. Fue como decirme, tengo que poner por escrito mis sentimientos y dejarle saber a la gente".