Nick Young es una de las razones del éxito de Los Angeles Lakers y el martes lo demostró con creces en la victoria ante Oklahoma City Thunder (111-109).
En un momento del encuentro, el escolta sintió la mirada desafiante de Russell Westbrook después de que éste convirtiera una clavada abusiva, de esas que tanto les gusta a los fotógrafos apostados bajo el aro. Young cayó al suelo y el armador del Thunder le miró con ademanes de superioridad.
A pesar del reto de la estrella del Thunder, se acabó cumpliendo el dicho de quien ríe último, ríe mejor, y Young hizo lo que mejor sabe hacer: carcajear.
Lo hizo en el descanso con un triple sobre la bocina, y lo más importante de todo, lo repitió a falta de cinco segundos para el final y así sellar la octava victoria de los Lakers esta temporada. El equipo al completo celebró el lanzamiento certero, incluso Luke Walton, quien diseñó una jugada totalmente distinta hasta que Young tomó la iniciativa de desobedecer y hacer lo que le dictó el instinto.
"La jugada fue diseñada para... otro jugador", aseguró bromista. "Creo que deberían haberme dado un robo de balón más por eso. Trabajamos duro esta noche y al final se decidió con un gran lanzamiento. Estaba en el camino, robé la pelota a Lou Williams. Él me lo dejó saber después del partido así que tuve suerte de que entrara", continuó.
El fenómeno de Young esta temporada está siendo de lo más notorio. Walton le ha colocado en el quinteto titular en todos los encuentros disputados, algo que no había sucedido por defecto nunca antes en su carrera. El voto de confianza le ha venido bien al jugador, quien está mostrando su versión más seria desde su primera campaña en los Lakers. Su evolución como defensa está sirviendo para sacar al equipo de varios apuros y su contribución ofensiva (14.3 ppj, 45.9 por ciento en tiros de campo y 39.2 desde el perímetro) es más dinámica que la del año pasado (7.3 ppj con un porcentaje de 33.9 por ciento en tiros de campo y 32.5 por ciento en triples).
El veterano de 10 años bajó de la nube 'hollywoodiense' en la que estuvo el año pasado, y luce mucho más centrado. Durante la última campaña de Kobe Bryant en los Lakers, Young estuvo envuelto en la zozobra, falto de motivación, haciendo el mínimo esfuerzo con un Byron Scott con el que nunca conectó. Su falta de compromiso era evidente, llegaba justo a los partidos, mucho más tarde que el resto de sus compañeros y su nivel de concentración dejó mucho que desear.
Young es uno de esos jugadores que disfrutan el básquetbol y se lo toma como un juego de niños. Cuánto más lo goza, mejor juega, y el año pasado no hubo ni goce ni excelencia. Otra de las razones es que su cabeza estaba entretenida. Primero, el anuncio de boda con la artista, Iggy Azalea, segundo, sus deslices con con otras mujeres, las polémicas en las que estuvo envuelto con algunos de los jugadores más jóvenes (como cuando increparon a una señora desde el auto), y como colofón, la filtración tras confesar sus infidelidades al novato, D´Angelo Russell, esas que le costaron su relación con la australiana.
Nada de eso ayudó a que Young estuviera donde tenía que estar, concentrado en su juego y el del equipo. Los resultados y la dependencia del grupo en Kobe nunca ayudaron a que su motivación creciera. Su futuro estaba en juego, en verano el equipo tenía la opción de dejarle marchar o retenerle y aunque todo apuntaba a que ya había quemado todas sus oportunidades con los Lakers, Walton le brindó su última chance.
Y vaya si la está aprovechando. Se le nota liberado y personifica a la perfección a estos Lakers renovados, frescos y divertidos que no tienen nada que perder y mucho que ganar.