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Las Finales de la NBA dependen de los ajustes del Juego 2

Los Golden State Warriors no son un equipo, son un monstruo de cuatro cabezas que arrasa con todo lo que se atraviesa por su camino en la NBA.

Esa jugada de tres puntos de Draymond Green en el último cuarto de la paliza de los locales propinada a los Cleveland Cavaliers en el Juego 1 de las Finales resume todos los sentimientos de una noche que los campeones defensores querrán olvidar lo más rápido posible, antes del segundo juego este domingo en la bahía californiana.

Esa jugada era la caradurez de unos Warriors que ganaron por 22 puntos y sentían (con razón) que podían hacer lo que querían, cuando querían contra el mejor jugador del planeta y su equipo mientras LeBron James ponía cara de “no puedo creer que esto nos esté pasando”.

¿Saben lo que fue eso para los Cavaliers? Fue el equivalente de cortarle una cabeza al monstruo con tu espada y ver crecer otra.

Ellos no pueden darse el lujo de perder el segundo juego de la serie este domingo. Golden State va 13-0 en los playoffs y sería insólito pensar que fueran capaces de perder cuatro de cinco tras ganar 14 al hilo y tomar una ventaja de 2-0 en la serie.

Es por eso que las cinco claves que presentamos a continuación son las más importantes que te puedas imaginar.

1. Kevin Durant está embarcado en una misión

LeBron James le dijo a Durant “bienvenido de regreso a las Finales”, casi como deleitándose ante la posibilidad de derrotarlo tal y como lo hizo con el Miami Heat en cinco juegos contra el Oklahoma City Thunder. Durant sonrió y luego lo dejó besando el parquet.

¡El alero estelar de los Warriors literalmente no permitía que nada ni nadie se interponga en su camino!

Y culminó el primer tiempo con ¡seis! volcadas rimbombantes y 38 puntos sin haber perdido el balón una sola vez durante sus 38 minutos en cancha, superando de esa manera a Michael Jordan en el rubro de mayor cantidad de puntos sin regalar la pelotita naranja en un encuentro de las Finales.

Durant también metió tres triples, encestó un 53 por ciento de sus tiros de campo, bajo ocho rebotes, repartió ocho asistencias y salvó a una viejita de una casa en llamas.

¿Mi conclusión? El número 35 de los Warriors desea decirles a todos aquellos que lo acusan de haber tomado el “camino fácil” a su potencial primer título que se pueden ir gentilmente a ser resentidos a otro lado.

LeBron es el único capaz de detenerlo, y para hacerlo deberá provocarlo a tirar más triples, tal y como los Warriors se alejaban de él frente a la línea perimetral. Si el carril al aro sigue abierto, los Warriors tendrán una ruta express a otra victoria.

2. Los Cavaliers no deben dejarse prepotear

El marcador final no lo refleja, pero los primeros cinco minutos de las Finales fueron muy prometedores para los Cavaliers. Draymond Green y Zaza Pachulia contaban con dos faltas cada uno y los campeones atacaban la zona pintada con determinación mientras ganaban por 12-8.

Todo eso se esfumó desde ese entonces como por arte de magia. Green y Pachulia cometieron tres faltas entre los dos en el resto del partido y para cuando llegó el entretiempo los Warriors contaban con una ventaja de 42-16 en la zona pintada a pesar de haberse errado 15 bandejas.

La diferencia final fue de 56-30. Los dirigidos por Mike Brown ganaron por 22.

Tristan Thompson había bajado nueve rebotes o más en nueve de sus 15 compromisos previos, pero Richard Jefferson tuvo la misma cantidad que él (4) el jueves por la noche. Jefferson tiene 36 años de edad, jugó apenas 15 minutos y promedia 0.7 rebotes por partido en la actual postemporada.

Para colmo, apenas uno de esos cuatro rebotes fue defensivo mientras el pivot titular de los Cavs no encestó ni un tiro de campo ni tomó un mísero tiro libre a pesar de vivir bajo la canasta.

Eso debe cambiar en el Juego 2. Thompson no puede ser el agujero negro que absorbe la vitalidad de su equipo.

3. Que alguien detenga a Stephen Curry

Hablando de Thompson, él debe haber tenido una combinación de pesadillas, estrés post traumático y flashbacks aterradores recordando como Curry le dejó los tobillos hechos puré.

Curry hizo lo que quiso en el J1 y extendió su racha de juegos consecutivos en los playoffs con al menos un triple encestado a 71. Bueno, en realidad metió seis desde todos lados como parte de sus 28 puntos y 10 asistencias.

Curry es capaz de encestar desde donde sea con alguien respirándole en la nuca, por lo que su soledad en el primer juego de la serie era pasmosa. Matthew Dellavedova ya no está para darle un respiro defensivo a Kyrie Irving, y los Cavaliers deben hacer lo opuesto con Curry respecto a lo que mencionaba anteriormente sobre Durant.

Asfixia y presión es la única manera de contenerlo, y si elegir tu veneno implica que él se te va a escapar para un doble fácil…bueno, dos es menos que tres.

4. La pelota es el bien más preciado

Ganar de visitante en una final ya es lo suficientemente difícil, pero cuando tu equipo cuenta con una diferencia histórica en balones perdidos eso se convierte en una misión imposible.

Los Cavaliers obsequiaron una posesión 20 veces, mientras que los Warriors lo hicieron en apenas cuatro ocasiones e igualaron la menor cantidad en ese rubro de la historia de las Finales de la NBA.

Es más, LeBron contó con siete regalitos por si solo en el primer tiempo comparado con el único de los de azul y amarillo colectivamente. El “Rey” terminó sin ropa con ocho en total.

Curry habló tras el partido de como él y sus compañeros mantuvieron las cosas “simples” y no “intentaron hacer demasiado”. Eso es más fácil dicho que hecho, pero se vuelve más fácil de ejecutar cuando estás arriba en el marcador.

Lo más probable es que aquella diferencia abismal se achique considerablemente el domingo considerando que la diferencia global entre los dos equipos en esa categoría es de apenas 0.4 en los playoffs (13 para GS, 13.4 para CLE).

Eso es de suma importancia para al menos presenciar un cotejo competitivo.

5. La vida sin sus figuras

El primer juego de la serie contó con varios momentos clave, pero uno que sobresalió para mí fue cuando Durant y Curry descansaron en los primeros cuatro minutos y medio del segundo cuarto y los Warriors pusieron a Klay Thompson, Draymond Green, Andre Iguodala, Ian Clark y David West en la duela.

Los locales ampliaron su ventaja por un punto durante los dos minutos y medio iniciales hasta que LeBron salió reemplazado por Irving y, para cuando KD y Curry volvieron a ingresar, esa ventaja era de +2.

En comparación, los Cavaliers encestaron apenas tres de sus 28 intentos y anotaron solo 18 puntos en jugadas que no involucraron a LeBron o Irving.

En otras palabras, los jugadores de reparto de Golden State se sienten cómodos frente a su gente mientras Kyle Korver no metió ninguno de sus tres triples ni anotó un solo punto en territorio hostil. Ser francotirador es su único trabajo y ni siquiera hizo eso.

Los Cavaliers se verán obligados a mirarse al espejo y cambiar muchas cosas de cara al partido más importante de su temporada.

Si buscan algún aspecto alentador tras sufrir aquella paliza, consideren que el año pasado también fueron humillados por 15 y 33 puntos respectivamente en California para luego prevalecer en siete juegos.

Los Warriors, por su parte, solo necesitan memorizar lo que fue poesía en movimiento y repetir esa prosa frente a su gente para llegar a la mitad del camino rumbo a una nueva consagración.