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Cosas que gustan (y que no gustan) de la NBA, incluyendo al deslumbrante Damian Lillard

Comenzamos noviembre con otra edición de las cosas que gustaron y no gustaron en la NBA:

1. Damian Lillard te destruye

Este chico se hace mejor temporada tras temporada. Lillard ha madurado su juego ofensivo al punto que es bueno en todo... y él lo sabe. Puede castigar a sus oponentes en cada forma concebible, desde casi cualquier rincón dentro de la mitad de la cancha. Hace que defensas completas hagan cambios de posición con un solo bote del balón, un solo movimiento en falso con su hombro, una mirada al aro. Conoce cada contra con la que cuentas y tiene dos preparadas. Opera con un desdén y una gélida expresión en su rostro que parece decir: "¿Por qué te molestas en intentarlo?"

Durante la pasada temporada, Lillard no tenía esta combinación de ferocidad y acrobacia multidireccional en su juego tras el rebote:

El pasado jueves, en partido disputado contra Houston, avergonzó a Clint Capela (defensor consagrado en los cambios de posición) hasta que los Rockets dejaron de hacer cambios posicionales con dicho enfrentamiento.

Lillard tiene 64 por ciento de enceste cerca del aro y es acreedor de 8.5 intentos de tiros libres por partido, cifras topes en su carrera. Los Blazers han anotado 1.45 puntos por posesión en cada intento con un drive de Lillard, segunda mejor marca de la NBA entre 72 jugadores que acumulan por lo menos 50 drives, según data de Second Spectrum. Lillard ha acertado en casi la mitad de eso intentos, algo ligeramente mayor a lo usual para un hombre que se inclinaba demasiado hacia la izquierda cuando incursionó en la NBA.

Toda la liga vio como Lillard hizo implosión cuando los Pelicans lo apabullaron la humillación que aplicaron a Portland en primera ronda durante la pasada zafra. Es claro que Lillard hizo el trabajo. Si no está listo para semejante tratamiento esta temporada, nunca lo estará.

Lillard no ganará el Más Valioso. No puede aportar el impacto versátil de LeBron, Anthony Davis, Kawhi Leonard, Giannis Antetokounmpo o Kevin Durant. Es quien más se acerca a Stephen Curry como base defensor por sí solo, aunque realmente nadie se puede igualar a Curry en dicho aspecto.

Sin embargo, siempre es entretenido ver a un candidato inesperado irrumpir en el debate del Más Valioso y en la propia boleta, como fue el caso de Lillard en la pasada temporada. Si están buscando algo así, estén pendientes de Lillard otra vez. Nos hace ver a todos quienes pensábamos que Portland se tambalearía como tontos... por ahora.

Una subtrama interesante: Si Lillard mantiene este ritmo, sin duda alguna formaría parte de otro equipo All-NBA, lo cual le haría elegible para una extensión súper máxima este verano. Ese pacto comenzaría con la décima temporada de Lillard en la NBA, lo cual inflaría su salario durante esa campaña solamente. (Todos los jugadores son elegibles por el mismo salario máximo, o sea el 35 por ciento del tope, tras haber sumado 10 temporadas). Sin embargo, una elegibilidad previa aceleraría el cronograma para que Portland tome una decisión, si acaso consideran que deben pensarlo (Probablemente deberían hacerlo).

2. Kyle Kuzma, cortante

Su capacidad encestadora hizo de Kuzma una opción natural para hacer dupla al lado de LeBron James, pero su forma de cortar lo ha elevado a otro nivel. Kuzma esconde la línea cuando su defensor mira el balón. Esa es una destreza bastante útil si se juega al lado de LeBron; los Lakers ejecutan gran parte de su ofensiva a los extremos y LeBron atrae miradas, lo cual desvía la atención a mucha acción que ocurre detrás de él.

Algo aún mejor: Kuzma ejecuta esas escabullidas en la línea entre el caos de la semi-transición y es allí donde los Lakers se encuentran vivos.

Aproximadamente el 64 de las cestas de 2 puntos de Kuzma se han producido por la vía de asistencias, un incremento con respecto al 53 por ciento registrado el año pasado. James, por sí solo, ha asistido en 20 ocasiones.

Kuzma debería permanecer en su rol de titular. Mismo caso de Brandon Ingram, incluso si merece mayor tiempo como líder de segundas unidades cuando LeBron descanse. Tal y como escribí antes de comenzar la temporada, poniendo a jugar a James, Kuzma e Ingram juntos con un pívot (JaVale McGee) hace que los Lakers se inclinen por alineaciones conformadas por gigantes.

Esa podría ser su mejor esperanza para obtener equilibrio entre ofensiva y defensiva. El quinteto abridor actual, con Lonzo Ball completando la terna, tiene rating de menos-13 en 31 minutos hasta ahora. Francamente, McGee se ha mostrado increíble para sus estándares en un promedio impensable de 27 minutos por partido (los Lakers necesitan ser cuidadosos con poner a McGee a correr, algo imperioso para ayer).

Los Lakers, equipo que en general es muy pobre a la defensiva, ha permitido solamente 98 puntos por cada 100 posesiones con LeBron y McGee en la cancha, cifra que los colocaría en el segundo lugar en la liga, según NBA.com.

Ese quinteto abridor obliga a Josh Hart, quien es una fuerte amenaza a ambos lados de la cancha, a asumir rol de suplente. Hart tendría que aceptarlo. Es lo suficientemente versátil para sumar más de 25 minutos como sustituto, especialmente si los Lakers dejan de experimentar con tonterías como poner a Ball y a Rajon Rondo a jugar juntos en espacios extendidos.

Incluso podrían pensar en dar la oportunidad a una alineación súper gigante con un base no tradicional, como por ejemplo Hart, Ingram, James, Kuzma y McGee/Johnathan Williams. Hart necesita jugar más que Rondo, punto.

Luke Walton está resolviendo un rompecabezas muy extraño con su roster. Kuzma ha solucionado una parte del dilema.

3. El brillo de Luka Doncic en la improvisación

Doncic ha cumplido con su promesa. Si logra mantener 40 por ciento de enceste desde la larga distancia, superará las expectativas. (Aún es incierto si puede hacerlo. Doncic ha conseguido un 42 por ciento de encestes con triples en salto hasta ahora, digno de Stephen Curry. Esas cestas difíciles abarcan cerca del 60 por ciento de sus intentos).

Algunos jugadores prosperan solamente en ambientes altamente controlados. Cuando manejan una jugada de laboratorio, saben las opciones que surgirán y en qué orden.

El brillo de Doncic sale a relucir cuando el partido se sale de su libreto: cuando la defensiva intenta hacer algo fuera de lo previsto en el informe de scouting, o se resbala y crea un espacio abierto que no se suponía estaría allí. En esos momentos, Doncic ve más que un camino hacia su enceste. Puede entender lo que esa situación significa para todos.

Miren cuanto piensa (o quizás no piensa) Doncic en tres segundos:

Mira a Kawhi Leonard meterse en el pick de DeAndre Jordan y asciende en salto. Ese es el movimiento obvio. Pero Leonard aparece frente a Doncic como si fuera un dichoso fantasma. Eso descontrolaría hasta a algunos jugadores de élite. No a Doncic. Con Leonard presto a ascender, Doncic aprovecha. Sabe como abrirá espacios Jalen Brunson antes de que Jordan le devuelva el balón.

Hay interrogantes válidas con respecto a las cualidades atléticas de Doncic y si son suficientes para que se convierta en All-Star de forma regular; Atlanta apostó en contra. Pero ya tiene mucha calidad y no hay forma de cuestionar su coeficiente intelectual en el baloncesto.

4. Montrezl Harrell, completando su juego

Harrell emergió la pasada temporada como un encestador astuto y un toque sutil. No le iba tan bien a la defensiva.

Eso está cambiando. Harrell juega de forma más fuerte e inteligente en ese aspecto. Rechaza aproximadamente 3.2 disparos por cada 36 minutos, más del doble de su promedio de por vida y se mantiene involucrado hasta el último segundo:

(Puntos adicionales por ser uno de los más entusiastas gritando: "¡DAME ESA ----¡")

Rex Kalamian, nuevo coordinador defensivo de los Clippers, impuso un sistema conservador que tiene a Harrell metido cerca del aro y eso le ha ayudado. Harrell está destruyendo sus promedios de rebotes de por vida y haciendo box-outs como loco: registra casi 11.7 box-outs por cada 36 minutos de juego, cifra digna del Top 30 y a la par de Draymond Green y Rudy Gobert, según la data manejada por NBA.com.

Harrell nunca será defensor de élite o siquiera por encima del promedio. No es lo suficientemente alto. Los Clippers son un equipo mediocre en cuanto a rebotes. Aproximadamente el 42 por ciento de los disparos de sus oponentes han sido frente al aro, cifra más alta de la liga, según la web Cleaning The Glass.

A pesar de ello, Harrell se está fajando y cuenta con muy buenas manos: está cerca de promediar un robo y par de bloqueos por partido, territorio históricamente raro para un suplente. Supera y corre más que los gigantes suplentes rivales que no están acostumbrados a que venga un sustituto a golpearles la boca.

Los Clippers no hacen nada con elegancia. Su ofensiva no es agradable de ver, suman asistencias en apenas el 52.6 por ciento de sus cestas, la sexta cifra más baja de la liga. Pero hacen todo (cada pase, corte, cortina y box-out) con cierto gusto. Juegan dentro de sí mismos y con un propósito claro.

5. La experiencia del alley-oop de Tyson Chandler en su era en Phoenix

La imagen que definirá las cuatro temporadas de Chandler en Phoenix será la de Chandler intentando y fracasando en convertir los alley-opps que fueron tan sencillos de hacer con Chris Paul en Nueva Orleans y durante dos estadías en Dallas caracterizadas por estremecer los aros (Casi nadie los estremecía como Chandler en su apogeo. El chico hacía cestas en salto instantáneas, liberando el balón con tal velocidad que los árbitros no podían cantarle faltas técnicas).

La rotación de bases en Portland se difuminó entre el descontento y un cambio que involucraba a Isaiah Thomas a precio bajo. Eso dejó a Chandler intentando desesperanzado con pases de Brandon Knight y un montón de chicos sin preparación. Ahora, la edad le está pasando factura:

Es un desenlace sumamente triste para el hombre que prácticamente inventó el arquetipo moderno del pívot que corre por el aro y atrapa pases, un All-Star generoso (¡por una vez!), amado compañero de equipo, Jugador Defensivo del Año y clave en la carrera por el título de los Mavericks en 2011, con una defensiva lo suficientemente aceptable. (Chandler fue probablemente el segundo jugador más valioso en ese equipo).

Quizás tenga una última oportunidad como suplente en un equipo contendor.