DETRÁS DE UNA cerca altamente fortificada, amenazantes perros de seguridad y múltiples detectores de metal, un trío de jugadores dichosamente entrenó junto, comió juntó, jugó a las cartas, fumó cigarros y compartía sus sueños.
El crucero de lujo Silver Cloud, de 514 pies, estaba anclado en el Pier Mauá de Río de Janeiro. En él se encontraban Kevin Durant, Kyrie Irving y DeAndre Jordan, miembros de la selección de baloncesto de Estados Unidos que disputó los Juegos Olímpicos de 2016.
Fue una unión formada con el pasar de los años.
Durant y Jordan ya habían formado una relación cuando Durant intentó, en vano, reclutar al gigante para que jugara con la Universidad de Texas en 2007. “Tú sabes”, dice Jordan con una sonrisa, “cuando me mintió y me dijo que iba a quedarse”. Jordan eligió la Universidad Texas A&M; no obstante, él y Durant siguieron siendo amigos cercanos.
El confidente de Jordan durante el verano de 2015 fue Durant: el mismo verano en el cual Durant hizo un pacto verbal para jugar con los Dallas Mavericks; aunque terminó retractándose cuando los LA Clippers, literalmente, lo mantuvieron enclaustrado en su hogar en Houston hasta que renovara con ellos. Un año después, mientras Durant agonizaba con el dilema de dejar el Oklahoma City Thunder para sumarse a los Golden State Warriors, Jordan devolvió el favor. “Desde ese momento”, afirma Jordan, “nuestro nexo no puede romperse”.
Durant no conocía tan bien a Irving, pero le encantaba la forma en la cual éste atacaba en el baloncesto. Ese verano en Rio, Irving acababa de conducir a los Cleveland Cavaliers a su primer campeonato de la NBA, superando a los Warriors.
“Kyrie y yo no tuvimos el mejor inicio”, afirma Durant. “Venía de ganar un campeonato, con una temporada larga y estuvo un poquito fuera de situación en Rio”.
“Se sentía agotado, no comprometido del todo como estábamos el resto de nosotros desde el principio. Lo pude percibir y le exigí, no de forma personal, sino como lo hacen los compañeros de equipo. Y ese fue el inicio de nuestra pequeña relación”.
“Para que él me permitiera hacer eso, de exigirle dentro del espíritu apropiado y que nosotros pudiéramos conversar y resolverlo, eso solo sirvió para solidificar nuestro respeto mutuo”.
El buque fue la incubadora ideal, lejos del ajetreo de la Villa Olímpica. Los jugadores contaban con todo lo que necesitaban a bordo, desde camas especialmente diseñadas para acomodar hombres de 7 pies de estatura, hasta comida gourmet, un sauna, piscina al aire libre y salones privados para sostener conversaciones privadas.
“No solo llegamos a conocernos entre nosotros, tuvimos la posibilidad de conocer a los amigos de cada uno”, afirma Irving. “Tuvimos actividades diarias entre todos. Comenzamos a cuidarnos mutuamente. A hablar con respecto a todo. Estar encerrados en un barco durante un mes hace que salgan a relucir aspectos diferentes de muchas personas”.
Se sostuvieron conversaciones interminables sobre baloncesto, incluyendo la forma en la cual LeBron James había orquestado su propio “grupo de amigos” en Miami con Dwyane Wade y Chris Bosh, que terminaron cosechando dos títulos. En una de las últimas noches en el Silver Cloud, mientras Ky, KD y DJ brindaban chocando sus copas, Jordan recuerda que Irving llegó a decir: “Oye, sería genial hacer esto de verdad”.
“Le pregunté: ‘¿Qué quieres decir con eso?’”, afirma Jordan, “y Ky respondió: ‘Formemos parte del mismo equipo y juguemos juntos’”.
Los Juegos Olímpicos terminaron con medallas de oro y amistades fortalecidas. Durant y Jordan se fueron de vacaciones a Grecia y luego los tres tomaron caminos separados. Durant ganó dos campeonatos con los Warriors, Irving fue canjeado a Boston y finalmente, Jordan se incorporó a los Mavericks por un breve y desastroso lapso. El trio intercambió mensajes de texto de forma regular durante sus respectivos trayectos turbulentos en lo individual, recordando con cariño sus conversaciones a bordo del Silver Cloud.
“La hermandad fue real”, dice Irving. “No obstante, las circunstancias nos mantuvieron separados”.
“Hubo momentos en los cuales uno tenía que preguntarse: ‘¿Podrá suceder alguna vez?’”, dice Jordan.
En el verano de 2019, con los tres jugadores prestos a convertirse en agentes libres, conectaron de nuevo.
“Todos estuvimos de acuerdo”, afirma Jordan. “Tenemos que hacerlo”.
EL ENTRENADOR DE LOS BROOKLYN NETS Kenny Atkinson y el gerente general Sean Marks compartían una visión basada en el análisis estadístico, con énfasis en el ritmo de juego, apoyada por un staff técnico de élite y arraigada en una camaradería en la cual el jugador está primero, que sería inmune a las fuerzas tóxicas que, a través de la historia, han contaminado a los rosters con calibre de campeonato.
No obstante, las derrotas se acumulaban: 116 en las primeras dos temporadas de Atkinson al mando.
“En algunas noches”, afirma Atkinson, “estaba sentado con mi esposa, tomando una copa de vino, diciéndole: ‘No sé si vamos a poder hacerlo’. Tuve dudas bastante fuertes”.
Tanto Atkinson como Marks se resistieron a depender de veteranos con pasados complicados que habrían aumentado la cantidad de victorias, a perjuicio de menoscabar el tenor de la misión. Eso les causó tener una puerta giratoria de jugadores jóvenes con un margen bastante amplio para soportar sus errores.
“Éramos el hazmerreír de la NBA”, afirma Caris LeVert. “Los equipos no podían esperar para jugar contra nosotros. Representábamos una victoria automática”.
No obstante, en 2019, algo notable estaba sucediendo en Brooklyn. Joe Harris y Spencer Dinwiddie comenzaron a florecer bajo el programa estrictamente reglamentado en Brooklyn. Marks había tomado en el draft de 2017 a Jarrett Allen, un gran hallazgo en el puesto 22. Súbitamente, LeVert comenzó a recibir elogios en Twitter por parte de LeBron James, Chris Paul y Paul George, halagando el progreso de Brooklyn.
Los Nets habían sorprendido a todos al sumar 42 victorias y clasificar a los playoffs.
“Iba a Los Ángeles para jugar durante el verano”, afirma Dinwiddie, “y la gente me decía: ‘Están jugando fuerte. Qué bien por ustedes’. Como si yo fuera un hermano menor a quien le daban una palmada en la cabeza o algo así. El mensaje era: ‘Ustedes no son importantes’”.
“Pero de repente, sí lo fuimos”.
Los agentes libres potenciales comenzaron a darse cuenta del lounge con techo descubierto y una vista sorprendente de los rascacielos neoyorquinos. La reputación de Atkinson como entrenador de sus jugadores comenzó a crecer. Se decía que no sólo les pedía a sus jugadores que soportaran una incursión, sino que hacía la demostración en las prácticas, asumiendo el contacto de un gigante de 6 pies, 10 pulgadas de estatura y 280 libras de peso para demostrar su idea.
Durant invirtió varias horas investigando a Marks, tanto como jugador y como aprendiz de gerente en San Antonio y Miami. Se sorprendió por la atención al detalle y el compromiso en poner en primer puesto a los jugadores. Jordan comenzó a preguntarle a veteranos de la talla de Jared Dudley con respecto a sus experiencias en Brooklyn.
“Jared me dijo: ‘Te mantendrán metido en el gimnasio durante todo el día, pero te encantará lo que hacen’”, dice Jordan. “Hacen las cosas de la forma correcta”.
Irving, cuya relación con los Celtics se había deteriorado, dijo que le comentó a Danny Ainge en su entrevista de fin de temporada que había decidido dejar el equipo. Estaba claro con respecto a su nuevo destino: volvería a su terruño de Brooklyn, con todas las posibilidades que ofrecían los Nets; en vez de jugar con los Knicks, que se sentían estancados y anticuados.
“Ven conmigo”, le imploró a Durant y Jordan.
Si lo construyes, ellos vendrán.
Ahora, ellos están aquí y con ellos, surge un nuevo reto: ¿Cómo los Brooklyn Nets, un equipo que no ha ganado nada, convencerá a jugadores All-Star y futuros miembros del Salón de la Fama que han ganado múltiples campeonatos, que hagan las cosas a la manera de este equipo? Siendo más precisos: ¿Cómo convencer a estos All-Stars, que han creado su buena dosis de disfuncionalidad en vestuarios del pasado, en asumir esta personalidad de los Nets?
“Muy buena pregunta”, afirma Atkinson. “Allí radica el meollo de lo que tenemos por delante”.
LOS NETS SE SINTIERON fascinados cuando su nuevo trio de poderosas estrellas organizó entrenamientos veraniegos para el equipo en una escuela media de Los Ángeles durante los meses de julio y agosto. El objetivo era formar química y aprender las tendencias de cada uno sobre la cancha. Todo iba sobre ruedas hasta que Brooklyn envió a su equipo de desempeño para un minicamp anual de dos días con los jugadores, en el cual se efectuaron, entre otras actividades, la recopilación de data biométrica con dispositivos wearables. Irving, quien ha pasado los últimos nueve años trabajando con su especialista en desempeño personal, Robin Pound, se resistió.
Cuando los Nets le pidieron cortésmente que participara, Kyrie no contuvo su expresión: “No lo voy a hacer”. Esto creó un momento tenso, según indican fuentes ligadas al equipo, especialmente para los jugadores que estaba de vuelta y se habían beneficiado del trabajo hecho con el staff de desempeño y que habían incorporado los resultados de éste dentro de su rutina.
“Miren”, indicó Atkinson. “Estos chicos han ganado campeonatos. Tienen un linaje bastante bueno y hemos querido ponerles a hacer cosas a las que ellos responden: “¡Claro que no!”
Al principio, los tres mostraron su sorpresa cuando conocieron la rutina diaria a la que se someten en Brooklyn: Un compromiso de dos horas que arranca incluso antes del inicio de las prácticas. Los jugadores reciben un mensaje de texto que les informa de la hora programada para su “momento sobre la cama de masajes”. Eso incluye 30 minutos con un terapista de masajes, fisioterapeuta o ambos, dependiendo de lo que les moleste ese día. Después, los jugadores pasan 30 minutos en el salón de musculación para luego pasar a la cancha y hacer sesiones individuales de entrenamiento.
“Nuestra programación puede ser un poco rígida”, afirma Atkinson. “Somos similares a un programa universitario, en algunos aspectos. Tenemos esta rutina en la cual hacemos cosas bastante especificas con personas bastante específicas”.
“Aunque, ya puedo ver como se está transformando en algo que no era anteriormente. Cuando Joe Harris intentaba hacerse de un puesto en la liga, nos decía: ‘Haré lo que ustedes quieran’. Ahora, estanos lidiando con veteranos que dicen: ‘Muy bien, así lo hacen ustedes. Pero esta es la forma en la cual siempre lo he hecho yo y me ha funcionado bien’”. “El reto consiste en: ¿podremos combinar ambas cosas? Nadie nos ha dado premios por dominar el código cultural. Seguimos aprendiendo”.
El truco radica en crear los espacios necesarios para Durant, Irving y Jordan sin comprometer los valores clave bajo los cuales se consolidó el estilo de los Nets. Requiere de llegar a acuerdos, algo que nunca ha sido el punto fuerte de la personalidad de Irving. Marks predica la paciencia.
“No podemos detener el tren y decir: ‘Vaya, vaya. Ellos no quieren hacer esto, así que pongámosle freno’”, afirma Marks con respecto a los esfuerzos de recopilación de datos de desempeño llevados por el equipo. “Estamos haciendo algo que requiere que nos ganemos su confianza… y eso toma su tiempo”.
“Ellos necesitan saber que las cosas que hacemos tienen una buena intención. Nunca será utilizado en su contra. No es algo malicioso. No se trata de decir: ‘Oye, tú hiciste esto y afectará a tu contrato’”.
Durant dice que, en el caso de la mayoría de los veteranos de la NBA, su régimen de entrenamiento es sagrado. Es lo que refuerza su grandeza y su nivel de compromiso.
“Tendrá que ser un dar y recibir”, afirma Durant. “En este punto de nuestras carreras, todos tenemos rutinas. A la vez, quiero aprender qué hace ellos. Debemos estar dispuestos a encontrar un punto medio”.
Marks insiste que la resistencia de Irving a la recopilación de data de desempeño no era inesperada ni tampoco causó ruptura. (También apunta que Irving, de hecho, terminó asistiendo y observando dichas sesiones). Afirma que tanto Dudley como el exmiembro de los Nets DeMarre Carroll tuvieron sus reservas cuando llegaron al equipo.
Los escépticos con respecto al “Modo Nets” deberían considerar el caso de Harris, que pasó de ser un suplente poco confiable en su primera temporada en Brooklyn a líder de liga en porcentaje de enceste de triples en la pasada campaña. Esos resultados le llevaron a firmar un contrato por dos años y $16 millones en 2018. Atkinson usa a Harris como ejemplo de un jugador transformado positivamente por la cultura de los Nets.
“Apenas tenía 23 años cuando llegué acá y no había logrado nada”, afirma Harris. “Nuestra camada de agentes libres importantes para ese año lo constituíamos yo, Jeremy Lin, Justin Hamilton, Anthony Bennett y Trevor Booker. Tres años después, soy el único que sigue jugando en la NBA”.
“Joe apestaba cuando llegó aquí”, afirma Atkinson. “No podía dejar de perder el balón. Nadie gritaba en ese entonces: ‘Oh, sabíamos que en un par de semanas Joe Harris será todo un jugador de la NBA, paguémosle $10 millones’. Si alguien dice semejante cosa, es un mentiroso de primera categoría”.
EN RETROSPECTIVA, ATKINSON admite ahora, sobreentrenó a los jugadores, trabajó demasiado a su personal, no delegó adecuadamente y olvidó dormir en sus primeras dos temporadas. Y, sin embargo, Durant dice que fue ese enfoque maníaco lo que le llamó la atención. Estaba buscando un nuevo desafío en su carrera, y encontró la idea de ayudar a llevar a los Nets al siguiente nivel infinitamente atractivo.
"Sentí que lo habían logrado desde el fondo, y eso me gustó", dice Durant.
Y así a las 6:02 p.m. ET el 30 de junio, Kevin Durant anunció a través de Instagram que se uniría a los Nets. Y a los pocos minutos de eso, las métricas de Brooklyn cambiaron. Los ingresos por boletos aumentaron un 72%, el equipo duplicó sus seguidores de Instagram y su sitio de productos en línea disfrutó de un enorme aumento de ventas del 953%. Fue una tendencia bienvenida para un equipo que terminó último en asistencia la temporada pasada.
Aún así, mientras la emoción continúa creciendo alrededor de los Nets, la base de fanáticos aparentemente permanece en un patrón de espera. En la noche de apertura, con Durant en ropa de calle y es probable que se pierda esta temporada debido a la lesión de Aquiles que sufrió durante las Finales de la NBA 2019, no había ningún lugar cerca para saludar a Irving y Jordan.
Irving organizó un espectáculo eléctrico, aportó 50 puntos en 34 disparos, pero los Nets perdieron. La temporada pasada, D'Angelo Russell, el predecesor de Irving en Brooklyn, promedió 18.7 tiros por juego, mientras que Dinwiddie (12.2), LeVert (12.1) y Harris (9.8) dividieron el resto. Tal ofensa de alto volumen para un jugador será un ajuste.
Pero los jugadores de Brooklyn hablan con entusiasmo del liderazgo y el temperamento de Irving. Dinwiddie pasó una semana con él y su familia en Hawai en julio. LeVert dice que Irving deja caer una pequeña joya de baloncesto en su regazo casi todos los días, ya sea para cruzar para sacudirse a los defensores o para concentrarse y repetir la actividad necesaria para terminar en el tráfico.
Sin embargo, los cambios de humor infames de Irving, confirmados por sus ex compañeros de equipo, que lo siguieron de Cleveland a Boston a Brooklyn, son la preocupación tácita que inquieta a los directivos de los Nets. Cuando Irving cae en estos funk, a menudo se apaga, no dispuesto a comunicarse con el cuerpo técnico, la oficina principal y, a veces, incluso con sus compañeros de equipo. Fuentes del equipo de los Nets dicen que uno de esos episodios ocurrió durante el viaje de Brooklyn a China, dejando a todos rascándose la cabeza sobre lo que lo precipitó. Hay esperanza de que Durant pueda convencer a su amigo para que tenga un mejor estado de ánimo. Pero cuando se le presenta ese escenario, KD dice que no le tocará nada.
"Miro a Kyrie como alguien que es un artista", dice Durant. "Tienes que dejarlo solo. Sabes lo que traerá a la mesa todas las noches porque se preocupa mucho por el juego.
"Ahora, podría no ser cómo otras personas quieren que se preocupe por él. Tiene su forma de hacer las cosas. Respeto quién es y qué hace. Tiene todos los intangibles que quieres en un compañero de equipo y un gran jugador. Entonces, cómo llega al punto de estar listo para las 7:30 cada noche, lo estoy apoyando al 100 por ciento”.
Irving, por su parte, ve este movimiento como un nuevo capítulo, una oportunidad de construir sobre la base que él y sus amigos establecieron en Río. Él anhela jugar junto a personas en las que sabe que puede confiar.
"Tenemos la máxima confianza en nuestra capacidad para desarrollar nuestra relación desde la duela, para poder protegernos mutuamente como hermanos y dedicarnos al tiempo en familia y otras cosas que nos perdimos durante años en que éramos otros lugares", dice Irving.
Marks dice que continuará el diálogo con Irving, quien ya se presentó para la hora de la mesa y las sesiones de entrenamiento con pesas, a medida que avanza la temporada. "Quiero que sepa que venimos de un buen lugar", dice Marks. "Si los jugadores sienten que los estamos usando o tenemos un motivo oculto, va a fallar… Estamos adoptando la postura de '¿Cómo podemos ayudarlo?’”.
Ya ha habido margen para permitir que Irving marche a su propio tambor. Los Nets están dispuestos a mirar momentos pasados como la sesión de fotos en la Torre Pearl TV en China, cuando Irving se negó a quitarse el la gorra y les indicó que lo expulsaran. Se centrarán más en el problema más grande de compartir el balón y mantener una buena química del equipo.
"No creo que ninguno de nosotros planee contarles a estos tipos cómo se hacen las cosas", dice Harris. "No encontrarás un montón de egos por aquí. Lo nuestro es jugar desinteresadamente y jugar juntos.
"Estoy seguro de que Kyrie tendrá algunos 'días' y nosotros también. Mientras la responsabilidad esté en su lugar, todos vamos a ir con ella".
Si bien Brooklyn espera competir por un lugar en los playoffs nuevamente esta temporada, la visión a largo plazo está fijada en Durant y su capacidad para elevar a los Nets a competir por el campeonato. La opinión predominante entre los empleados de los Nets es que él será la voz más fuerte y persuasiva, una que esté en sintonía con su visión del equipo.
Presumiblemente, no habrá asientos vacíos cuando KD haga su debut. Ha estado en las instalaciones casi todos los días, rehabilitando y cantando con sus compañeros de equipo, ofreciendo comentarios, dejando sentir su presencia. Los Nets no han requerido su asistencia; Durant tomó esa determinación por su cuenta.
"Sale y toma un par de tiros, no jumpers y todo el gimnasio se detiene", dice Marks. "Se puede escuchar caer un alfiler. Eso es genial para nuestros muchachos, porque sienten que este tipo está esperando en las alas. No lo estamos esperando, pero hombre, es una sensación genial saber que vendrá".
Durant dice que su objetivo es compartir las experiencias que ha encontrado en Oklahoma City y Golden State con los jugadores jóvenes que quieren lo que tiene: un anillo. "Obviamente, dejando Golden State, no espero nada mejor que eso", dice. "Veo esta situación como, ‘muy bien, estoy llegando a una organización joven que tiene aspiraciones de campeonato pero no sabe exactamente cómo se siente'".
La convicción de que Durant, Irving y Jordan se inculcaron mutuamente en un crucero en Río los ha transformado en el nuevo núcleo de los Brooklyn Nets. El desafío es incorporar ese núcleo en una cultura existente: una consolidada cuando las ganancias eran escasas, pero la unión nunca lo fue.