Con el avance de la circulación del coronavirus (COVID-19), la NBA afronta una realidad completamente nueva: la suspensión -y posible cancelación- de una temporada ya comenzada.
"¿Deberíamos considerar reiniciar la competición sin aficionados, y qué significaría eso? Porque, presumiblemente, si tuviéramos un grupo de jugadores y personal saludable, bajo observación permanente y sometido a seguir algún tipo de protocolo, se podría hacer". señaló Adam Silver, comisionado de la Liga, en lo que parece ser más una expresión de deseo que una realidad concreta.
Lo cierto es que aún no se establece la magnitud de pérdidas que afrontará un negocio multimillonario como la NBA, tanto en las 30 franquicias que compiten como en los contratos afrontados de televisión dentro y fuera de Estados Unidos. Hoy, con Los Angeles Lakers al frente de la Conferencia Oeste y los Milwaukee Bucks como líderes de la Conferencia Este, la expectativa de un cruce de estrellas puede quedar solo en expectativa.
¿Por qué decimos que esta situación es nueva para la NBA? ¿No hubo suspensiones anteriores? Sí, existieron algunas realmente importantes, pero ninguna se dio una vez comenzada la temporada. Ni siquiera la muerte del ex comisionado David Stern obligó a una suspensión de partidos en el actual curso de liga. El fallecimiento de Kobe Bryant en un accidente de helicóptero junto a su hija Gianna y otros siete tripulantes solo hizo que se posponga el juego entre Lakers y Clippers, con la ciudad de Los Ángeles envuelta en lágrimas.
Hubo otros hechos en la historia de los Estados Unidos que sirvieron para postergar juegos, como por ejemplo el atentado a las torres gemelas en 2001 que obligó a suspender cinco encuentros de pretemporada. O los asesinatos del Presidente John F. Kennedy en 1963 y de Martin Luther King en 1968, que obligaron a la postergación de juegos oficiales. También disturbios raciales en Miami obligaron a suspender el juego de Heat y Suns en 1989, y en 1992, también tras disputas raciales por la golpiza a Rodney King, se pospuso una semana el partido entre Clippers y Jazz, mientras que el choque Blazers-Lakers se trasladó a Las Vegas.
En 1998, seis años después, se pospuso el choque de Spurs ante Jazz por un tornado que azotó el estadio y en 1999, se postergó Nuggets-Blazers por la masacre en la escuela de Columbine. Más adelante, en 2004, la NBA suspendió los últimos 45 segundos de Pistons-Pacers luego de que Ron Artest -rebautizado tiempo más tarde como Metta World Peace- atacara a los fanáticos en las tribunas, en un hecho sin precedentes que provocó suspensiones gravísimas por parte de la NBA. Y finalmente, en 2013, tras el atentado en la Maratón de Boston que le costó la vida a tres personas, fue pospuesto el encuentro entre Celtics y Pacers.
Pero los dos grandes hechos que obligaron a temporadas más cortas, fueron los lockouts de 1998 y 2011. El primero de los paros patronales, que desencadenó en un nuevo contrato colectivo de trabajo entre la Asociación de Jugadores y la NBA en 1999, llevó a una pretemporada acortada, a la suspensión del All-Star Game y a jugar solo 50 partidos de los 82 programados con antelación. Si bien hubo otros dos lockouts previos a este, uno en 1995 y otro en 1996, las dos temporadas regulares de aquel entonces comenzaron sin inconvenientes. La discusión sobre el lockout de 1998 fue concreta: la Liga quería un límite salarial más estricto y la unión de jugadores quería mantener el status quo. ¿Resultado? se mantuvo el límite salarial flexible.
En 2011, la situación fue un poco distinta, dado que el mayor problema estuvo supeditado a los ingresos entre jugadores y dueños, pero también estuvo presente la estructura del límite salarial. El NBA lockout , que condujo a un nuevo acuerdo colectivo de trabajo, obligó a que comience la temporada recién el 25 de diciembre, día de navidad. Significó una reducción de partidos de 82 a 66 y fue el cuarto lockout de la historia NBA, con una duración total de 161 días.
Tras conocerse el miércoles 11 de marzo que Rudy Gobert, centro francés del Jazz, era portador del coronavirus (COVID-19), la NBA suspendió toda su actividad, incluyendo el choque entre New Orleans Pelicans y Sacramento Kings pautado para esa misma noche. De esa manera, serán 259 partidos los que, a priori, no se jugarán en la temporada regular y aún no sabemos si existirán playoffs en el actual curso de la Liga. Una situación increíblemente extraña, tan extraña que no se registra ausencia de partidos de NBA en marzo desde el 30/3/1998, mismo día que se jugó el partido definitorio de la NCAA.
El mundo atraviesa una de las crisis globales más grandes de la historia con el avance de una pandemia aún desconocida a la que, paradójicamente, solo se le puede escapar refugiándose en los hogares. Esta será recordada, sin dudas, como la temporada NBA más atípica de todas: comenzó con un terremoto de grado 7.1 al sureste de California que se sintió hasta en Las Vegas, donde Knicks y Pelicans jugaban un partido de pretemporada y tuvieron que cancelar el desenlace. Siguió con el escándalo de Daryl Morey, manager general de Houston Rockets, desatado tras su tweet publicado en solidaridad con los protestantes anti-gobierno en Hong Kong, que obligó a una crisis inmediata entre la NBA y China, uno de sus socios principales. Continuó con los tristes fallecimientos de Stern y Kobe, y puede finalizar por el avance incontrolable del coronavirus.
Pese a que tiempo atrás el deporte era una válvula de escape ante situaciones de orden mayúsculo, hoy no podemos decir lo mismo. Todos estamos en la misma bolsa: postergaciones, suspensiones y cancelaciones están a la orden del día y no está mal. En definitiva, la salud siempre está primero.
Y el básquetbol, por fortuna, no es la excepción.