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Chris Paul y el básquetbol que le gusta a la gente

Getty Images

En los últimos tiempos, la NBA ajustó sus principios a la exacerbación del mundo que vivimos. La rentabilidad de los equipos dentro de la cancha se abrazó a dos principios básicos de crecimiento: mayor velocidad, traducida en ritmo, y mayor cantidad de puntos anotados merced a ese incremento de la dinámica.

Si décadas atrás había especialistas en lanzamientos de rango medio, ahora ya están extinguidos por completo. ¿Para qué un doble largo si tengo mayor efectividad en uno cercano al aro? ¿Para qué un tiro de dos puntos alejado si un triple me da un punto más? De nuevo, optimizar la ganancia en menor cantidad de tiempo son principios básicos del capitalismo. Y el deporte moderno no es excepción.

Para obtener esta clase de beneficios, el biotipo del jugador ha cambiado por completo. Si antes un Magic Johnson era un hallazgo producto de la naturaleza, hoy un Luka Doncic, un Giannis Antetokoumpo o un LeBron James son genios construidos en un laboratorio. Hechos a medida por algún sastre meticuloso de este maravilloso deporte. Como consecuencia, han desaparecido las posiciones fijas y hemos conocido los atletas multitarea. El nacimiento del point forward y el básquetbol del hágalo usted mismo. En este escenario de modificaciones recurrentes y pragmatismo despiadado, Chris Paul es una grieta antisistema, un disparador nostálgico de un básquetbol caído en desuso: base pequeño que desarma estructuras con su talento. Que ralentiza y acelera según las circunstancias. El eterno resplandor de una mente con infinitos recuerdos.

La matemática llena los bolsillos, pero la poesía... la poesía reconforta el alma. Y CP3, a los ojos de los fanáticos, es la belleza del juego enfrascada en un envase pequeño. Es contenido pero también es forma. Una demostración cabal de que las cosas, todavía, pueden hacerse de otra manera. En definitiva, el deporte es mucho más que gerentes devanándose los sesos entre números a la búsqueda de una herramienta mágica que conduzca hacia un resultado. Ni triple-dobles, ni lanzamientos de último segundo, ni números estratosféricos: liderazgo, creatividad, confianza, experiencia y manejo de tiempos.

Chris Paul hace mejores a todos los equipos que conduce. Y hoy, aquí, vamos a demostrarlo.

EL CRECIMIENTO DE PHOENIX SUNS DE LA MANO DE CHRIS PAUL

"Cuando CP3 va a un equipo, automáticamente se convierte en un equipo mejor", le dijo LeBron James a los periodistas el pasado fin de semana de las estrellas.

Y lo que dice James es absolutamente cierto. En sus últimas cinco experiencias, los equipos de CP3 han tenido un incremento de porcentaje de victoria de +.157 después de adquirirlo, según nos informa el departamento de estadísticas de ESPN. Curiosamente, señala el Elias Sports Bureau, solo el jugador que lo elogió, LeBron James, es el otro jugador activo en cambiar equipos al menos tres veces y tener un salto de +.150 en porcentaje de triunfos.

Lo que ha hecho CP3 es ir en contra de la corriente. Porque Phoenix, a diferencia del orden imperante, juega lento. Sí: gana y juega lento. El ritmo de 97.9 posesiones cada 48 minutos es el segundo más bajo de toda la NBA. La última vez que los Suns tuvieron un ritmo menor comparado con el resto de la Liga fue en 1982-83, señala Basketball Reference, y este ritmo actual va camino a ser el más lento de su historia. Vísteme despacio que estoy apurado. Chris Paul ha bajado el ritmo de manera radical y está funcionando: en la temporada pasada, los Suns eran el noveno equipo más veloz de la Liga con Ricky Rubio en el armado de juego.

Si bien es cierto que el invicto en la burbuja de Disney ya posicionaba a los Suns de Devin Booker y compañía como un equipo de temer para la temporada en curso, la llegada de Paul ha incrementado esa expectativa. Agrega Elias Sports Bureau que, entrando al All-Star Game, el porcentaje de triunfos de un año a otro de Phoenix es de +.220. De mantenerse así, CP3 estaría próximo a ser el único All-Star en toda la historia de la NBA en jugar para tres equipos una temporada completa en la que cada una de sus franquicias tuvieron un incremento de +.200 en el porcentaje de triunfos.

Pese a estos números maravillosos, Paul no ha logrado jugar nunca una serie de Finales de NBA. Quizás su función haya sido, además de líder, de mentor. Hacer mejores a los compañeros, empujarlos a entender todo lo que pasa alrededor de un balón. Los éxitos y los fracasos, las alegrías y las lágrimas derramadas. Su porcentaje de triunfos de +.638 es el mejor de toda la historia para jugadores que nunca participaron de una definición de torneo. Y no será sencillo en absoluto que este año puedan conseguirlo como luce el Salvaje Oeste.

Para tener en cuenta: en 52 temporadas, los Suns solo tuvieron dos apariciones en Finales. La última fue en 1993, tres años antes del nacimiento de Booker y solo un mes después del octavo cumpleaños de CP3. Charles Barkley en ese entonces no era analista de básquetbol, era una potencia en la pintura, pero poco pudo hacer ante Michael Jordan, Chicago Bulls y compañía (4-2) en lo que sería el primer título del segundo Three-Peat de Su Majestad.

Phoenix juega como un equipo con todas las letras, y ese trabajo de básquetbol mancomunado es consecuencia del catalizador nacido en Wake Forest. El arranque de 24-11 es el mejor de la franquicia desde que abrieron la temporada 2006-07 con 27-8. No solo eso: Phoenix ingresó a la pausa por el All-Star con el segundo mejor récord de la NBA detrás de Utah Jazz, quinta vez que ocurre en toda la historia del equipo y segunda desde, también, 2006-07.

Este año parecería ser el quiebre de una década para el olvido en la tierra del desierto: en las últimas diez temporadas se han perdido los playoffs y es la segunda racha negativa activa detrás de las 14 ligas en fila de los Sacramento Kings. Lo que le ha otorgado Paul, además de juego, es la esperanza de creer. De imaginar un mundo mejor detrás del talento joven evidente. Para dar un paso adelante, hay que vencer a los oponentes más complicados y es exactamente lo que están haciendo: su marca de 13-5 ante equipos con récord .500 o más es la segunda mejor de la Liga solo detrás de los Brooklyn Nets. Además, tienen 5-2 contra los ocho mejores equipos de la NBA, con triunfos ante Jazz, Lakers, Sixers, Bucks y Trail Blazers.

La defensa, además, ha sido factor crucial de esta armada: la eficiencia defensiva de 108.2 es la tercera mejor de la Liga y la mejor de equipo desde 2000-01 (2°). Importante este dato gentileza de ESPN Stats: Phoenix nunca pudo ser top ten en defensa con excepción de las dos temporadas mencionadas previamente.

DEVON BOOKER, EL SOCIO IDEAL DE CHRIS PAUL

"¡Devin Booker es el jugador más menospreciado de nuestra liga! Tan simple como eso”, posteó LeBron James en Twitter. Y vaya si tiene razón.

El combo guard entre Paul y Booker ha tenido, desde el pasado 28 de enero, una eficiencia neta de +12.6 en 368 minutos en cancha compartidos. Y Booker, de solo 24 años, ha sido un anotador fantástico para la franquicia. Se encamina a su partido número 100 de 30 puntos y lidera la lista de todos los tiempos de Phoenix en juegos con esa cantidad de unidades anotadas. Sólo ocho jugadores menores a 25 años tienen 100 juegos de 30 o más desde que la NBA y la ABA se fusionaron en 1976-77.

UN CAMINO HACIA LA DIVERSIÓN

Seguramente la excepción no servirá para hacer la regla, pero sí para sonreír ante la presencia de un oasis en el desierto. La NBA no volverá a hojas anteriores y el ritmo seguirá siendo evolutivo, la velocidad incrementada y la numerología obsesiva. Pero Paul, armador retro en época de redes sociales, invita a repensar lo ya aceptado.

Podrán saltar más alto, correr más rápido e incluso tener un tamaño superior, pero aún queda un resquicio de ventaja para los que piensan. La fábula de la tortuga y la liebre. Habrá espacio siempre para los que logren dar un paso atrás para que el resto de otro adelante. Para los que tensen los músculos en defensa y acompañen con el esfuerzo. Para los que sueñen con los pies sobre la tierra y logren transformar adversidad en fortaleza. Para los que sean mentores con el ejemplo. Para los que lideren. Para los que logren levantarse de una caída dolorosa. Para los que aceleren en la niebla. Para los que lo sigan intentando sin importar las canas que peinen.

Hablar las veces que haga falta, pero nunca dejar de jugar. Caminar aún cuando la lluvia campee. Cuando la brisa se transforme en huracán. Un paso por vez, a la velocidad que sea, para poder escalar la montaña imposible. Avanzar, siempre avanzar. Contra lo que digan y contra lo que se ponga en frente. El básquetbol que le gusta a la gente es el básquetbol que no se rinde. Que contagia, que seduce, que enamora.

El básquetbol que siente.

Chris Paul, el eterno Chris Paul, todavía está de pie. Y tiene muchas cosas por decir.