<
>

Chris Paul, el dueño de la pelota

Se baja el telón de la primera función. El protagonista sonríe. Está extenuado pero feliz. Se golpea el pecho y señala hacia una butaca del público para dedicarle su consagratoria actuación. Los reflectores iluminan más aún la luz que emanó sobre el escenario. Está listo para contar frente a las cámaras cómo lo hizo. Chris Paul conoce todos los detalles del juego. Es el dueño de la pelota.

Paul tuvo que esperar 16 temporadas para debutar en unas Finales de NBA. Hasta el Juego 1 entre Phoenix Suns y Milwaukee Bucks, CP3 había sido titular en 123 partidos de playoffs. Nadie había sido tan paciente en la historia para que le llegara su momento. Y si de paciencia y control de los tiempos se trata, nadie como el base de los Suns.

En la victoria de Phoenix 118-105 contra Milwaukee en la apertura de la serie, Paul fue determinante. Convirtió 32 puntos y repartió 9 asistencias. ¿Saben quién era el único jugador en la historia en haber registrado estadísticas similares en un debut en Finales de la NBA? Un tal Michael Jordan, con 36 puntos y 12 asistencias en el partido inicial del duelo entre Chicago Bulls y Los Angeles Lakers en 1991.

En la calurosa noche de Arizona, Paul anotó o asistió para 54 de los puntos convertidos por los Suns. Indica Elias Sports que esa es la tercera marca más alta de todos los tiempos para un jugador que se estrenaba en Finales. Solo lo superan Allen Iverson con 61 en 2001 y Jordan con 60 en 1991.

Claro que los fríos números no explican, solo acompañan. Paul es mucho más que contundentes estadísticas. Es el que sabe cuándo acelerar o cuando aquietar los ritmos de un deporte que es cada vez más frenético. Y entiende el valor que tiene la pelota. Por eso la cuida tanto: apenas 2 pérdidas en 37 minutos.

CP3 analiza siempre qué es lo que su equipo necesita de él. Con el entrenador Monty Williams tienen tal conexión que basta con una mirada para que la comunicación fluya y se refleje en la cancha. Si hace falta correr, Paul lo hace y comanda furiosos contraataques. Si es mejor ir lento y hacer circular el balón para encontrar el tiro adecuado, ahí está él para dirigir los ataques. Al momento de defender, el sacrificio no se negocia.

A pesar de la sorpresiva participación de Giannis Antetokounmpo, la estrella de los Bucks que se recuperó en tiempo récord de una hiperextensión en la rodilla izquierda y se mostró saludable, Milwaukee nunca tuvo opciones. Los Suns dominaron el partido de principio a fin.

La victoria ya está en su poder. Paul toma el último rebote y se queda con la pelota en las manos. Los fanáticos sacan de sus gargantas lo último que les queda de voz. Phoenix nunca fue campeón de la NBA. Apenas está disputando las terceras Finales de su historia. Un sitio al que no accedía desde 1993, cuando Charles Barkley era su motor pero se encontraron con los implacables Bulls de Jordan. Los Suns conocen el valor de comenzar con un triunfo: el ganador del Juego 1 de unas Finales de NBA se llevó la serie en el 72% de las veces (53 de 74).

Valió la pena la espera para Chris Paul, quien logró combinar el lucimiento personal con la habilidad de hacer mejores a sus compañeros. A los 36 años disfruta de sus primeras Finales de la NBA y del reconocimiento a una carrera espectacular. El primer paso ya está dado. La segunda función lo espera. Él estará listo para volver a brillar con su mejor partenaire, la pelota.