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Robeisy Ramírez, las dudas y el amor por Cuba y el beisbol

Robeisy Ramírez se debate entre la sorpresa, la memoria y la pasión. Boxeador olímpico dos veces ganador de la medalla de oro para Cuba y ahora rumbo a pelear un título mundial, Ramírez admite que a menudo charla de beisbol. Y en los tiempos del Clásico Mundial, tema obligado es la selección de Cuba, colocada sorpresivamente entre los mejores cuatro del torneo.

“Realmente no pensé que fueran a pasar de primeros de grupo, ni pensé que pasarían”, afirma en charla virtual con ESPN, a unos días de pelear por un título mundial que tanto ha anhelado dentro del profesionalismo, una palabra omitida en la isla que lo vio nacer.

Como todo cubano, Robeisy lleva la pelota en la sangre. Uno de sus grandes amigos es Yordenis Ugás, bronce olímpico en Beijing 2008. A menudo se juntan para hablar de todo porque “Ugás es una persona muy enterada”.

Entre los temas más frecuentes es el beisbol, y ahora el Clásico Mundial, donde Cuba se ha colocado entre los mejores cuatro equipos del torneo. El resultado genera orgullo, y también un sentimiento encontrado porque detrás de esa selección siempre hay una alta dosis de política, orgullo por el lugar donde se nació y resentimiento porque salir de ahí implicó muchos sacrificios que en otros países nunca se vive al migrar.

“Esperemos que les vaya bien a los peloteros”, admite Robeisy con una parte de su sentir. “Es otra cosa que trae controversia a lo que está pasando, es un equipo que trae la bandera, pero también la dictadura, el gobierno, son sentimientos encontrados”, confiesa.

Robeisy nunca ha sido un tipo callado. Ganó una medalla olímpica de oro en los Juveniles de Singapur 2010, y cuatro años se coronó con el título olímpico en Londres 2012. Cuatro años más tarde en Río 2016, se consagró como bicampeón olímpico a los 22 años. Un jovencito estrella de su nación, pero con problemas internos.

“Estando en Cuba, bajo un régimen que te impone lo que tienes que hacer, supe salir adelante a pesar de tener tantos problemas con los dirigentes, supe darles dos medallas olímpicas sin que ninguno de ellos tuviera confianza en mí o creyeran que las fuera a ganar, con 18 y 22 años, en medio de ambas olimpiadas tuve miles de problemas con los dirigentes”, relató.

“Luego llegué aquí, a luchar con un país capitalista totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados en Cuba, solo éramos mi mujer, mis hijas que ahora van creciendo y yo. Eso me ha ayudado a centrarme”, presume.

Esa historia de un boxeador es similar a la de cualquier pelotero estrella de grandes ligas salido de Cuba. El origen les ha puesto dificultades adicionales a las que siempre implica migrar, triunfar y ser figura en el extranjero.

Para el Clásico Mundial de este año Cuba pudo incluir por primera vez a peloteros de Grandes Ligas, pero pronto muchos de ellos, como Aroldis Chapman y Aledmys Díaz, dijeron que no portarían la camisola nacional. Otros que fueron llamados, como Yordan Álvarez o José Abreu, jamás respondieron a una nación en donde no se pasan sus juegos.

A diferencia de muchos países, jugar pelota en el equipo nacional no solo es una cuestión de orgullo, también implica historia y coincidencia de ideas. Eso es lo complejo. Pero al final de la historia, cuando se lanza la bola, puede hacerse una pausa a la política.

“Apoyo a Cuba al cien por ciento, pero mientras sea un logro para esa dictadura lo voy a reprimir, es algo que uno trata de no expresarlas mucho. Aunque si respaldo todo el tiempo que Cuba le vaya bien”, finaliza Robeisy.