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Serie de Ideas Radicales: ¿Qué tal si los equipos de MLB pudieran buscar más juegos en casa?

Una última idea radical: No más estadios vacíos que lastimen a los equipos de mercado pequeño. Dejen que los ricos llenen sus propios estadios con mayor frecuencia -- y que paguen por ese privilegio. Mahoney Studio

Bienvenidos a la tercera y última entrega de nuestra serie de Ideas Radicales, en la cual "arreglamos" los problemas palpitantes del béisbol, yendo más allá de limitar las visitas a la lomita o colocar cronómetros para limitar las pausas entre pitcheos. Tratamos de revolucionar la estructura competitiva con cambios muy novedosos, aunque por lo menos sean ligeramente factibles.

Nuestra meta no radica (necesariamente) en que nuestras ideas lleguen al escritorio del comisionado de las Grandes Ligas Rob Manfred. Por el contrario: tenemos la intención de generar un debate sobre el estado actual del béisbol, y qué pasaría si fuéramos más allá de lo ya establecido.


A finales de agosto pasado, los Atléticos de Oakland volaron 400 millas al sur para disputar tres partidos a mitad de semana contra los Angelinos de Los Ángeles. Los encuentros provocaron las cifras de asistencias más pequeñas en Anaheim durante la pasada campaña. Sin embargo, fueron buenos números: Más de 100.000 clientes pagaron a fin de ver a los Angelinos barrer a los Atléticos.

Una semana después, los Angelinos volaron hasta Oakland. La serie de mediados de semana tuvo asistencias de 14.571, 11.110 y 10.544, lo cual suma cuatro aficionados menos que los asistentes al estadio de los Angelinos en la noche del martes anterior. Existen muchas razones tras la diferencia: Los Atléticos ya estaban fuera de posibilidades de clasificar a la postemporada, mientras que los Angelinos se encontraban dentro de la carrera por el comodín; los Angelinos tienen una zona de influencia en su área metropolitana de más del doble que los Atléticos; los Angelinos tenían un roster con mayor cantidad de peloteros famosos; los Angelinos cuentan con un estadio más cómodo y los Angelinos no habían alienado a sus aficionados al despachar a muchas de sus estrellas a través de cambios. Hay montones de buenas razones por las cuales tres partidos a finales de temporada tienen mayor importancia para un amplio grupo de aficionados de los Angelinos que para un grupo más pequeño de aficionados de los Atléticos.

Quizás no pensemos que los partidos de béisbol en vivo sean un recurso escaso (parece que hay una infinidad de ellos disponible) pero el caso es que, obviamente, sí lo son. Son costosos de producir y hay límites impuestos por el clima, las condiciones laborales, la atención del público, etcétera. Major League Baseball logra escenificar 2.430 partidos por año. Si jugasen uno de ellos en Kalispell, Montana, venderían algunos boletos y algunos aficionados irían contentos al estadio; aunque eso sería en sacrificio de vender muchos más boletos a muchos más aficionados felices en una ciudad de mayor tamaño. Por eso, juegan en Anaheim.

Tres partidos de béisbol entre Atléticos de Oakland y Angelinos de Los Ángeles cuestan millones de dólares. A $30 por cabeza (el precio promedio de un boleto en el Angel Stadium), el mundo ha demostrado su disposición de invertir por lo menos $3.1 millones en esos tres partidos, cantidad de la cual cerca de la mitad será destinada a la fuerza laboral.

Sin embargo, estos tres partidos tuvieron un "valor" aproximado de $870,000 al mundo cuando se disputaron en Oakland, en septiembre, a mediados de semana. No se trataba de partidos disputados en Kalispell, obviamente. Sin embargo, son tres encuentros del total de 2.430 de la oferta limitada que pone MLB en el mercado, despachados a un lugar en el cual no muchas personas estaban ansiosas por verlos.

El deporte profesional quizás sea la única industria privada en el mundo que despacha la misma cantidad de producción a cada mercado, sin importar la verdadera demanda que exista para dicho producto y sin importar la cantidad de dicho producto que no se utilice. El béisbol se acerca, a mi criterio, a un servicio público y en un mundo decente, cada persona que quiera ver partidos de béisbol debería estar a una distancia razonable de un sitio en el cual se escenifiquen. Pero, incluso los servicios públicos son lo suficientemente astutos como para saber que cada área metropolitana no recibe exactamente la misma cantidad de un producto: el noreste requiere de mayor gas natural que Miami, y Los Ángeles necesita mayor infraestructura de recolección de basura que Barstow. El béisbol es peculiar en ese sentido y creo que lo podemos arreglar.

Nuestra idea para solucionar esta situación

Los equipos pueden licitar para así adquirir la prerrogativa de celebrar juegos en casa.

Cómo funcionaría

El concepto más simple probablemente es el mejor: Cada equipo tendrá 81 partidos programados en casa, como es el caso de hoy en día. Sin embargo, se les permitirá vender los privilegios de celebrar encuentros en casa, por el precio que sean capaces de obtener de sus oponentes, con un límite (por ejemplo) de dos semanas antes de la fecha programada del partido. Los Rays (que atraen un promedio de 15.000 aficionados por encuentro, generando aproximadamente $350.000 en ventas de boletos) podría conseguir un ansioso comprador en los Azulejos de Toronto, que tienen una cifra de 40.000 asistentes por partido y generan un poco más de $1 millón en ventas de entradas.

Cualquier cantidad de variables afectaría el precio. Los Yankees, por ejemplo, son un equipo que atrae altas cifras de asistencia en la carretera, por lo cual es probable que paguen una cifra mayor para comprar la disputa de partidos en casa a otro club. Sin embargo, también tienen cifras importantes de asistencia en casa, a precios más altos en promedio, por lo cual es probable que estén dispuestos a pagar más por la ventaja de tener partidos en su terreno. Probablemente, también pongan mayor valor en la ventaja competitiva de disputar un encuentro en casa, porque están compitiendo por un puesto en los playoffs. Si una serie programada en Tampa Bay está pautada para celebrarse inmediatamente después de una en Toronto o Boston o en casa, los Yankees quizás paguen algo extra para evitar el viaje. Si ocurre a principios de abril, cuando el clima es un desastre en la región nororiental de Estados Unidos, quizás paguen mucho menos. Si los Yankees se encuentran fuera de la carrera por el banderín en agosto, pero los Rays estén metidos en ella, quizás el precio aumente mucho, y quizás los Rays comiencen a comprar la celebración de partidos a los Yankees. Y etcétera, etcétera. Mucha intriga de por medio.

Sobra decir que los equipos ya no jugarían calendarios "equilibrados" con 81 partidos en casa y 81 en la carretera. Parece injusto a primera vista. Los Yankees y Dodgers gastan cuatro veces en salarios lo que invierten Rays y Atléticos. Pero ya hemos superado la mentalidad de ver "algo injusto" hace mucho, mucho tiempo. Esto podría ayudar a arreglar la situación.

Dos razones por las cuales funcionaría

1. Bueno, se trata de una mayor cantidad de dinero para el deporte del béisbol. Un encuentro en el Wrigley Field es aproximadamente cuatro veces más lucrativo, económicamente hablando, que uno celebrado en el PNC Park de Pittsburgh y Fenway Park produce seis veces mayor lucro por venta de boletos por partido que el Tropicana Field de St. Petersburg, Florida. Digamos que los equipos en el tercio bajo de la recaudación por ventas de boletos venden el 20 por ciento de sus fechas en casa y que los equipos del tercio más alto compran 20 por ciento mayor cantidad de partidos. Nada más cambia, con la excepción de tener 160 de 2.430 encuentros disputados en estadios más repletos. Si esos partidos recaudan lo que se vende en promedio en cada estadio, tendríamos 2.5 millones de entradas adicionales vendidas al año, y cerca de $165 millones en mayor lucro por venta de boletos (hablamos solamente de venta de tickets, sin contar venta de mercancía, comida, estacionamiento, etcétera) para la industria.

Yendo más allá, podríamos especular que la ganancia total es mayor, porque los equipos "vendedores" no perderían muchos aficionados. ¿Acaso, los aficionados de los Padres asisten a un encuentro el 13 de mayo contra los Cardenales porque justamente se celebra el 13 de mayo contra los Cardenales, o acuden porque les gusta ir a varios partidos cada temporada y esa fue una de muchas opciones disponibles? Si esa opción se borrara, ¿no irían entonces al estadio el 14 de mayo para ver a los Rockies, el 8 de mayo cuando su equipo juega contra los Nacionales, o el 27 de julio, fecha en la cual se enfrentarán a los Diamondbacks? Estos equipos quizás no pierdan muchas ganancias mientras que los equipos "compradores" realmente ganarían al incrementar su capacidad para recibir aficionados.

No trato de meter esta tesis en el clamor de quienes dicen que "el béisbol está moribundo". Por lo contrario, el béisbol goza de muy buena salud, y si hay algo que pudiera darle un poco más de salud a este deporte no es una preocupación existencial para el béisbol ni para mí. Sin embargo, un mayor lucro por recaudación representa más dinero para los peloteros, lo cual sería positivo, porque se les está pidiendo de todos modos que trabajen y porque los atletas cuentan con una ventana de tiempo sumamente corta y volátil a fin de hacer sus fortunas. Muchos de estos nuevos boletos serían, presuntamente, vendidos a aficionados que quieren asistir a más partidos de los Cachorros, pero los encuentros de los Cachorros se agotan, o a mayor cantidad de partidos de los Cardenales, aunque luego quedan decepcionados porque todos los buenos asientos se agotan rápidamente, o a más partidos de los Medias Rojas, pero (debido a su escasez) se encuentran con que los boletos son muy costosos. Cuando las filas para comprar son muy largas, cuando los productos populares se agotan, cuando los precios son influidos por la carencia de existencias, es malo para los clientes. ¡Clientes como usted!

2. Les daría a los equipos de mercado pequeño un recurso que podrían utilizar a fin de hacerse más competitivos.

Los equipos de las Mayores al celebrar encuentros en casa, ganan aproximadamente 53.7 por ciento de esos partidos. Convertir entonces, un encuentro celebrado en la carretera en uno en casa, representaría una cifra cercana al 7 por ciento de un triunfo. Los equipos pagan mucho dinero en el mercado de los agentes libres para conseguir una victoria de forma expedita la cual, por estos días, representa aproximadamente $10 millones. Por ello, además de desear celebrar partidos en casa por las ganancias económicas que representarían, los equipos más acaudalados querrían celebrar juegos en casa por motivos de ventaja competitiva.

Lo cual es positivo para los equipos de mercado pequeño, porque sí hay algo que tienen los equipos de mercado pequeño en demasía son partidos en casa. Al tener 81 juegos programados en su estadio, controlan el equivalente en WAR de un Manny Machado. Simplemente, les damos la libertad de utilizarlo como quieran.

¿Es acaso una frivolidad tratar a los partidos en casa como activos que se puedan negociar por algo más lucrativo para ese equipo? ¿Es injusto permitir que los equipos ricos compren la ventaja competitiva de esta forma? ¿Es algo desleal para la ciudad que alberga a un equipo el poder reducir su calendario en casa de esta manera?

Por mi parte, es algo que... sigo considerando. Aunque, generalmente concordamos que no es banal tratar a Manny Machado como un activo que pueda ser negociado a fin de que un equipo obtenga algo más lucrativo, o permitir que los equipos compren ventaja competitiva representada en un pelotero como Manny Machado y que (dentro de lo razonable) no es desleal al equipo de una ciudad que negocie a su Manny Machado. O, si lo consideramos así, es una parte justa y aceptable de la lucha competitiva.

Lo que sí suena como algo medianamente injusto es decirle a un equipo de mercado pequeño, que está luchando en medio de un panorama financiero absurdamente desequilibrado, que no se le permite obtener el mayor valor posible de sus pocos activos significativos. Los Rojos tienen récord de 7-24 esta temporada; apenas estaba intentando ganar cuando comenzó la campaña y estarán desmoronados a medida que avance el año. Recibirán a los Gigantes de San Francisco entre el 17 y 19 de agosto. Serán partidos en medio de clima caluroso y húmedo, atrayendo a 12.000 aficionados por partido, para recaudar cerca de un millón de dólares. Si ganan o pierden esos encuentros será algo totalmente irrelevante con respecto a la estrategia a largo plazo de la organización, sus objetivos para 2018 y sus aficionados. El sistema ya es, de por sí, cínico y poco competitivo.

No es irracional entonces pensar que los Gigantes, si están metidos en la carrera por el banderín, estén dispuestos a pagar $10 millones para disputar esos tres encuentros en casa y llevar a 120,000 almas al AT&T Park. ¿Podrían decirle a los Rojos de Cincinnati que esos $10 millones no los ayudará a ser más competitivos más rápido que si celebraran esos tres encuentros en casa?

Dos razones por las cuales no funcionaría

1. El 19 de agosto será el Día de Calcomanías de pared para los niños, con imágenes con cabezas abultadas en Cincinnati. ¿Qué van a hacer, entonces, con todas esas calcomanías que ya mandaron a imprimir?

En toda seriedad: armar un calendario con 2.430 partidos ya es una pesadilla logística, y esta idea convertiría todo en un apocalipsis logístico. Son cosas que estoy dispuesto a dejar pasar. Pero si hay algo que no puedo poner por debajo de la mesa, y que es el motivo por el cual probablemente esto jamás sería aprobado en negociaciones laborales, es que las exigencias en cuanto a viajes (viajes inesperados y más largos de lo usual) serían brutales para los peloteros. Aún nos faltan dos o tres avances tecnológicos en el viaje aéreo para que esta idea sea factible y humanamente posible.

3. Ahora bien, ya contamos con varios precedentes para este concepto. En el deporte universitario, por ejemplo, los encuentros celebrados fuera de sus conferencias son programados generalmente por las propias universidades: deciden contra quiénes juegan, donde juegan y cómo se dividen las ganancias. Conduce a varias situaciones que rayan en lo vulgar, tal como lo entiendo, pero básicamente funciona (tal como lo entiendo) Y en el béisbol, cuando hubo terribles cifras de asistencias en Montreal, los Expos jugaron en 2003 y 2004 la cuarta parte de sus partidos en San Juan de Puerto Rico. Hubo ciertas diferencias (los otros 29 equipos eran dueños de los Expos en ese momento y los Expos no estaban vendiendo ventajas en casa, más bien la sacrificaban) pero todo el esquema, más o menos, se alineaba con la siguiente idea: Un equipo cuyos aficionados no estaban comprando sus boletos consiguió a otros aficionados que sí sacaron la billetera, sacrificando su ventaja de jugar en casa por mayor lucro económico.

Habiendo dicho esto: Es difícil poder estimar el factor "asco" que podría generar esto hasta no ponerlo en funcionamiento. Este plan, definitivamente, podría hacer que todos terminemos disgustados con él. Me gustaría pensar que un equipo en reconstrucción podría vender la celebración de varios encuentros en casa, utilizar el dinero para firmar buenos peloteros y darles mejores almuerzos a sus prospectos en Ligas Menores. Pero existe una posibilidad muy cierta de que, digamos, cierto grupo de propietarios ubicados en el sur de la Florida vendería casi todos sus partidos y gasten todo el dinero en zapatos. Se siente como algo casi paternalista decirlo, pero en la era en la cual hay equipos dispuestos a perder casi a propósito, podría ser una mala idea el darles a los equipos mayores herramientas para ir a su liquidación.

No obstante, si creemos que los equipos son actores racionales y quieren manejar buenos negocios y colocar buenos equipos de béisbol en el terreno, esto le daría otra herramienta a su disposición. O no utilizarlas. Es su decisión.

Pero ¿por qué?

Sólo tengo un principio económico: Si una persona valora algo mucho más de lo que lo hace otra persona, debe haber una forma en la cual ese objeto debe llegar a manos de quien lo valore más. Cualquier sistema que no pueda conseguirlo es un sistema fallido, un sistema roto, y un desperdicio dentro de la consecución de la felicidad humana.

Pienso que los Rays valoran el dinero de sobra dentro de las arcas de los Yankees más de lo que lo hacen los propios Yankees. Pienso que los Yankees desean tener más encuentros en casa de lo que lo hacen los Rays. Esta idea podría ser un desastre en su implementación. No obstante, existe un negocio y una liga que se maneja cerca del 80 por ciento de su eficiencia hoy en día, lo cual está costándole dinero a los peloteros, acceso a los aficionados y un recurso valioso a los equipos de mercado pequeño. Permitir que los equipos negocien podría ser la solución.

*Todas las cifras de venta de boletos promedio fueron tomadas de este sitio Web, el cual es cónsono con los estimados publicados en otros sitios a través de los años.