Todo era alegría en el podio del GP de Hungría para Max Verstappen. Claro, hacía un rato había aplastado a todos sus rivales con un triunfo implacable, el 44º de su campaña, el noveno del año y el séptimo al hilo. Nada malo podía ocurrirle, pero… Llegó Lando Norris y le arruinó la fiesta porque: ¡le rompió el trofeo!
Sí, insólito, pero real. El inglés de McLaren, segundo en Hungaroring, intento descorchar su botella de champán golpeando la base contra el primer escalón del podio, para que el tapón saltara. Claro, allí descansaba el hermoso trofeo de Verstappen, quien ya se había metido de lleno en la celebración de burbujas con Checo Pérez. No bien Norris golpeó la botella, la copa de porcelana se fue directo al piso y se rompió.
Los trofeos del GP de Hungría son bellísimas obras realizadas por la casa Herend, la mayor fábrica de porcelana de Europa, que fue fundada en 1826 en el pequeño pueblo de Herend, Hungría. La reina Victoria compró diseños de Herend en 1851 para decorar el castillo de Windsor y desde entonces, sus piezas son requeridas por distintas realezas europeas, clientes aristocráticos del todo el mundo y era proveedor de la dinastía de los Habsburgo.
Para el GP de Hungría de 2006, los organizadores se contactaron con Herend para que realizara los trofeos de los vencedores. Si bien no todos los años los tres primeros se llevaron la valiosa pieza artesanal realizada a mano, con los años se convirtió en un clásico el hermoso premio húngaro.
Para la confección se utilizan caolín, feldespato y cuarzo. El producto se cocina inicialmente a 830 grados centígrados, luego las piezas se esmaltan y vuelven al horno a 1.410 grados. Ese trofeo fue el que Lando le rompió a Max. ¿Cuál es el costo de la copa? Ojalá usted, querido lector, esté sentado: ¡30.000 euros!