Max Verstappen es noticia siempre en la Fórmula 1. En la enorme mayoría de las veces, porque gana. Pero también está en la picota cuando anda complicado. Y vaya si la pasó mal en el primer día de actividad del GP de Australia, tercera fecha del ejercicio 2024.
El neerlandés y su Red Bull se mostraron terrenales en el semipermanente de Melbourne, se podría decir, que hasta permeables. Su andar arrollador de Baréin y Arabia Saudita quedó archivado en Oceanía. El matrimonio casi ideal del tricampeón y el RB20 tuvo fisuras en el estado de Victoria. Nunca logró estar cómodo con el auto.
En el primer ensayo, a Verstappen le costaba llevar su Red Bull por lo gris, algo tan simple como esencial. El piso de su RB20 sufrió los embates de los pianos, porque no le alcanzaba la pista y debía ir más allá de los límites. En alguna ocasión, hasta llegó a la leca de tanto más que necesitaba. Nervioso, indócil, no había caso. Hasta sufrió un fuerte latigazo, por una notoria ida de trompa, que casi lo tira contra el muro de la séptima curva. Así y todo, se las arregló para cerrar la tanda en el segundo puesto, detrás Lando Norris.
Si el primer entrenamiento había sido complicado, ni hablar el segundo. Está claro que el neerlandés habrá bajado una cruda línea sobre el andar de su auto porque los mecánicos se pusieron a trabajar fuertemente en el RB20. Y la labor se extendió tanto, que el verde marcó el arranque del segundo ensayo y el neerlandés estaba a un costado del auto, sin el casco. Recién salió cuando ya se habían consumido 23 de los 60 minutos. Y no fue mucho mejor.
El Red Bull siguió nervioso, difícil de llevar. Para colmo, en un giro lanzado se encontró con Guanyu Zhou lento en una curva ciega. No era su día. Más golpes a los pianos, más problemas para meter la trompa en algunas curvas… Así y todo, sí, quedó segundo. Claro, debió estirar el tiempo de búsqueda de tiempos rápidos hasta los 45 minutos, mientras sus rivales ya probaban el ritmo de carrera.
Checo Pérez, con su octavo lugar a más de ocho décimas, es la muestra cabal de que Red Bull no está ni cerca de la firmeza habitual en el fin de semana australiano. En el ambiente, flota el recuerdo de Singapur 2023, la única carrera que no ganó el equipo austríaco en toda la temporada (ni siquiera hubo representación en el podio).
El viernes de Verstappen fue muy complicado. Eso sí, no se lo puede descartar de la pelea por la pole y el triunfo. El equipo trabajará para el tercer ensayo de este sábado y la clasificación para intentar recuperar el andar confiable que no llegó a Australia.
Ahora, si Red Bull continúa perdido, habrá que ver qué equipo y qué piloto puede aprovechar el convite. En los entrenamientos, fue Ferrari (el mismo que se benefició en Singapur) el que se mostró fuerte con Charles Leclerc como el más veloz del día. Claro, a nadie le sorprende la velocidad de la Scuderia en una vuelta lanzada, su talón de Aquiles pasa por el ritmo de carrera. Pero las 381 milésimas que el monegasco logró sobre Verstappen no son para nada despreciables, más allá de que se trató de un entrenamiento.
Carlos Sainz fue tercero, marcando el poderío de la Rossa, aunque no fue tan fuerte como Leclerc. Tal vez el físico le esté jugando en contra al español, quien viene de sufrir la operación de apéndice hace apenas dos semanas. Detrás apareció Aston Martin, a poco más de medio segundo, pero firme también a una vuelta porque Lance Stroll fue cuarto, justo por delante de Fernando Alonso. McLaren, después de dominar la tanda inicial con Lando Norris, quedó lejos en la segunda. ¿Y Mercedes? Ambos pilotos sufrieron con el tren trasero, pero George Russell (sexto) se las arregló mejor que un desconocido Lewis Hamilton. Si Verstappen la pasó mal, el heptacampeón se llevó la medalla dorada del sufrimiento en el primer día. A puro despiste, golpeando el pisto de su W15 contra casi todo, quedó 18º de 19 (Alex Albon no giró por la tarde australiana debido al accidente de la primera salida).