La Scuderia venía de ganar en el principado con Charles Leclerc, pero en Montreal ambos autos se quedaron afuera de la Q3: el monegasco largará 11º y Carlos Sainz, 12º.
¿Cómo pasar de la alegría suprema, del éxtasis absoluto, de tocar el cielo con las manos a una debacle absoluta y una actuación paupérrima? Ferrari tiene la receta. La Scuderia llegaba al GP de Canadá después del magistral triunfo de Charles Leclerc en Mónaco y con el cartel de candidato a seguir presentando batalla. Sin embargo, los autos rojos se derrumbaron en la clasificación del semipermanente de Montreal y ni siquiera pudieron superar el corte de Q2.
Las luces de alerta en el equipo de Maranello ya se habían encendido durante la tercera sesión de entrenamientos libres. “No somos rápidos”, había advertido Leclerc después de quedar décimo, a 800 milésimas de Lewis Hamilton, el más veloz de la tanda. Carlos Sainz, aún peor, 12º. No había velocidad en las largas rectas del semipermanente canadiense. La SF-24 sufría en la pista y los ingenieros del team italiano no lograban encontrar el balance ideal.
Ya en clasificación, todo fue para peor. Hay que remontarse al GP de Austria de 2021 para encontrar la última carrera con los dos autos de Ferrari eliminados en la Q2. La frustración de Leclerc fue notoria al bajarse de su auto. Especialmente porque llegó con la ilusión de seguir batallando con Verstappen: el monegasco llegó segundo en la tabla, a 31 puntos del neerlandés.
“Necesito ver los datos, pero el verdadero problema es que siempre estuvimos entre el octavo y el 12º tiempo. Luego hicimos una vuelta demasiado pronto y más tarde me encontré con un McLaren en mitad de la curva 10. Estoy enojado, pero la realidad es que no fuimos lo suficientemente rápidos”, dijo Leclerc en declaraciones a la cadena Sky. Frédéric Vasseur, director de Ferrari, apuntó: “Tenemos un buen ritmo, tanto en seco como en mojado, y deberemos centrarnos en eso: mucho dependerá del tiempo". En dos semanas, la Rossa pasó de la felicidad a las caras largas.