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Esa piedra en el zapato de Checo Pérez llamada: Lando Norris (McLaren)

El auto ‘papaya’ y Norris, sobre todo, se han convertido en un escollo difícil de sortear para Checo

Quién sabe de dónde venga la frase, pero se entiende a la perfección. Su uso es común y amplio –atraviesa desde el ambiente popular al docto-. Una piedra en el zapato es tener o toparse con algo que incomoda el andar; que lo hace pesado y difícil.

Pues Checo Pérez tiene una y su color es naranja y, normalmente o últimamente, toma la forma del joven británico Lando Norris.

A diferencia de los grandes y esperados obstáculos, una piedra en el zapato es algo pequeño, pero tienen un efecto, a veces muy notorio. Mercedes representa ese gran obstáculo en la temporada de Checo Pérez. Pero, como en muchas otras ligas, hay rivales que inesperadamente se complican y terminan por decidir el resultado entre los mentados ‘grandes’ –piénsese en la LaLiga, donde claramente Barcelona y Real Madrid pelean por el campeonato (a veces se mete un tercero en discordia) y algunos de esos títulos habrán sido decididos mínimamente o decididamente por un rival no esperado que les quitó puntos-. Pues Checo Pérez lleva, desde España, lidiando con los McLaren.

En Cataluña fue el de Daniel Ricciardo. Finalmente lo pudo rebasar, pero el daño estaba hecho y Checo nunca estuvo en competencia contra sus rivales directos; luego, en Mónaco, fue Lando Norris quien tapo el camino del tapatío rumbo al podio. En Bakú y Paul Ricard descansó, pero llegaron al Red Bull Ring y esa molesta piedra se volvió a colar al zapato del mexicano.

Podría aceptarse que en el Gran Premio de Estiria el efecto Norris sobre la carrera de Checo fue mínimo: el británico entorpeció el primer stint del Red Bull número 11 y los Mercedes escaparon. Todavía en el segundo stint el RB16B de Checo apuró el paso y terminó en la cola del Mercedes de Bottas ¿Qué habría pasado si Norris no hubiese estado ahí, o al menos Pérez lo hubiese pasado antes? No es descabellado imaginar que hubiese sido podio para Pérez.

Una semana después, Checo volvió a toparse con Norris, en la misma pista pero oficialmente en un Gran Premio distinto. Sergio se defendió bien del ataque de Hamilton y a la vez intentó el rebase sobre Lando. “Se salió con la suya”, sentenció Pérez al final de la competencia refiriéndose a que Norris salió indemne de ese primer ataque, cuando el Red Bull tuvo que ir por fuera de la pista (con zona asfaltada) para no pegarse.

Claramente Checo era más rápido que el McLaren. Claramente la idea de que ese auto es una piedra y no un rival directo queda demostrada. Pero, claramente confirmamos que, por muy pequeña que sea la piedra, sus efectos pueden ser devastadores y esta vez, lo fueron.

Si en Estiria Norris solo entorpeció una parte de la carrera, en Austria los acontecimientos llevarían al “desastre” para el auto 11, cuando en la curva 4 Checo intentó de nuevo el rebase –por fuera, como casi siempre son los rebases- y Lando hizo el radio de giro como si Pérez no estuviese a su lado y lo echó fuera. Esta vez, en una zona de la pista donde no hay asfalto sino trampa de arena. Las consecuencias: perdida de bastantes posiciones y el ritmo de carrera seriamente comprometido. Un sexto lugar a 57 segundos de Max Verstappen en el otro Red Bull, mismo que ganó contundentemente, confirmando que Red Bull tenía el auto para el 1-2 en casa. Ni modo, oportunidad perdida.

“¡Es la calificación…!”

O clasificación, como prefieran. Pero hay algo en común en los fines de semana de España, Mónaco, Estiria y Austria.

En España, Checo ganó el octavo lugar de salida. Delante de él arrancó el McLaren de… Ricciardo. Luego, en Mónaco, Pérez se clasificó noveno. Con un muy buen stint inicial se pudo quitar de los zapatos algunas piedritas (Sebastian Vettel y Pierre Gasly) y brillantemente también le ganó la posición a Lewis Hamilton. Pero se topó con Lando Norris y ahí quedó la remontada: cuarto…

Saltamos a Austria, donde en el GP de Estiria Checo inició desde la quinta posición, detrás de… Norris. Y, una semana después en una buena y emocionante clasificación, Pérez logra el tercer cajón de salida, delante de los dos Mercedes. La mesa parecía puesta para el 1-2 en casa, pero, como dice otra popular frase: del plato a la boca se cae la sopa, y pasó lo que pasó.

Sabíamos que a Checo Pérez le costaría la clasificación, y este problema va más allá de la adaptación al coche. Por su fino estilo de manejo, Checo no calienta el neumático a una vuelta como otros pilotos –Verstappen, Bottas, Hamilton, justo sus rivales directos- y la clasificación suele complicarse. Eso no implica que no haga brillantes sábados, como en San Marino o ahora en Austria, pero normalmente tendrá más dificultades que los pilotos ya mencionados.

En otras palabras, Checo complica su fin de semana los sábados. Por ejemplo, una vez pasó a Ricciardo en España, Pérez construyó una diferencia de 10 segundos sobre el McLaren; en Estiria, luego de pasar a Norris, le sacó 27 segundos y con su demoledor ritmo dominical alcanzó a los Mercedes. Finalmente, en Austria una vez tuvo aire limpio, no tuvo problemas en despegarse del pelotón conformado por Sainz, Ricciardo, Leclerc y Gasly. Se les escapó y con mucho esfuerzo Sainz logró quedar dentro de los 10 segundos para recuperar la posición con Pérez (sancionado con 10 segundos por maniobras contra Leclerc).

Entonces, para decirlo claro: Checo Pérez inicia las carreras con la piedra en el zapato, y así, siempre va a sufrir –mucho o poco- el domingo, y no podrá reflejar en el resultado final toda la calidad que tiene en las manos. Al menos en Austria, en las dos carreras se le escaparon los podios por esta situación.