Desde el "Cerco del Bulge" en la Segunda Guerra Mundial no se daba una espera tan exasperante en el Bosque de las Ardenas como la que se dio el domingo 29 de agosto en el Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1, pero con la diferencia de que el resultado final fue absolutamente anticlimático.
Luego de más de tres horas de espera, los aficionados sólo pudieron "disfrutar" de tres vueltas al trazado, encadenados por el auto de asistencia, eso fue todo. Pero tambié la seguridad y vida de los pilotos es lo más importante y eso se privilegió.
Todo empezó con una lluvia permanente hizo que los oficiales de pista comandados por el australiano Michael Masi detuvieran toda acción en el circuito de 7,004 metros de Spa-Francorchamps, pero fue el piloto mexicano, Sergio Pérez quien la pasó peor.
Un cuarto de hora antes de la hora establecida para la largada (3:00 pm horario local 9ET/6PT), todos los autos salieron a dar una vuelta para tomar su lugar en la parrilla. Con la fuerte lluvia, la pista anegada era una piscina, pero ahí vino el error del volante del auto 11 de Red Bull.
En la entrada del conjunto de curvas conocido como 'Les Combes', Checo Pérez entró pasado y con mucha confianza pisó un lavadero con el neumático delantero izquierdo y perdió agarre. La parte trasera de su RB16B se coleó con claro 'oversteer'. Sergio quiso corregir, pero no hubo tracción alguna y terminó contra la barda protegida con neumáticos.
En ese momento, a unos minutos de la arrancada, el destino del tapatío parecía definido: no arrancaría el Gran Premio, pero la lluvia no cesó y luego de esperar más de media hora con los autos en la grilla, se dieron un par de vueltas de instalación con safety car e inmediatamente después se declaró bandera roja.
Fue entonces que Red Bull se dio cuenta que tal vez podía reparar el auto de Pérez y, quizás, tenerlo listo antes de que se diera la largada.
La incertidumbre convivió con las prisas en el foso del auto número 11. ¿Podía o no podía volver? ¿Lo haría con vueltas o una vuelta menos que el resto? Paul Monaghan, jefe de ingenieros de Red Bull abogó por el caso de su piloto, y aunque Masi en un principio había dicho que no podía volver, consultó con sus comisarios y dieron luz verde para su retorno que sería desde la cola y debería salir desde pits.
Así pasaron los minutos que se volvieron horas. El reglamento dice que luego de tres horas y media luego de la vuelta de instalación debe arrancar el Gran Premio o será cancelado. El control de carrera decidió detener el conteo cuando faltaban 60 minutos para que concluyera, luego dieron las 6:17 pm de Bélgica como hora de largada.
El plan fue que salieran los 20 autos, el de Checo estaba terminado desde hace mucho tiempo, detrás del safety car, pero en condición de bandera verde. Fueron tres vueltas de farsa para los miles de aficionados que aguantaron, sin moverse, más de cuatro horas bajo la lluvia.
Ingenieros y miembros de los equipos explicaron la imposibilidad de correr principalmente por dos puntos que comprometían la seguridad de los pilotos de forma muy peligrosa:
1.- Muy baja visibilidad por la estela de rocío o spray que dejan los autos.
2.- Pero sobre todo el acuaplaneo, que es cuando los neumáticos pierden totalmente el contacto con el piso al pasar por un charco profundo y donde las gomas no pueden desalojar el líquido suficiente. En ese momento pasan de ser monoplazas a lanchas sin control. Según explicó en la transmisión de TV, el director del equipo Alpine, los actuales autos de la F1 "no están diseñados" para desalojar tal cantidad de agua , por el contrario, el nivel de carga aerodinámica que los hace funcionar favorece el acuaplaneo.
De nuevo la bandera roja y la declaración de terminada la "carrera". Lo que hubo fue una triquiñuela de la FIA para dar el evento como legalmente celebrado a los ojos de organizadores locales y cadenas de televisión con derechos. Pero también una decisión basada en la integridad de los pilotos, su seguridad.
Al final, un podio, con Max Verstappen como ganador, George Russell, segundo y Lewis Hamilton, tercero, pasado sin agua, que premió a los más rápidos de la calificación, porque carrera real no hubo.
El día más nublado en la historia de la F1, tal vez, pero todos salieron ilesos.