NEW YORK -- Justo afuera de la ventana de la oficina de Steve Cohen en Citi Field, una grúa asoma su cuello en el aire, terminando los preparativos para la instalación de la pantalla de video más grande que jamás haya adornado un estadio de béisbol. A lo lejos se encuentra un estacionamiento de 50 acres que Cohen prevé convertir en un centro de entretenimiento, un lugar donde la gente pueda reunirse antes y después de participar en un partido con el equipo que ha determinado que será el más grande, el mejor, el más inteligente y el más ganador: los New York Mets.
Dos años después de comprar a los Mets por $2.4 mil millones, Cohen se está adaptando a varios tipos de personajes, algunos de ellos voluntariamente, otros asignados a él. Para los fanáticos de los Mets, es un regalo del cielo, el propietario más rico del juego, feliz de gastar su dinero para traer al equipo su primer campeonato de Serie Mundial desde 1986. Para los locales, es un hombre de negocios, aunque al menos uno que solicita su opinión sobre cómo la parcela de tierra puede beneficiar a la comunidad. Para algunos dueños de béisbol, es un paria, un ostentoso disidente del nuevo dinero cuyas nóminas astronómicas amenazan el deporte. Para la mayoría, es inevitable. Parece la destilación de lo que un propietario de Nueva York puede y debe ser: un regalo del cielo, un negociante y un paria a la vez, con hombros lo suficientemente anchos como para hacer malabarismos con los tres. No recuerda a nadie más que al propietario arquetípico de Nueva York, George Steinbrenner, quien tomó una franquicia histórica en los Yankees y la transformó en una marca internacional.
"George parecía más grande que la vida y apasionado por el béisbol y le dio mucha vida al juego", dijo Cohen a ESPN la semana pasada en una rara entrevista individual. "Hizo que el béisbol fuera interesante. Y lo hizo a su manera. Voy a hacerlo a mi manera. No sé si estoy haciendo que el béisbol sea interesante".
Sin duda, Cohen lo es. Faltando horas para el entrenamiento de primavera, los Mets ingresan a la temporada 2023 como quizás el equipo más fascinante del béisbol, y posiblemente el mejor también. Cohen garantizó casi 500 millones de dólares a los agentes libres este invierno y tendrá la nómina más grande de la historia del béisbol en 2023. Va en marcado contraste con sus predecesores, la familia Wilpon, que operaba a los Mets más como un rezagado del mercado medio que como un gigante del gran mercado. Pero los Mets no están simplemente siguiendo el modelo de los últimos años de Steinbrenner, al enfocarse únicamente en la agencia libre.