Inicia una nueva era para los Cincinnati Bengals, después de la partida del entrenador en jefe más exitoso en la historia de la franquicia.
Marvin Lewis dejó el timón del equipo después de 16 temporadas, 131 victorias de campaña regular y siete apariciones de postemporada, todas marcas para el club.
El gran pecado de Lewis fue nunca haber podido ganar un partido de playoffs. Aun así, su legado tiene balance positivo. Lewis arribó a Cincy en el 2003 luego de haber fungido como coordinador defensivo de los campeones Baltimore Ravens del 2000, tomando las riendas de unos Bengals que venían de la peor temporada en su historia, un 2-14, bajo el mando de Dick LeBeau.
La mano de Lewis se notó de inmediato, aunque en una liga de resultados, jamás consiguió ganarse por completo a la afición debido a sus fracasos de postemporada.
Ahora, Cincy apuesta a un entrenador en jefe joven que viene del lado opuesto del espectro.
CUIDADO CON LO QUE SE DESEA
Era claro que el mensaje de Lewis se había desgastado en Cincinnati. Los Bengals venían de tres temporadas perdedoras consecutivas y el talento en la plantilla simplemente parecía estar siempre por debajo de los rivales divisionales Pittsburgh Steelers y Ravens.
A diferencia de Lewis, quien llegó con antecedentes puramente defensivos, los Bengals se decantaron ahora al lado ofensivo del balón en su sucesor, Zac Taylor, quien viene de pasar dos años como asistente de Sean McVay con Los Angeles Rams.
La experiencia de Taylor como asistente de la NFL es extremadamente limitada. En el 2018, fue coach de mariscales de campo para los Rams, recibiendo buena parte del crédito por convertir a Jared Goff en un quarterback de Super Bowl. El año previo, trabajó con receptores abiertos. En el 2016, Taylor fue coordinador ofensivo en la Universidad de Cincinnati. En el 2015, Taylor finalizó la campaña como coordinador ofensivo interino de los Miami Dolphins tras el despido de Bill Lazor. Esos cinco partidos finales de la campaña constituyen la única experiencia de Taylor mandando jugadas a nivel NFL, tarea que cumplirá con los Bengals.
Taylor es parte de una nueva camada de head coaches de NFL --que incluye a Kliff Kingsbury de los Arizona Cardinals y Matt LaFleur de los Green Bay Packers-- que comparten haber trabajado en algún momento con McVay, el head coach de moda de la liga, y que ahora reciben la oportunidad al frente de sus respectivas franquicias.
En la constante búsqueda por "El siguiente tal o cual", las probabilidades matemáticas indican que sería algo absolutamente extraordinario que todas las ramas del árbol genealógico de coaches que va creando McVay sea capaz de replicar su éxito. En el caso de Taylor, se podría argumentar que de los tres pupilos es quien llega a la plantilla con la menor cantidad de talento.
LA JOYA DE LA CORONA
Hablando de talento, nadie posee más en Cincinnati que A.J. Green. El receptor abierto viene de su peor temporada como profesional, marcada por lesiones, atrapando únicamente 46 pases para 694 yardas en nueve encuentros, y quedando fuera del Pro Bowl por primera ocasión en su carrera de ocho años.
Pero lo que apuntaba como una campaña de recuperación, en la que Green ha trabajado fuerte para rehabilitarse de una cirugía que reparó ligamentos dañados en un dedo del pie, se ha topado con un contratiempo significativo. Durante una práctica de campamento de entrenamiento en la Universidad de Dayton --en la que el también receptor abierto Tyler Boyd criticó fuertemente las condiciones de la superficie-- Green se lastimó un tobillo, requiriendo una nueva cirugía.
Taylor ya ha admitido que Green se perdería, quizás, los primeros dos partidos de la temporada regular, un fuerte golpe para un ataque de los Bengals que no cuenta con un número significativo de armas, menos si hablamos de armas del calibre de Green.
La situación de Green se complica porque se encuentra en el último año de contrato. Los Bengals han manifestado a lo largo de los últimos meses su convicción hacia otorgarle una extensión, apuntando a tenerla lista durante el campamento del entrenamiento, pero la lesión reciente podría dificultar las cosas.
Sin Green, el arsenal a disposición del quarterback Andy Dalton proyectaría de la siguiente manera: Boyd --quien acaba de recibir su propia extensión contractual--como primera opción, seguido por John Ross, a quienes muchos han apuntado como un jugador cuya plaza podría estar en peligro luego de dos temporadas de casi nula producción tras ser elegido noveno global en el 2017. Detrás de ellos, Josh Malone, Cody Core y Auden Tate aparecen como candidatos, pero ninguna inspira demasiada confianza.
LA AYUDA DEBERÁ ESPERAR
Los Bengals invirtieron su selección de primera ronda en el tackle ofensivo Jonah Williams de Alabama, pero una intervención quirúrgica en el hombro hará que, probablemente, se pierda toda su temporada de novato.
Esa situación alteró los planes de línea ofensiva para los Bengals, quienes ya contaban con Williams como titular por el lado izquierdo. Ahora, el veterano Cordy Glenn retoma la posición después de haberse movido al guardia izquierdo para hacer un lugar a Williams en el exterior, al tiempo que John Jerry, quien estuvo fuera de la liga el año pasado, proyecta para alinear como guardia izquierdo.
El recluta de primera ronda del año pasado, Billy Price, deberá demostrar que tiene la capacidad de ser un centro confiable, luego de perderse seis encuentros de su campaña de novato por lesión.
Finalmente, vale la pena destacar que la recontratación del tackle derecho Bobby Hart en el receso de temporada --tres años y 21 millones de dólares-- fue recibida de manera muy negativa por los aficionados en Cincy, después de conceder 10 capturas en el 2018, su primera campaña con el club.
La línea ofensiva era un sitio donde los Bengals necesitaban, sí o sí, una inyección de talento de primera línea, y el hecho de tener que esperar un año completo para recibirla de Williams nubla el panorama para la unidad.
UNA PÉRDIDA DE IDENTIDAD
Si algo caracterizó a los Bengals bajo la mayor parte del mandato de Lewis es que la defensiva se solía colocar entre lo mejor de la NFL.
En las últimas 10 temporadas, los Bengals culminaron entre las 10 mejores unidades de la liga en puntos permitidos, coincidiendo con una época en la que calificaron a la postemporada en siete ocasiones.
No obstante, el nivel cayó drásticamente en los últimos años. En el 2018, solamente dos defensivas permitieron más puntos que los 28.4 por partido que cedió Cincinnati.
El nuevo coordinador defensivo Lou Anarumo enfrenta la difícil tarea de reconstruir a una defensiva que había servido como columna de una franquicia que rara vez contó con un ataque explosivo. Afortunadamente, para su causa, cuenta con Geno Atkins como piedra angular. Aunque no se le suele mencionar entre los jugadores de élite en su posición, el tackle defensivo acumula siete selecciones al Pro Bowl --incluyendo las últimas cinco temporadas consecutivas-- y dos nombramientos como All-Pro de primer equipo, además de que viene de una temporada de 10 capturas, su tercera de doble dígitos como profesional.
En el 2018, los Bengals fueron últimos en la liga en defensiva total, últimos en defensiva aérea, antepenúltimos en puntos cedidos, y N° 29 en la liga en defensiva terrestre. Atkins va a necesitar mucha ayuda a su alrededor.
PREDICCIÓN
En la AFC Norte, Cincinnati es el equipo del que nadie está hablando. Los Cleveland Browns montan una ola de popularidad que no habían tenido en décadas, los Steelers se sienten cómodos después de librarse de dos jugadores estelares pero conflictivos y los Ravens han prometido una revolución ofensiva. Los tres equipos llegarán a la temporada con plantillas más talentosas que la de los Bengals.
Es difícil ser demasiado optimista cuando se trata de la campaña de Cincy, y en cambio parece probable que estemos ante uno de los equipos que elegirá entre los primeros turnos del siguiente draft, probablemente en busca de un quarterback para el futuro. Vaticino algo como 5-11 en la campaña de Cincinnati para el 2019.