Los Cleveland Browns fueron humillados bajo los reflectores de "Monday Night Football" en su visita a los San Francisco 49ers, y con una marca de 2-3, aunque la temporada no está matemáticamente perdida, podría estar acabada para todo efecto práctico.
Esta noche Cleveland pagó el precio por un largo viaje hasta el otro extremo del país. Pagó el precio por no poder contar con jugadores como Denzel Ward y Greedy Williams. Pagó el precio por verse totalmente faltos de preparación para este partido.
Pero, sobre todo, pagó el precio por las decisiones de temporada baja, y cuyos efectos se han venido acumulando como una bola de nieve.
Los Browns decidieron desde mucho antes de que acabara la temporada anterior que Freddie Kitchens sería su entrenador en jefe, y el club no tomó en serio el proceso de entrevistas a otros candidatos. El tener hecha la decisión impidió al equipo una verdadera evaluación sobre lo que su equipo necesitaba, y lo que otros podían ofrecer.
Hoy, me atrevo a decir que no existe un peor head coach en la NFL que Kitchens.
Después, llegó la arrogancia que acompañó a sus grandes incorporaciones de temporada baja.
Incorporaciones como la de Odell Beckham Jr., Olivier Vernon, Kareem Hunt, catapultaron a los Browns --infundadamente-- como favoritos para conquistar la NFC Norte y ganar el Super Bowl. Como si no hubiera suficiente evidencia en la historia reciente de la NFL como para asegurar que el "campeón de temporada baja" significa muy poco cuando llega el otoño.
Desde luego, las expectativas infladas en torno al equipo en el verano, solamente contrastan de modo más dramático con la realidad actual.
OBJ jugó la primera semana con un reloj de casi un cuarto millón de dólares en la pulsera. ¿Por qué, o para qué? No lo sabemos. Cuenten a los alas cerradas Darren Waller de los Oakland Raiders y Austin Hooper de los Atlanta Falcons entre los 36 jugadores que actualmente tienen más yardas por recepción, luego de cinco jornadas, que Beckham. También hay 35 jugadores con más recepciones que sus 23 hasta el momento.
Y Kitchens, ¿para qué permite a OBJ entrar a intentar una devolución de patada de despeje cuando el partido está más que entregado? ¿De verdad creía que algo iba a cambiar? Esto es de preparación, no de magia.
Desde luego, la mayoría de las miradas de desaprobación apuntan hacia el quarterback Baker Mayfield.
El escandaloso pasador de segundo año ha mostrado una regresión notable en su juego, en su segundo año. De acuerdo a datos de ESPN Stats & Information, se fue 0 de 4 en intentos de pase fuera del bolsillo esta noche ante los Niners, y ha completado apenas el 22 por ciento de esos envíos en lo que va de la campaña, ranqueando en el sitio N° 32 de la liga. Esas jugadas eran, se supone, una de sus fortalezas.
Excesivas o no, las críticas hacia Beckham y Mayfield dominan el panorama en Cleveland, porque se trata de los jugadores más visibles. Es el precio que se paga con la notoriedad.
Las esperanzas no están sepultadas para los Browns. Afortunadamente, para ellos, los Pittsburgh Steelers tienen registro de 1-4, los Cincinnati Bengals están estancados en un 0-5 y, como sea, Cleveland ya venció una vez a los líderes divisionales Baltimore Ravens, quienes ostentan un 3-2.
Pero la impresión que dejaron los Browns esta noche en el Levi's Stadium de Santa Clara va más allá de una derrota. Fue un equipo con nula competitividad, y nula capacidad de respuesta desde la banca. Fue un equipo que se rindió, desde muy temprano en el juego.
El problema en Cleveland no pasa por el talento en la plantilla, pero sí de actitud, y ese es un lastre muy difícil de cargar. Como en la derrota en casa ante los Tennessee Titans --otro club que no asusta a muchos-- para abrir la campaña, los Browns parecían estar más listos para irse a casa al medio tiempo, que a tratar de rescatar el resultado. Y quizás sea una analogía perfecta para la campaña. Quizás, este equipo está más listo para pensar en la temporada que viene --previo los cambios pertinentes-- que en rescatar el año.
Estos Browns pueden presumir de tener grandes nombres, grandes talentos. Lo que no pueden presumir, todavía, es tener pasta de ganador.