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Los Dallas Cowboys viven una pesadilla dentro y fuera del campo

DALLAS - Es un año nuevo para recordar en la agenda de los Dallas Cowboys.

Pocas cosas podrían funcionar peor, dentro y fuera del campo, para el dueño del equipo, Jerry Jones, de lo que ha sucedido en las más recientes semanas, desde que terminó la temporada anterior con el campeonato de Los Angeles Rams.

Como si fueran pocos los escándalos con el tema del supuesto video filmado por el ex vicepresidente de comunicaciones, Rich Dalrymple, en el vestidor de las porristas en el estadio, en el que los Cowboys llegaron a un acuerdo para evitar que trascendiera en escándalo, y una demanda de paternidad contra Jones, el equipo perdió a uno de los agentes libres internos, que ellos mismos habían señalado como prioridad: el ala defensiva Randy Gregory.

Por clara necesidad en el tope salarial y baja de producción, también tuvieron que enviar en canje a los Cleveland Browns al receptor Amari Cooper, quien apenas en el 2018, costó una selección de primera ronda colegial en la negociación con los Oakland Raiders.

A cambio obtuvieron poco o nada, selecciones de quinta y sexta ronda, aunque en realidad el ángulo principal para los Cowboys eran los $16 millones que quitó del tope salarial.

Ya vieron irse a Miami al guardia izquierdo titular las últimas cuatro temporadas, Connor Williams, quien a pesar de sus castigos, era su mejor opción en esa posición con respecto a los jugadores que están en el roster actual del equipo.

Los Cowboys intentaron reemplazarlo en la titularidad con Connor McGovern, reclutado en la tercera ronda del 2019, pero tuvieron que regresar con Williams porque era mejor bloqueador.

Se fue además Cedrick Wilson a los mismos Dolphins; un receptor que era capaz de jugar equipos especiales, recibir pases y enviarlos en jugadas de engaño.

Sólo han asegurado al receptor Michael Gallup, quien fue operado de la rodilla el pasado 20 de febrero y se duda que esté listo para entrenar cuando abran el próximo campamento de pretemporada a fines de julio.

Al ala cerrada Dalton Schultz tuvieron que etiquetarlo franquicia para intentar negociar con él antes del 15 de julio un contrato multianual o tendrán que pagarle 10.9 millones de dólares, directos al tope salarial.

También acordaron con el safety Malik Hooker por dos temporadas, después de que nunca pudo consolidarse como titular la campaña anterior, su primera en Dallas. Firmaron además a un ala cerrada suplente, igual con el centro largo Jake McQuaide.

Pero habrá que ver a quién va a centrarle el balón. Los Cowboys necesitan un pateador confiable de goles de campo, que no han tenido desde que dejaron ir a Dan Bailey, y uno de despeje porque el pro bowler Bryan Anger es agente libre.

Las necesidades son claras de ambos lados del balón, ofensa y defensa. En su propio roster tienen prioridades, después de que se fue Gregory. El principal es el safety Jayron Kearse, que tuvo el mayor número de tackleadas en el equipo la temporada pasada y uno de los líderes en el vestidor.

Hay varios huecos más. Desde la línea ofensiva hasta la posición de linebackers, donde el único titular con respecto a la temporada pasada que está asegurado es Micah Parsons. Leighton Vander Esch y Keanu Neal son agentes libres y tampoco es que sean la respuesta.

Los buenos jugadores siguen firmando con los equipos. Los Cowboys han hecho una tradición el dejar pasar los primeros días de agencia libre y tomar jugadores de bajo costo más tarde.

Los $70 millones, incluyendo 28 garantizados, que iban a pagarle a Gregory, representan una buena cantidad para tratar de reforzar un equipo que tiene necesidad.

Sin embargo, hasta el momento, los Cowboys deben sentir que ya van perdiendo en este terrible arranque de receso de temporada que están padeciendo.

Quizá la única gran noticia es que DeMarcus Lawrence aceptó reducción salarial, a cambio de que le garantizaran el empleo por otros tres años.