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¿Podrá la atención al detalle llevar a Minkah Fitzpatrick y los Steelers a los playoffs?

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El defensivo se ha encargado de mantener impecable el logo del equipo en el vestidor, no es un detalle menor, habla sobre la manera en que afronta cualquier situación

PITTSBURGH – Un logo blanco y limpio está en el medio de la alfombra moteada blanca y amarilla del vestuario de los Pittsburgh Steelers.

Anillado en gris claro con los tradicionales rombos amarillo, rojo y azul de los Steelers, acompañado por las letras negras en mayúsculas que llevan el nombre del equipo; el logotipo en sí no es inusual, como tampoco lo es su ubicación.

Sin embargo, lo inusual son los 10 postes que lo rodean y que protegen el círculo de 2 metros de ancho del tráfico de los caminantes con correas de nailon planas y retráctiles.

Muchos equipos tienen supersticiones y tradiciones que los llevan a evitar pisar sus logotipos. Los Steelers llevan años conversando al respecto, debatiendo si deben emitir un decreto para evitar contacto dentro del vestuario.

Minkah Fitzpatrick no hizo anuncios. No escribió una nota en la gigantesca pizarra con la que se topan los jugadores cuando ingresan al vestidor. No envió mensajes al chat grupal del equipo.

En su lugar, tras una breve conversación entre el equipo de seguridad de los Steelers y el personal, pidió soportes de sujeción para ubicarlos alrededor del logotipo recién lavado al seco, poco antes de que los Steelers se reencontraran en el UPMC Rooney Sports Complex para asistir al minicamp obligatorio de junio pasado.

“Me importan mucho, mucho, los detalles”, subrayó Fitzpatrick a ESPN. “Creo que algo tan pequeño como mantener limpio nuestro logo es simple, pero significa mucho a fin de cuentas”.

Así se comporta este profundo All-Star: ubicando deliberadamente y en silencio todas las piezas individuales hasta que la colección forma una obra maestra compuesta, un hermoso mosaico. Eso le convierte en el que podría ser el mejor profundo de la NFL, que viene de sumar una marca personal de seis intercepciones la temporada pasada.

Minkah Fitzpatrick se apresta a jugar su quinta temporada en Pittsburgh, infundiendo en el vestuario sus hábitos concienzudos con la esperanza de que esos detalles ayuden a que los Steelers vuelvan a los playoffs, y alcancen los éxitos que les han sido esquivos desde su último triunfo en postemporada en 2016.

Esta nueva oleada de jugadores de los Steelers, que militan en una organización construida sobre las bases de una tradición de triunfos en el Super Bowl, es la primera en confesar que la sequía de seis años sin triunfos en playoffs no está a la altura de los estándares establecidos por la vieja guardia. Siguiendo el ejemplo de Fitzpatrick, los Steelers pasaron la pretemporada reforzando detalles con la aspiración de volver a ocupar un puesto privilegiado entre los contendientes al Super Bowl. Este domingo, debutarán contra los subcampeones 2022 de la NFC, San Francisco 49ers. “Empezamos a reencontrarnos [con nuestra cultura]”.

MÁS DE 30 minutos después de sonar los últimos silbatos para indicar el fin de la práctica en pleno campamento de los Steelers, Fitzpatrick seguía en el terreno.

Minkah Fitzpatrick trabajaba personalmente con el asistente de equipamiento Lou Balde, haciendo metódicamente una serie de atrapadas con una pelota de tenis. Cientos de atrapadas extras después de una práctica de dos horas, día tras día. Tuvo la idea viendo al receptor Diontae Johnson, que trabajó frecuentemente con Balde y las pelotas de tenis en 2021 para solucionar una crisis de recepciones. Ahora forma parte de la rutina diaria de Fitzpatrick.

Si es capaz de seguir y atrapar una pelota de tenis con su mano no dominante, ciertamente podrá interceptar cualquier ovoide que se interponga en su camino durante un partido.

“Siempre ha sido ese chico”, afirma el coordinador defensivo Teryl Austin. “No es nada nuevo, y creo que esa es una de las razones por las cuales es un gran jugador. Cuando tienes a un chico que, obviamente, tiene habilidades excepcionales (con excelentes sensaciones en el fútbol americano), pero trabaja en su juego tan duro y siempre intenta mejorar su oficio. Por eso juega como juega”.

Hace pocos años, Austin le pidió a Fitzpatrick que conversaran en medio del receso de una práctica. Austin estaba en su puesto acostumbrado detrás de la defensiva, y cuando Fitzpatrick llegó para hablar con su entrenador, se dio cuenta de los beneficios de observar la práctica desde su punto de vista.

Ahora, Fitzpatrick casi siempre se arrodilla cerca de Austin después de terminar sus repeticiones para observar el resto de la rutina.

“Así juego este deporte, por lo que me cuesta ver adónde va el profundo libre o cómo el profundo libre ve a uno de los otros chicos si lo veo desde un lado”, describe Fitzpatrick. “No es el mismo ángulo, por lo que me gusta estar detrás”.

“Me gusta verlo de la forma como lo veo… Me ayuda a procesar mejor las cosas cuando estoy fuera del terreno”.

Una parte de ese proceso ocurre después del entrenamiento, cuando Fitzpatrick se sienta al lado del mariscal de campo Kenny Pickett en una oficina que funciona como laboratorio de informática. Desde que los Steelers incluyeron en el salón un par de computadoras a principios de año, los dos jugadores oriundos de New Jersey suelen ver videos juntos, consultándose mutuamente para conocer sus perspectivas.

“Es el mariscal de campo de la defensiva”, comenta Pickett a ESPN. “Conoce de verdad lo que ocurre a la ofensiva, a la defensiva. Sus instintos… quiero decir, es el mejor de este deporte, y no creo que nadie se le acerque. Es bueno tener a ese chico en nuestro equipo y puedo aprender de él”.

Minkah Fitzpatrick es eterno estudiosos del fútbol americano, incluso en los momentos en los que ayuda a Kenny Pickett.

En su vestidor del complejo de entrenamientos del equipo, Fitzpatrick saca de su mochila un cuaderno rojo. Su portada tiene un número 39 color blanco de gran tamaño. Es un regalo de Levi Wallace, su mejor amigo y compañero en los Steelers (y excompañero en la Universidad de Alabama), que le quedó de aquellos días en los que Wallace jugaba en Buffalo y vestía la camiseta número 39. Fitzpatrick no solo toma apuntes detallados: también se asegura de repasarlos antes de cada práctica y partido.

“Me gusta escribir muchas cosas, me ayuda a memorizarlas”, expresa Fitzpatrick. “También me gusta dibujar formaciones y cosas así, jugadas que se originan con formaciones específicas. Cuando la gente se alinea en determinadas zonas, tomo nota. Así que, al ver esas cosas justo antes de salir al campo, indudablemente me ayuda a procesar la información un poco más rápido”.

Cuando Fitzpatrick volvió al complejo de prácticas de los Steelers en Pittsburgh desde el campamento de entrenamientos en Latrobe, Fitzpatrick ya había llenado un cuaderno con diagramas de jugadas, citas de sus entrenadores y apuntes exhaustivos tomados durante las reuniones del equipo y los jugadores de su posición.

“Toma apuntes como loco”, señaló entre risas T.J. Watt. “Me siento a su lado, y él escribe hasta el último detalle y pienso: ‘Muy bien; creo que es el mismo apunte de ayer. Sigues escribiendo lo mismo’”.

“Es sumamente atento a todos los detalles, y creo que eso se contagia a mucha gente porque cuando estás tan concentrado, te dan muchas más ganas de salir a la batalla por ese chico”.

EN ALGÚN MOMENTO, todos los jugadores que han trabajado bajo las órdenes de Nick Saban lo han escuchado.

Como haces cualquier cosa, lo haces todo.

Es cierto que los padres de Fitzpatrick influyeron para que fuera un chico ordenado y le ayudaron a forjarlo hasta convertirlo en la clase de adulto que mantiene una casa “ordenada”. Pero fue Saban quien le recalcó la importancia de cuidar los detalles.

“En Alabama lo hicimos, y estaba prohibido tocar el logo”, recuerda Fitzpatrick. “Cuidábamos hasta las cosas más pequeñas, mucho menores que esa. Todos debíamos usar calcetines idénticos, zapatos idénticos, guantes idénticos”.

“A nivel profesional es difícil hacer que se cumpla, pero sigo creyendo que puedes hacer cumplir las pequeñas cosas y mostrar a los chicos cosas como: ‘Oye, éste es el logo de los Steelers, significa esto, de esto se trata y vamos a honrarlo y respetarlo”.

En sus tres temporadas jugando en la Universidad de Alabama, Fitzpatrick solo perdió tres partidos en su camino a dos títulos de la SEC y par de campeonatos nacionales.

La Crimson Tide no ganó esos títulos porque vistieron los mismos pares de medias, sino debido a la cultura creada por Saban y su atención al detalle, que le enseñó a Fitzpatrick lo que debía hacer para alcanzar el éxito.

“Nick es un ganador, primero y principal por su formación en Alabama”, analiza Peterson. “[Fitzpatrick] ha estado a ese nivel. Entiende qué debe hacerse y quiere aportar algunos de esos atributos que tuvo en la universidad. Es la universidad, pero ganar es ganar. Una vez que saboreas el triunfo, sabes cómo ganar y quieres llevar allí a tus compañeros”.

En su primera temporada en la NFL con los Miami Dolphins, Fitzpatrick perdió tres veces más partidos que en toda su carrera universitaria. Tras su canje a Pittsburgh en 2019, perdió el doble de encuentros que en Tuscaloosa. Y en cinco temporadas en la NFL, Fitzpatrick aún no conoce la victoria en partidos de playoffs.

Por supuesto, eso no es extraño para los jugadores que hacen la transición de programas dominantes en el fútbol americano colegial a la NFL. En gran medida, la paridad del fútbol americano profesional evita el surgimiento de dinastías similares en la NFL. Pero la misión personal de Fitzpatrick de reestablecer una cultura ganadora lo convierte en una de las bases del futuro de la franquicia.

“Nos dice mucho sobre cuánto le importa”, expresa el entrenador de la secundaria de los Steelers Grady Brown, que conoció a Minkah Fitzpatrick durante su proceso de reclutamiento universitario. “Creo que dice mucho todo el esfuerzo que pone, y dice mucho… y no lo digo de forma negativa… dice mucho sobre su orgullo. Solemos referirnos al orgullo como algo negativo, pero el orgullo también puede ser algo positivo”.

El énfasis puesto por Fitzpatrick a la hora de definir hasta el mínimo detalle del vestuario se trasladó al campamento de entrenamientos de este año, en el cual los jugadores de ambos extremos del terreno hablaban de cohesión. Desde la ofensiva liderada por el mariscal de campo Pickett (que jugará su segundo año en la NFL) hasta la defensiva de Cameron Heyward y Larry Oguniobi. La unidad sentida por el equipo a finales de la temporada pasada (en la que arrancaron con marca 2-6 para sumar 7-2 en los tramos finales del torneo), se mantiene esta temporada y persiste dentro de este vestuario.

“No quiero decir que se pasaron por alto los detalles”, afirma Fitzpatrick sobre sus temporadas anteriores en Pittsburgh. “A veces, había muchos grises. Y creo que los grises causan conjeturas y confusiones. Y en el campo de fútbol americano, eso no es positivo… Creo que, en años recientes, tuvimos muchos chicos que dudaban de que podían convertirse en grandes atletas, pero jugaban a paso lento porque no estaban 110% seguros”.

“…Creo que hemos intentado despejar esas dudas”.

NO HABÍA ASPIRADORA CAPAZ de eliminar las manchas que impregnaban el logo que adornaba el vestuario de los Steelers a fines de la temporada pasada.

Después de abandonar la cancha de prácticas con césped natural, los jugadores dejaban las huellas de sus pisadas mientras pasaban por el logo llevando tenis llenos de lodo para dirigirse a los vestidores o duchas. Los periodistas, con la sal del camino adherida a sus botas de invierno, se situaban a las afueras, congregados frente a un telón de fondo para hacer entrevistas.

Por varios años, los jugadores susurraban sobre algún intento para proteger el logo, iniciando una nueva tradición para una organización que se enorgullecía de sus tradiciones y costumbres de vieja data.

Pero nadie tomaba acciones al respecto. Por eso, Fitzpatrick se hizo cargo.

Consultó brevemente con Heyward, otro líder de la defensiva y el jugador con más años en los Steelers, el último puente que conecta la vieja guardia con esta nueva generación. Después, acudió al staff de equipamiento para poner su idea en marcha.

“Minkah tomó las riendas y solo le daba mi opinión”, comenta Heyward. “…No te quieres alejar de una buena idea”.

A criterio de Fitzpatrick, ese esfuerzo consciente para proteger el logotipo de los Steelers sirve de eco a todo lo que debe hacer un equipo ganador: definir claramente normas, límites y roles.

“Me cansé de verlo lleno de suciedad”, expresa Fitzpatrick. “Hace dos o tres años, pusieron un logo nuevo en el vestuario. Estaba fresco, limpio, impecable. Y luego, durante los recesos, me di cuenta de que estaba ensuciándose mucho. No es que lo hicieran a propósito”.

“Pero, a fin de cuentas, solíamos enorgullecernos de hacer cosas pequeñas, como esa. Y soy un hombre al que le gusta el orden, y creo que cuando dejas pasar algo, todo lo demás comienza a decaer”. El logotipo no es el único cambio en el vestuario de los Steelers este año.

Luego de hablar con el esquinero Patrick Peterson, veterano de 13 años en la NFL y que llegó a los Steelers como agente libre, ambos jugadores defensivos decidieron implementar un nuevo sistema para separar la ropa sucia tras las prácticas. En vez de arrojar todo en una misma cesta para que el equipo de asistentes catalogara las prendas, ahora los Steelers tienen cestas específicamente dedicadas a las toallas, sudaderas y playeras.

“Facilita mucho la limpieza a los chicos de equipamiento”, indica Peterson. “En esta liga, las pequeñas cosas hacen mucho. Nunca se sabe qué detalle pequeño puede aparecer en un partido, que otros equipos podrían pasar por alto y que puedes ejecutar a un alto nivel, y de eso se trata. Que los chicos entiendan que los pequeños detalles importan”.

Un logotipo limpio no ayuda a ganar partidos de fútbol americano. Organizar la ropa sucia, tampoco. Pero existe una cohesión creada al cuidar los detalles, una cohesión que hace que los Steelers crean que este año podría ser distinto.

“Creo que lo empezaremos a ver en la Semana 1, y luego en la Semana 2, la Semana 3 y la Semana 4”, analiza Fitzpatrick. “Cuando empecemos a mejorar semana a semana porque prestamos atención a los detalles y no cometamos una y otra vez los mismos errores”.

“Creo que eso es prestar atención al detalle, y se traslada a nuestro juego”.