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Walter Payton: La leyenda a la que no le gustaba la NFL

Poca gente tiene la oportunidad de conocer en persona a sus ídolos deportivos, convivir con ellos. Para mí eso pasó con Walter Payton.

De antemano ofrezco una disculpa por incluirme arbitrariamente en la historia, pero se trata de una experiencia en primera persona de algo que atesoro, sobre este hombre que el 25 de julio de 1956 nació para ser uno de los más grandes jugadores de futbol americano de todos los tiempos.

Una vez pedidas las indulgencias del caso, les platico que en 1993 inicié mi carrera como reportero de automovilismo y en particular de la Serie CART enfocado en los pilotos mexicanos que ahí competían: Adrián Fernández, pero sobre todo en este caso Michel Jourdain Jr.

Y fue gracias a Michel que pude conocer al legendario Walter Payton, en ese momento líder corredor de la NFL con 16,726 yardas, retirado y convertido en copropietario de un equipo de la Serie CART junto a Dale Coyne, mismo al que pertenecía Jourdain.

Corría el año de 1997 y lo primero que pasó por mi mente cuando supe que Michel correría en Payton-Coyne fue tener la oportunidad de entrevistar a 'Sweetness', jugador que admiraba por su estilo de correr y atacar los huecos con un movimiento similar a una garza que levanta una pierna para avanzar y el balón atrapado en una garra. Simplemente un espectáculo.

La oportunidad la tuve muy rápido cuando el equipo hizo una presentación en el Autódromo Hermanos Rodríguez de la Ciudad de México en febrero de ese año y ahí estuvo el gran Walter.

Ese día parecía un niño en una feria. Dio vueltas rápidas a la pista en motocicleta y un tractocamión. Portaba una chamarra blanca con verde con el patrocinio de Herdez y unos lentes oscuros Ray-Ban. Conseguí unos minutos a solas con él y ahí fue donde escuché algunas cosas que no esperaba.

El deporte favorito de Walter Payton no era el futbol americano. Me quedé frío.

La entrevista se hizo en los pits del autódromo. Contuve lo nervios y disparé mis preguntas, pero mientras cuestionaba con la mano estirada para dirigir mi grabadora hacia el hombre nacido en Mississipi, su mano jalaba mi acreditación para ver la foto y con ella me tapaba la cara. Luego apagó mi grabadora y se rio escandalosamente.

https://www.instagram.com/p/B1ryrIeFwl4/

Entre el jugueteo, que no esperaba y ciertamente no sabía cómo manejar (me río, me pongo serio, ¿qué hago?), de repente Payton cambió el tono al escuchar:

- ¿Sería entrenador de la NFL?

-"No. Me gustaría ser coach de basquetbol de un equipo de preparatoria o en otro nivel, pero no de futbol americano".

Ahondó en que, para él, el mejor corredor era Barry Sanders y debía ser quien rompiera su marca de yardas, pero de paso dijo que Emmitt Smith era "fantástico" y se mofó un poco al mencionarle a Terrell Davies: "¡¿Quién?!”.

- ¿Pero Sanders es mejor que usted?

-"Oh, Yeah! Bueno, yo soy mejor amante, pero él es mejor jugador. Él es la 'crema de la crema'. Es el único que hace cosas que me hacen llorar".

Luego cometí un error de reportero mexicano novato. Pregunté:

"¿Por qué los atletas de color son mejores?”.

-"¿De color? ¿De qué color? Somos negros, dilo sin miedo, negro.

-Perdón, es que en México es común decirlo así.

-Sí, pero somos negros y esa pregunta podría parecer racista ¿eh? Ja ja ja... Es broma... Somos mejores como los latinos porque tenemos hambre.

Se apagó la grabadora, pero seguimos charlando. No podía creer que no quisiera seguir en el futbol americano.

Me explicó que el mito sobre esa colina donde entrenaba era menos de lo que se decía y que como deporte le parecían mejores el basquetbol, automovilismo o incluso futbol 'soccer'.

https://www.instagram.com/p/BiqL32AlKQh/

Había un dejo de amargura en sus palabras, fruncía el ceño al hablar de la NFL, hacía gestos como de quien ha chupado un limón pasado.

No salía de mi asombro. El gran Walter Payton no quería saber nada de la NFL, le parecía un deporte inferior al basquetbol y agregó "que podría jugar en la NFL actual, pero no lo haría".

¡Pum! Era como escuchar Pelé decir que no le gustaba el futbol o que Michael Phelps no disfrutaba nadar. Luego, entendí en ese momento que los mexicanos estamos muy habituados a referirnos con "sinónimos" sobre los negros y Payton, me lo aclaró "black is black, man, say black".

Debo aclarar que tengo muy contadas fotografías con personas a las que he entrevistado. Creo profundamente en la separación que hay entre entrevistado y entrevistador. No puedes ser un fan con grabadora, pierdes objetividad, a ojos del personaje ya debes ser indulgente y tu trabajo es cuestionar. Pero esa vez sí le pedí a mi compañero fotógrafo Luis Cortés que me tomara una con Walter. Foto que sigo esperando que algún día Luis me entregue, por cierto.

De ahí inició una pequeña relación reportero-estrella que, para mi maravillada persona, sucedió carrera a carrera, a las que asistía para hacer la cobertura de CART.

Más de una vez, al entrevistar a Michel Jourdain, de repente sentía un "garruchazo" en una oreja (ese movimiento de tensar el dedo índice con el pulgar para tirar un golpecillo a algo como quien tira una patada como el dedo). Al voltear a ver quién me había sido, invariablemente me encontraba con Walter Payton, quien hacía como que silbaba y volteaba hacia arriba con cara de "yo no fui".

También siempre soltaba la carcajada e iniciaba una charla informal, ofrecía un refresco o un bocadillo dentro del hospitality del equipo.

Así un día me presentó a una señora, que me dijo era su esposa. Comenzamos a hablar de familia, de lo orgulloso que estaba de sus hijos, lo que me llevó después a guardar una nota que encontré en un periódico cuando volaba hacia una carrera, donde decían que su hijo Jarrett era un gran prospecto de preparatoria como quarterback.

Se lo di y lo felicité. Pero su reacción me desconcertó.

"No quiero que juegue futbol americano, él es bueno para el futbol soccer, es All American. No me gusta el futbol americano".

Le pregunté por qué no le gustaba y me dijo: "no es un buen deporte, lo quiero, pero prefiero otros". Ahí me confirmó lo que yo no podía creer la vez que habíamos hablado en México.

De ahí pasamos a una petición de fan de mi parte: que un día me firmara un jersey con el número 34. Me dijo "Claro, sin problema, será un honor". Aún así me daba pena pedirlo, como dije, me dan urticaria los "reporteros-fans", pero en este caso me la aguanté, además ya éramos amigos o al menos así me decía cada vez que nos topábamos en una pista "Hi, amigo" y luego venía alguna broma pesada.

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Dos años después de conocerlo me enteré, como todos, el día que dio la conferencia, de sus graves problemas de salud. Requería un trasplante de hígado que nunca llegó y eso lo engrandeció más ante mis ojos, porque se conocen de muchos casos de gente con dinero o influencias que consiguen la donación de un órgano antes que la gente común, basados en sus influencias. Pero Payton esperó.

Así el 1 de noviembre de 1999 me enteré con profunda tristeza de la muerte de mi amigo Walter. Aún lo recuerdo y se me vuelve a crear un espacio en el estómago.

Tuve muchas oportunidades, pero nunca le llevé el jersey para firmarlo, pensé que iba a estar ahí siempre, apenas tenía 42 años.

Cuando Jarrett se empeñó en jugar con la Universidad de Miami, luego cuando intentó jugar en la NFL, y lo hizo algún tiempo gracias al buen amigo de su padre, Jeff Fisher, recordé las palabras de Walter y sobre el futbol americano. No pude dejar de pensar en su cara de desaprobación, desilusión porque no jugó futbol, pero al mismo tiempo el orgullo que siempre tenía al hablar de él. Y también sentí un "garruchazo" en la oreja, como siempre.