River se encuentra en un escenario atípico. Después de años de éxitos, títulos y alegrías, se acostumbró a perder. Y encima la derrota ante Gimnasia en el Monumental, donde suma cuatro caídas en fila, racha sin precedentes en su historia, lo dejó sin margen para clasificarse a la próxima Libertadores.
En este complejo momento, del que ni Marcelo Gallardo, gloria del club, parece poder sacar al equipo, se viene ni más ni menos que el Superclásico con Boca, el domingo a las 16:30 en La Bombonera, con transmisión en vivo de ESPN Premium.
Con dos fechas por delante (en la última, visita a Vélez), el Millonario es tercero de la Tabla Anual con 52 puntos, cuatro menos que el Xeneize y uno más que Argentinos y Riestra, sus principales perseguidores, que también perdieron el pasado fin de semana y le dieron un mínimo respiro.
Los primeros dos del acumulado -ya ganado por Rosario Central- irán directo a la fase de grupos, mientras que el tercero jugará la Fase 2 del máximo certamen continental. River, entonces, está obligado a ganar en La Boca para no ser superado por el Bicho o el Malevo. Si no, salvo milagro, deberá conformarse con jugar la Sudamericana por primera vez en más de una década.
Gallardo: la oportunidad en el comienzo de una nueva etapa
Como nunca le pasó en sus 500 partidos en el club, el Muñeco llega al Superclásico cuestionado. Si bien su figura trasciende cualquier crisis deportiva y sigue siendo ovacionado antes de cada partido en Núñez, a diferencia de lo que sucede con varios futbolistas, los principales apuntados por el presente del equipo, Gallardo arribará a La Bombonera sin margen de error.
Nunca, ni en los ocho años y medio que duró su exitosísima primera etapa, con 14 títulos y gestas históricas, ni en los quince meses de su segundo ciclo, más magro y sin trofeos levantados, River acumuló tantas frustraciones juntas: a lo largo de gran parte del 2025, el Millonario no convenció desde el juego, pero se mantenía firme en todos los frentes.
El primer gran traspié fue el Apertura, donde lo eliminó Platense en el Monumental. Luego llegó el golpazo que significó quedar afuera del Mundial de Clubes en la fase de grupos, en una zona a priori accesible. Y, en cuestión de semanas, se sumaron el golpe de nocaut que Palmeiras le dio en la Libertadores, varias derrotas inesperadas en casa, otrora una fortaleza, y la salida de la Copa Argentina en semifinales, a manos de Independiente Rivadavia.
River marchaba cómodo en el Clausura y la Tabla Anual debido a una buena racha (inició el semestre con un invicto de 12 partidos), pero luego llegó la hecatombe: perdió siete de sus últimos diez compromisos, incluyendo un par de eliminaciones coperas, y las preocupaciones futbolísticas ahora están acompañadas por pésimos resultados y la posibilidad concreta de no jugar la Libertadores por primera vez desde 2014, cuando se acomodaba en Primera División y se preparaba para una de las etapas más ricas de su historia.
El Muñeco, intocable por sus logros, por encima de cualquier bajón futbolístico, es cuestionado por parte de la hinchada: no su figura, pero sí su presente como director técnico. A pesar de todo, la flamante dirigencia encabezada por Stéfano Di Carlo, que acaba de ganar las elecciones presidenciales en el club, decidió renovar su vínculo horas antes del Superclásico, lo que representa una inyección de confianza que el equipo buscará aprovechar.
Los clásicos, lo mejor del River 2025
Definitivamente, si hay un partido en el que River puede agarrar envión y empezar a dejar atrás sus problemas -algo que se auguró, en vano, después de vencer a Racing y a Talleres-, es el Superclásico contra Boca. No solo por lo que representa per se enfrentar al rival de toda la vida, sino por lo que significaron los River-Boca en la carrera como DT del Muñeco.
De hecho, desde su regreso en 2024 y particularmente este año, los clásicos son los partidos en los que el Millonario estuvo a la altura. A Boca le ganó en La Bombonera con suplentes, en septiembre de 2024, y repitió en abril de 2025, con el recordado tiro libre de Mastantuono.
Pero también se mantuvo invicto contra Independiente (un triunfo y un empate), Racing (le ganó por Copa Argentina) y San Lorenzo (un par de igualdades), dando la talla en la mayoría de esos encuentros 'diferentes'.
Entonces, en un escenario en el que consiguió grandes alegrías y contra un equipo que lo motiva, el River de Gallardo se encuentra ante una oportunidad, la de cambiar el rumbo y encaminarse a la Libertadores, pero también ante un ultimátum: una derrota en La Bombonera podría ser un golpe difícil de asimilar.
