Carlos Queiroz desvía la mirada cuando le recuerdan su paso por el Real Madrid. El entrenador que enfrentará este miércoles a España en Kazán creyó tocar el cielo con las manos cuando un buen día, en el verano de 2003, Florentino Pérez le reclutó para dirigir su proyecto galáctico al que llegó junto a David Beckham. Al cabo de 11 meses (333 días), el tipo que según el presidente ofrecía una imagen de modernidad que no le daba al club merengue Vicente del Bosque desapareció en silencio del Bernabéu. Hundido, derrotado y fracasado.
Al cabo de tres lustros Queiroz es poco menos que un héroe en Irán. A sus 65 años suma ya siete al frente de una selección persa a la que condujo al Mundial de Brasil, del que se despidió en la primera fase tras un optimista empate inicial ante Nigeria y una derrota en tiempo añadido frente a Messi, desatascador habitual de Argentina y que descubrió el crecimiento de un equipo que llegó a Rusia sin perder un solo partido de la fase de clasificación, por encima de Corea del Sur y humillando a esa China que nunca acaba de despegar.
Ahora lidera el sueño persa lidiando con el boicot de Nike ante el que se rebeló en voz alta y encara el partido contra España presentándolo como “el universo de las finales”, después de la afortunada victoria sobre Marruecos que abre la puerta de la esperanza de lograr por vez primera el pase a los octavos de final porque “Nadie gana por su reputación”.
Los casi 83 millones de habitantes de Irán se lanzaron a la calle el último viernes cuando el marroquí Aziz Bouhaddouz convirtió un sufrido e insulso empate en una victoria histórica. “Para nosotros fue como ganar la final del Mundial” resaltó Queiroz, quien inmediatamente se puso manos a la obra pensando en la España de Fernando Hierro, hoy colega y a quien en 2003 estuvo cerca de entrenar… Pero a quien Florentino Pérez despidió de mala manera junto a Del Bosque.
En el Mundial de Sudáfrica, dirigiendo a Portugal, se reencontró con el técnico salmantino en los octavos de final y ahora vuelve, ocho años después, a vérselas con España. Aunque éste presente poco tiene que ver con aquel entonces. Y mucho menos con el pasado. Todo ha cambiado aunque, para él, nadie lo diría.
EL FUTURO
Amigo personal de Jorge Mendes, fue el ‘superagente’ quien llevó a Queiroz al banquillo del Madrid presentándole como el técnico del futuro y sobradamente preparado, un alterego del entonces joven y atrevido Mourinho que ya había dirigido a la selección de Portugal y que había hecho un máster internacional entrenando en Estados Unidos, Japón, Emiratos Árabes y Sudáfrica antes de hacer el curso final como asistente de Alex Ferguson en el Manchester United.
Pero sus modales, su atrevimiento, su exquisitez y buena imagen con la que pretendía Florentino Pérez redondear su obra galáctica desembocó en un desastre de proporciones inimaginables y provocaron su despido fulminante al acabar el curso.
Ocurrió que comenzando de fábula aquella temporada 2003-04 la acabó derrumbado. Conquistó la Supercopa de España goleando al Mallorca y aunque al paso por el ecuador de la Liga era segundo a un punto del líder Valencia, contemplar al Barça de Ronaldinho desplomado en séptimo lugar y 15 puntos por debajo era un bálsamo. En la Champions se plantó en cuartos sin derrota y alcanzó la final de Copa sin problemas… Pero en marzo todo se fue al traste.
El Madrid perdió la final de Copa, en Barcelona, frente al Zaragoza y dos semanas después fue aniquilado por el Mónaco de Fernando Morientes en los cuartos de final de la Champions. Y a partir de ahí, la caída al abismo. Goleado en el Bernabéu por el Osasuna (0-3), cedió el liderato al Valencia y aunque venció en el Calderón al Atlético, enlazó con derrota las cinco últimas jornadas, acabando la Liga en cuarto lugar y hasta por detrás del Barça.
LA HUÍDA
Queiroz se marchó en silencio del Madrid en mayo de 2004, entre burlas grotescas y desprecios teledirigidos para refugiarse, otra vez, en los brazos de Ferguson, quien le recuperó para un Manchester United en el que permaneció como su fiel ayudante hasta que en el verano de 2008 volvió a casa como seleccionador de Portugal.
Condujo a las Quinas al Mundial de 2010 con una sola derrota en la fase de clasificación y una sufrida repesca ante Bosnia para ya en tierras sudafricanas alcanzar los octavos de final como segunda de grupo tras un excelente partido contra Brasil que terminó en empate y le cruzó con España. Un gol de Villa eliminó a Portugal y acabó con su carrera en el equipo nacional, que decidió abandonar a pesar de su buen desempeño.
Ahora, al cabo de ocho años, vuelve a cruzarse con una Roja en la que permanecen Piqué, Sergio Ramos e Iniesta (además de Reina y Silva que no jugaron aquel duelo en Ciudad del Cabo) y que se presenta con unos condicionantes muy distintos. Porque para Irán este choque en Kazán es poco menos que una misión imposible.
“Nadie gana solo por el nombre”, repitió este lunes Queiroz. Y sabe bien de lo que habla. Al mando de un equipo con Casillas, Roberto Carlos, Figo, Zidane, Beckham, Raúl o Ronaldo protagonizó una temporada para el olvido… Y que no se olvida. Florentino Pérez aún tiene pesadillas recordándola.