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La MLS vs la SPL: EEUU y Arabia tienen dos modelos bien distintos para dominar el nuevo fútbol mundial

Messi y Cristiano Ronaldo, otra vez rivalizan en las ligas emergentes de la actualidad: la MLS y la SPL. ESPN/Agencias

Los polos del mundo del fútbol parecen haber cambiado de lugar. Ya veremos si por un rato o para siempre. Pero ahora, dos torneos que hace unos meses eran completamente periféricos ganaron el centro de la escena. En unos cuantos fichajes relevantes, las ligas de Estados Unidos y la de Arabia Saudita se volvieron protagonistas. Hoy todos hablan de la MLS (Major League Soccer) y de la SPL (Saudi Pro Legue).

Visto desde lejos, este auge impensado de dos ligas poco tradicionales genera la idea equivocada de que ambas crecieron por igual. Esa paridad no resiste cuando miramos en detalle. La liga saudí lleva una cómoda ventaja en cantidad y calidad de jugadores que incorporó en este mercado. La inversión de la SPL no tiene precedentes y sus explicaciones son más complejas de las que habitualmente se mencionan. La MLS, en cambio, apuntó a jóvenes promesas y solo unas pocas joyas históricas del Barcelona para rodear a su gran fichaje: Lionel Messi. Ese nombre propio es lo único que puede equilibrar la balanza del fútbol global del tono oriental que está tomando.

Messi y la revolución de la MLS

La llegada de Lionel Messi es relevante por muchas razones. La más sencilla y visible indica que el mejor jugador del mundo (para algunos el mejor de todos los tiempos), seis meses después de ganar el Mundial y aún en plena forma, decidió cambiar una de las 5 grandes ligas de Europa por un proyecto más relajado que le permite ser feliz con su familia y seguir jugando, todo el tiempo que quiera, en la liga de fútbol de los Estados Unidos. Ese dato lo dice todo. Un torneo marginal, durante décadas considerado un "geriátrico de futbolistas" y que hoy es un campeonato formativo para jóvenes promesas que luego se destacan en competencias tradicionales, se volvió una de las ligas más interesantes del mundo porque Messi juega ahí.

Y con el interés por la MLS crece, en especial, el atractivo por Inter Miami. El club de Beckham se reformó por completo con la llegada de Messi. Lo rodearon de dos de sus amigos ex Barcelona: Sergio Busquets y Jordi Alba. Y además, está en carpeta sumar a otros más adelante, como Luis Suárez o Andrés Iniesta.

Pero también Inter Miami apostó por los jóvenes, el estilo actual de la MLS. Se calcula que invirtieron unos 15 millones de dólares en promesas sudamericanas, entre las que se destacan Tomás Avilés y Facundo Farías, llegados desde Argentina para potenciar al equipo de Messi.

Todavía sin el aporte de esos jóvenes, la sola presencia de Messi cambió radicalmente el presente de Inter Miami. Pasó de ser el peor de la MLS, con apenas 18 puntos en 22 partidos, y solo 22 goles favor, a alcanzar la final de la Leagues Cup con un 5 triunfos y 1 empate en 6 partidos. Lionel marcó en todos los juegos, 9 goles en total, y sumó varias asistencias.

El más recordado de todos los goles de Messi en Inter Miami será el primero. Cumplió con todos los requisitos del deporte en los EEUU. Fue agónico, artístico y espectacular. El golazo de tiro libre para el triunfo ante Cruz Azul, en el último minuto, en un estadio repleto de figuras del espectáculo y el deporte local, presentó al crack argentino de la mejor manera en la cultura estadounidense.

Ese es, se espera, el mayor impacto de Messi en la MLS. No sólo le volvió a dar cartel internacional. Ahora en todo el mundo los fanáticos del fútbol ya saben qué empresa tiene los derechos del torneo donde juega el Inter Miami para poder ver los partidos. Con Lionel el fútbol de EEUU cambiará para siempre.

A unos años del próximo Mundial, que se jugará en el norte de América, Messi vuelve a poner en claro que el fútbol es mucho más que soccer. Su presencia completa un círculo que comenzó con Beckham, dueño de su actual club, cuando el inglés llegó desde Real Madrid como fichaje estrella para LA Galaxy en 2006. Ramón Calderón, presidente del club español en ese entonces, recuerda el periodista Ezequiel Fernández Moores, lo despidió con una ironía profética: “Se va a Hollywood para ser estrella de cine”.

A Beckham lo recibió el star system local. Su debut lo presenciaron Tom Cruise junto a Katie Holmes, Sharon Stone, Sylvester Stallone y el propio Arnold Schwarzenegger, entonces gobernador de California. A Messi también. Cuando debutó en Inter Miami, la delegación de estrellas la encabezó el propio Beckham junto a su mujer Victoria Adams. A ellos se sumaron Lebron James y Kim Kardashian, entre otros. Nada había cambiado, salvo la personalidad que llegaba.

Beckham no la pasó bien en la MLS en el comienzo. Se lesionó mucho y jugó poco. Se fue a los 3 años y la prensa local lo despidió con un categórico “David Beckham es historia”. Con el tiempo, encaminó la relación. Fue y vino de Europa varias veces hasta que logró ser campeón con LA Galaxy antes de retirarse en 2012. Su presencia generó un efecto positivo para el deporte, lo hizo tendencia entre los jóvenes, pero se tomó un tiempo para conseguirlo.

En cambio, Messi, no tardó ni 90 minutos en revolucionar a un país que mira al fútbol con cierto recelo. En menos de un mes allí, está claro que el impacto que el argentino puede darle al deporte en la cultura norteamericana es enorme. Hoy es imposible de medirlo pero es fácil anticipar que será más importante que todo lo anterior. El Washington Post se sumó a la Messimanía hace unos días y publicó una columna de opinión que califica de “histórica” su presencia en la MLS. El artículo destaca su vigencia y su enorme espíritu competitivo. Está claro que Messi no fue a Miami a retirarse. Para los que lo conocen es algo obvio, pero para los que sólo piensan en millones de dólares la pasión por el fútbol es más difícil de asimilar.

Si repasamos este mercado de pases en la MLS, la presencia de Messi se destaca con amplitud. Luego, más allá de sus amigos en Barcelona, hay pocos fichajes rutilantes. Quizás, la llegada del español Mario González al LAFC por 3,5 millones de dólares. El pase del japonés Yoshida a LA Galaxy libre desde la Bundesliga. O el fichaje de Cristian Arango a Real Salt Lake por 5 millones. En general, hay más apuestas por jóvenes con potencial como el uruguayo Cristian Olivera que pasó de Almería a LAFC por 4 millones. New York RB también fichó talento joven: al lateral Juan José Mina y al delantero Jorge Cabezas Hurtado, dos cracks de 19 años.

Más allá de Messi, probablemente el pase más atractivo de la MLS fue el de Diego Rossi del Fenerbahce a Columbus Crew. El uruguayo, un futbolista que pasó años creciendo en este torneo con la camiseta de LAFC, llegó para reemplazar a otro sudamericano, el argentino Lucas Zelarayán, quien tomó la decisión que tomaron muchos en este mercado: aceptar una enorme cantidad de dinero e irse a Arabia Saudita. No hay mejor dato para resumir el dominio de la SPL sobre la MLS. Pero expandamos un poco la idea.

La fe y el dinero mudan el fútbol a Arabia Saudita

Lo que sucede en la SPL es difícil de magnificar porque aún está sucediendo. Mientras se escriben estas líneas hay varias negociaciones en curso, todas por cifras millonarias, para que más futbolistas que son figuras indiscutibles en Europa desembarquen en el fútbol de Arabia Saudita. De lo que no hay dudas es de que nunca, en la historia del fútbol, una liga invirtió tan fuerte en un mercado de pases.

Tampoco hay antecedentes de que un torneo le pueda ganar al fútbol europeo en su propio juego, el de ejercitar el músculo de la billetera para comprar, casi sin mirar las etiquetas, a los jugadores que se les da la gana. Quién más está sufriendo esta situación es la Premier League. Es paradigmático el caso del Liverpool, que en este mercado vendió a varios referentes (Henderson, Fabinho y Firmino). “La influencia de Arabia Saudita es enorme”, admitió Jürgen Klopp, su DT. Y también se quejó de que el mercado de pases de la SPL cierre después de que el europeo porque podrían quitarle aún más jugadores y ya no habrá manera reemplazarlos. Un típico problema de entrenador sudamericano, el que enfrenta ahora el alemán.

Hay algo de probar su propia medicina para el fútbol europeo en toda esta situación. Con una módica risa, se pueden tomar las declaraciones de algunos directivos británicos sobre que “el fútbol que amamos está amenazado”, o que “debería ser repulsivo, vulgar, moralmente inaceptable” lo que hacen los saudíes. El doble estándar es evidente.

Está claro que los clubes de la SPL están ofreciendo contratos con una cantidad de ceros ridícula, que ni los grandes de Europa pueden pagar. Para peor, los mejores jugadores del mundo, incluso bastante antes de una edad cercana al retiro, están aceptando esos contratos. Acostumbrados a alimentar la codicia sobre la gloria, ahora los europeos sufren la ley de la jungla financiera llevada al verde césped.

De todos modos, el caso de Arabia Saudita es más complejo. Hay más motivos que millones de dólares, mansiones y aviones privados para que las figuras del fútbol mundial elijan ese torneo y ese país para vivir sus vidas. Desde Occidente, claro está, se señala con fuerza el factor monetario y la política estatal saudí de intentar lavar la imagen del país, envuelto en diversos casos de violaciones a los derechos humanos.

Uno de los motivos que se volvió más evidente en este mercado de pases es el factor religioso. “Es donde quiero estar. Es importante para mi estar en un país musulmán donde siento que la gente ya me quiere. Esto me permitirá tener una nueva vida”, afirmó el francés Karim Benzema cuando comenzó el éxodo a la que se volvió la Meca del fútbol, la SPL. Con apenas 35 años, una edad donde muchos jugadores todavía están en plenitud, Benzema dejó al Real Madrid donde lo ganó todo para irse vivir la vida que quiere vivir al Al Ittihad, el equipo más popular del país.

Nada casualmente, junto a él llegó otro francés musulmán, N’golo Kante. Desde entonces, la lista sigue creciendo. Ya se sumaron Edouard Mendy, Kalidou Koulibaly, Seko Fofana, Moussa Dembele, Riyad Mahrez y Sadio Mané. Y seguramente lleguen más en los próximos días. Se trata de futbolistas de primer nivel, identificados con la cultura islamista y con gran presencia en redes sociales, algo que no es menor para los impulsores del proyecto. A todos les seduce la idea de vivir en un país donde puedan vivir su religión plenamente. Allí, por ejemplo, el Ramadan, el ayuno sagrado, no es una curiosidad que algún entrenador puede tolerar sino un mes sagrado que involucra a toda la comunidad. Se entrena de noche y los partidos se sincronizan, allí y el resto del año, con los horarios de rezo, que tienen lugares designados en los estadios.

El auge de la SPL es parte de un plan mucho más amplio y que tiene un objetivo claro con respecto al fútbol: poner a la liga de Arabia Saudita entre las 10 mejores del mundo. El primer gran paso en ese sentido lo dieron la temporada pasada cuando Al Nassr fichó a Cristiano Ronaldo, a quien le paga 224 millones de dólares por año. El propio portugués lo explicó: “Si siguen haciendo el trabajo que quieren hacer en los próximos 5 años pienso que la liga saudí puede estar entre las 5 mejores del mundo”.

Ese proyecto se financia con un fondo soberano de inversión que lleva años dedicando 7 billones de dólares a diversas actividades deportivas, sociales y culturales, incluída la construcción de la ciudad vertical The Line en pleno desierto, bajo el proyecto Visión 2030. En cuanto al fútbol, luego de invertir fuerte en la Premier League inglesa, donde ahora son dueños de Newcastle y controlan una parte del Chelsea, para esta temporada decidieron cambiar la estrategia. En junio el fondo soberano pasó a manejar los cuatro grandes de la SPL (Al Nassr, Al Ittihad, Al Ahly y Al Hilal) y comenzó a ofrecer pilas de dólares. Lo intentaron hasta con Messi, que habría rechazado 429 millones de Al Hilal, y con Mbappé, que le habría dado la espalda a 776 millones por un año. Al final, terminaron contratando a Neymar, que acaba de ser presentado en el vigente campeón con todos los lujos.

La decisión de potenciar la liga saudí está anclada, también, en un interés político. El príncipe Mohammed Bin Salman (MBS), de apenas 37 años, confía en que el fútbol sirva para reformar a una nación fragmentada por las diferencias generacionales. Cree que el fútbol, una pasión popular pero también cuestionado como extranjerizante por los más conservadores, puede conducir a uno de los países más occidentales de Medio Oriente hacia una versión más abierta de la tradición musulmana, donde la juventud tenga un papel más preponderante.

El lavado de cara hacia afuera también podría funcionar hacia dentro. El fútbol, se sabe, tiene múltiples usos. Algunos señalan que el deseo de MBS de impulsar una liga local está relacionado con las alarmantes cifras de obesidad, una enfermedad que afecta al 60% de su población. Incluso hay un foco económico en este proyecto de revalorizar el fútbol saudí. Una SPL repleta de figuras mundiales, muchas de ellas encima musulmanas, sería atractiva para los jóvenes saudíes que habitualmente viajar para gastar sus fortunas en vacaciones de lujo viendo el mejor fútbol en Europa. Ahora, esperan desde el fondo soberano, ese dinero también lo podrán gastar en Arabia Saudita.

Solo nos falta tiempo para saber qué pasará con la MLS y la SPL. Si serán las nuevas grandes ligas del mundo, si jubilarán al fútbol del Viejo Continente. Parece que al fútbol también le toca modernizarse. El mundo se vuelve más diverso y las hegemonías ya no son tan claras. Las únicas invariables son el dinero, la fe y el deseo de ser felices. Valores que la humanidad solo encuentra, una y otra vez, en el fútbol.