La Selección Argentina jugará la Copa Oro y encarará un nuevo desafío para codearse con potencias del fútbol femenino. En la continuidad del ciclo de Germán Portanova, el conjunto nacional tiene una buena oportunidad para sumar rodaje y nutrirse con rivales de calidad mientras trabaja en la construcción de su identidad.
CONCACAF inaugura el trofeo que reúne a las selecciones de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, con algunas naciones invitadas. Los cuatro cupos para las sudamericanas coinciden con las ubicaciones en la última Copa América: Brasil fue el campeón, Colombia subcampeona y Paraguay perdió la lucha por el tercer puesto con la Albiceleste.
¿Cómo llega Argentina?
La Selección atraviesa un momento de transición profunda. Por un lado, la coyuntura actual ubica al fútbol femenino en constante, pero paulatino y trabajoso, crecimiento. Por otro lado, el recambio en los nombres propios aporta a la inestabilidad de un equipo que oscila entre las grandes sensaciones y las frustraciones.
Siempre resulta necesario aportar contexto a la hora de analizar el presente de Argentina cuando se trata de deporte profesional practicado por mujeres. Mientras que, en Europa, Norteamérica e incluso algunos países de la región (como Brasil) hace tiempo que se destina un presupuesto considerable a la formación y el desarrollo de las ligas locales, en "la tierra de los campeones del mundo" el fútbol femenino tiende al profesionalismo recién desde 2019.
Han sido muchos los reclamos y son constantes las luchas en busca de mejorías y, aunque la brecha con el masculino hoy sea imposible de acortar, se ha avanzado y mucho. Sin embargo, para aportar realismo, dista un largo tramo para estar a la altura de las potencias: Argentina ha conseguido lo que tiene apoyándose en los talentos innatos y explotando el amor propio para intentar competir entre los grandes.
La Copa del Mundo y un balance controversial
En 2023, Argentina asistió a la Copa del Mundo con un objetivo aparentemente modesto: ganar el primer partido de su historia mundialista. Los resultados no acompañaron y, aunque hubo motivos para no catalogar esta presentación como un fracaso, la Selección se volvió temprano y sin triunfos.
A pesar de no alcanzar el cometido, la Albiceleste hizo buenos partidos contra rivales muy fuertes, como Italia y Suecia, la número 3 del mundo. Y posiblemente, el saldo más negativo de ese torneo no fue la eliminación sino la certeza de que allí fue el último capítulo de Estefanía Banini con la Selección. La mendocina, portadora de un talento fuera de serie, aportaba valor y experiencia internacional, al tiempo que su presencia se traducía como una señal de alerta para cualquier rival.
Una vez terminado el Mundial, muchas jugadoras remarcaron el orgullo por haberse brindado al máximo, pero aprovecharon los micrófonos abiertos para alzar la voz, exigir cambios y pedir por las generaciones que vienen. Lo hicieron Romina Núñez, Yamila Rodríguez, Julieta Cruz, Adriana Sachs, Lorena Benítez, Dalila Ippolito, entre otras.
Los Juegos Panamericanos: una lista despoblada y una medalla pendiente
En la antesala de la competencia continental, Argentina tuvo dos amistosos contra Japón y, aunque en el segundo empató 0-0, en el primero sufrió una aplastante goleada 8-0.
La lista de Germán Portanova para los Panamericanos tuvo grandes ausencias, entre las más resonantes la de Yamila Rodríguez, que se sumó a las esperables por fin de ciclo (como Florencia Bonsegundo y Banini) y a las obligadas porque sus clubes no las cedieron.
La Selección, que venía de ser medalla plateada en Lima 2019, no pudo subirse al podio y volvió con las manos vacías de Santiago 2023. En la fase de grupos empató sin goles con Costa Rica, derrotó 3-0 a Bolivia y cayó 4-0 contra Estados Unidos. Los resultados le alcanzaron para pasar a semifinales, donde perdió con México 2-0. En la disputa por la presea de bronce, le tocó medirse con las norteamericanas y cerraron la participación con una caída 2-0, con la arquera Vanina Correa evitando una goleada.
Las convocadas a la Copa Oro, con el regreso de Rodríguez
Entre los nombres que eligió el entrenador para asistir a la Copa Oro vuelve a aparecer la delantera de Palmeiras, que había sido borrada de los Panamericanos por cuestionar decisiones técnicas.
De un total de 22 jugadoras, ocho forman parte del vigente campeón del fútbol argentino: Boca Juniors. Con la baja de Lorena Benítez, el Xeneize aporta en defensa y creación: la arquera Laurina Oliveros, Eliana Stábile, Julieta Cruz, Vanina Preininger, Miriam Mayorga, Camila Gómez Ares, Estefanía Palomar y Celeste Dos Santos.
De la liga doméstica también participan Vanina Correa (Rosario Central), Adriana Sachs (Racing) y Maricel Pereyra (San Lorenzo). El resto milita en el exterior.
En Estados Unidos juegan Mariana Larroquette (Orlando Pride), Sophia Braun (Kansas City), Chiara Singarella (University of Soth Alabama) y Catalina Roggerone (CSU Bakersfield). En Europa están Romina Núñez (Real Betis), Daiana Falfán (Granada), Dalila Ippolito y Marianela Szymanowski (Pomigliano). Por último, Nina Nicosia está en el Pachuca de México y Yamila Rodríguez, en el Palmeiras de Brasil.
¿Por qué es importante la Copa Oro para la Selección?
Como se mencionó anteriormente, Argentina atraviesa un momento de transición en medio de un presente que le permite codearse con potencias. Todos los progresos de la Selección hicieron que el equipo sea tenido en cuenta por los organismos internacionales, abriéndole las puertas para ser parte de eventos de elite, como promete ser esta Copa de Oro para el fútbol femenino.
Argentina, que compartirá grupo con Estados Unidos, México y República Dominicana, debe aprovechar estas citas para medirse y trazar un horizonte a conciencia. Jugar con rivales inferiores y con potencias en simultáneo permitirá al cuerpo técnico delinear objetivos realistas y ejecutar planes de acción para el futuro de la Selección.
La diversidad del plantel, que mezcla experiencia con la juventud que se está nutriendo en el exterior, es una buena oportunidad para Germán Portanova, que podrá ver en acción a sus dirigidas, para pulir individualidades, pero sobre todo para ensamblar las piezas en pos del funcionamiento colectivo.
Argentina está construyendo su identidad y la Copa Oro se mete en la agenda para intensificar esa búsqueda.