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En Copa América, Jaime Lozano, primero es La Odisea, después La Ilíada

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La selección mexicana sigue ajustando detalles para su debut en Copa América (1:40)

Mauricio Ymay con el reporte al momento de México, días previos a su primer enfrentamiento (1:40)

Lozano y la Seleccción Mexicana llegan a la Copa América en medio de dudas y con una misión que parece casi imposible: trascender para que no se desate una nueva hecatombe.

LOS ÁNGELES -- Contrastes. En las primeras presentaciones de México en Copa América había sólidas esperanzas. Después llegaron los arrejuntados patéticos para Argentina 2011 (Luis Fernando Tena) y Chile 2015 (Miguel Herrera). Terminaron últimos de su grupo en ambas ediciones.

La fe renació para la Copa América Centenario, hasta que Chile selló el ataúd con el histórico e histérico 7-0 al Tri de Juan Carlos Osorio.

Años de lloriquear, de lamentar la marginación vía Concacaf de la Copa América, y cuando finalmente México puede regresar en la edición 2024, lo hace con el estigma de condenado, de víctima propiciatoria.

Jaime Lozano tiene en sus manos el timón del Tri. Caronte y su Barca, el gondolero del inframundo. Le esperan Jamaica, Venezuela y Ecuador. No, no es el Grupo de la Muerte, sino el grupo de los muertos. Acaso Ecuador se insinúa como caballo negro de la Copa, el resto, comparsas.

Los momios ya dieron su veredicto: Argentina, Uruguay, Brasil y Colombia. Claro, ni el mundo de las apuestas es perfecto. Siempre hay uno que se escurre de la Caja de Pandora con el listón de la esperanza.

¿Qué tan muerta está la Selección Mexicana? ¿Necesita más que una proeza, acaso un milagro?

Jaime Lozano ha tenido pocas retribuciones felices, acaso ganar la Copa Oro a Panamá, y empatar un amistoso con Alemania. ¿El resto? Un camino tortuoso, dentro y fuera de la cancha, especialmente el fracaso ante Estados Unidos en la Final de la Nations League.

Directivos y el aparato mediático de la FMF, asaltan espacios informativos aseverando que ‘El Jimmy’ llegará al Mundial incluso si ocurre una hecatombe en la Copa América, como caer en la putrefacción de la fosa común de la fase de grupos.

La campaña parecía convincente, hasta que la cabeza de la FMF, Juan Carlos Rodríguez, tiene un dislate, tiene un desliz, con esa sentencia de “Déjalo que se corra él (solo)”. Y ‘La Bomba’ tuvo que llamar a Lozano para disculparse, lo cual es una aceptación de que sabe que metió la pata.

¿Qué debe hacer Jaime Lozano para aspirar al menos a llegar a Semifinales de la Copa América? ¿Es más imposible que improbable o más improbable que imposible?

Éste, el prontuario de Jaime Lozano. Porque, debe entender que, para él, es prioritaria La Odisea y después La Ilíada. Todo lo contrario de la fertilidad literaria de Homero. Primero el orden, y después la guerra.

1.- RESARCIR LOS DAÑOS…

‘El Jimmy’ ha tenido tiempo de trabajo para esta Copa América, aunque tuvo tiempos muertos que una FMF inteligente habría aprovechado para conseguir un par de adversarios más. Hasta a SUM se le escapó la tortuga.

Tiene que restaurar heridas emocionales. ¿Cómo resucitar tras verse superado claramente por un Uruguay y un Brasil a media máquina? ¿Cómo restablecer la confianza en el jugador de que aún puede ser competitivo? Su boxeador ha sido noqueado, aunque el rival tenía un brazo amarrado. Trémulas dudas.

Es tal vez el mayor desafío. Con arcilla puede edificar un jugador, con cenizas, difícilmente. Y eso dejaron los hunos de Uruguay y de Brasil: ruinas.

2.- LA TRINCHERA

México ha recibido siete goles en dos partidos. Y no es sólo la cantidad, sino la facilidad con que se los hicieron. Uruguay no quiso hacer más daño (4-0), y Brasil se fue del partido (2-0) y regresó hastiado para resolverlo (3-2).

Preocupante que el mejor jugador del Tri, un león intratable en la Liga Premier, Edson Álvarez, propiciara con errores cuatro de esos goles. Cierto, no fue toda su responsabilidad, pero hay mucha distracción y desorden en el equipo al defender. Abre lagunas en las que el adversario se regocija chapoteando.

Versiones revelan que ése ha sido el tema principal en los entrenamientos en el búnker de San Diego. Sesiones extras para que los primeros obligados en recuperar el balón, los delanteros, lo hagan, pero no persiguiendo al hombre, sino mordiendo tenazmente. Eso reducirá espacios y errores, pero Luis Romo y Carlos Rodríguez necesitan de mayor compromiso y cacumen. Cierto, con Erick Sánchez y los recorridos de Roberto Alvarado, el medio campo mejorará.

El problema es que el mejor recuperador de balones del Tri, no está: Henry Martín. Quedó fuera por viejo, cuando está en plena madurez.

3.- ¿SIN SUICIDIOS…?

¿Llegó el momento de reconsiderar las promesas? Se exige a los técnicos del Tri, siempre, que desarrollen un estilo agresivo, espectacular, propositivo, dominante. Cuando lo intentan, se llevan el gran sopapo.

La prueba más fehaciente del riesgo suicida, lo vive México con frecuencia ante Estados Unidos. Le juega con la obligación de ganar y termina con la resignación de perder.

Ante Alemania, en 2018, en esa victoria de 1-0, México tuvo apenas un 32 por ciento de posesión y tuvo menos de la mitad de los pases que el rival. Irónico, en el 3-0 ante Suecia, el Tri tuvo un 69 por ciento de posesión por un 31 por ciento de los europeos.

¿Ganar como sea? No se trata de eso, sino de orden, de inteligencia, de medir fuerzas, sin medir debilidades. El problema es tiempo para alterar un estilo. El 5-3-1-1 sería sólido y con ventajas para Julián Quiñones y Santiago Giménez.

4.- INTENSIDAD Y COMPROMISO

No se confunda con el primer punto. Las estadísticas de los juegos ante Uruguay y Brasil arrojaron cifras individuales fuera de contexto. Hubo jugadores de mucho recorrido y vaciado atlético, pero poca eficiencia. Y hubo otros que ni siquiera aportaron eso.

Se entiende. Algunos saliendo de vacaciones y otros del desenlace del Clausura 2024 o de la Final de la Concachampions. Estaban sumidos en un limbo de desconcentración e irresponsabilidad. Pero, los jugadores de Brasil y Uruguay procedían de circunstancias parecidas.

Sin embargo, para la Copa América los jugadores deben recuperar elementos esenciales, genuinos, genéticos del futbolista mexicano: intensidad y compromiso. Recuérdese que de eso se quejó en medio de los caos en 2021 y 2022, Gerardo Tata Martino. No lograba despertar la chispa extrema de devoción de sus jugadores, que tal vez encontraron ya en el Mundial de Qatar, pero con un margen estrecho, mínimo de error, como pasó ante Argentina.

¿Hay un líder dentro de la cancha? No. ¿Es necesario? Recuérdese el relato de Juan Carlos Osorio y el silencio ominoso, culposo, trémulo, antes de enfrentar a Brasil en 2018, y estaban los Márquez, los Ochoa, los Guardado, los Herrera y los Moreno.

El (futbolista) mexicano obedece a la descripción de Octavio Paz (Laberinto de la Soledad), al explicar que necesita el ejercicio del poder (el director técnico) sustituto del “Padre Ausente”, obligado a empuñar el afecto y el látigo, a veces, simultáneamente.

Ahí, será de gran ayuda el apoyo de Javier Aguirre, un especialista en el tema, aunque también con el récord de desaciertos tácticos en dos Copas del Mundo.

Pero, básicamente en esta semana crítica, Jaime Lozano deberá trabajar horas extras, en el diván, en la cancha y en los videos.

Sin embargo, principalmente, él debe entender que debe invertir el orden de los factores de Homero, para alterar el producto. Primero La Odisea y después La Ilíada. Primero el orden, y después la guerra.

Sólo así podrá impedir que el destino que hoy parece inevitable, le alcance fatídica y fatalistamente.