Javier Aguirre se mostró muy tranquilo en la conferencia de prensa previo a su primer partido ante Nueva Zelanda en su regreso al banquillo mexicano.
PASADENA -- Poco o nada ha cambiado. Su rostro cuajado con dobleces epidérmicos de Shar Pei, la mirada cínica y divertida, y esa autodefinición de “soy el mismo cachondo, malhablado y alburero de siempre”, y esa cresta gris impecable entre el océano de canas vía injerto (“duele un chingo, cabrón, jajaja. 3, 500 injertos en siete horas”). Es Javier Aguirre Onaindia Arraskaeta Landeta Goyado Alberdi Uriarte Garechana y Lanetarzúa, que como todo vasco que se precie, no menos de ocho apellidos.
Es su primera comparecencia prebélica, aunque ocurre de cara a su tercera guerra mundialista. Pasadena se calcina. Conferencia de prensa en un reciento en las entrañas del Rose Bowl, declarado en 1987 Monumento Histórico Nacional.
Llega silbando, desentonado y desafinado, alguna melodía extraña o tal vez inexistente, sin voltear hacia la audiencia, entre la que aguardan ansiosas las cámaras, las grabadoras, los celulares y hasta las tradicionales libretas. Las conferencias de prensa para el Vasco son un festín más que un martirio.
Ni él menciona ni nadie le pregunta estrictamente sobre Nueva Zelanda. Su rival es un accidente. Todo se centra en la Selección Mexicana. Y se talla los brazos con la piel erizada, como él mismo lo confiesa, cuando habla de Patria, de escudo, de camiseta, de paisanaje, de orgullo.
Sí, adelanta que el Tala Rangel, Luis Romo y Santi Giménez son tres de sus titulares este sábado ante los neozelandeses, y que está orquestando un diagrama de 4-2-3-1, sin olvidar su querencia por el 4-3-3, pero la charla medular en esta conferencia de prensa, es lo que espera de sus jugadores. Que dignifiquen la camiseta y se dignifiquen como competidores.
Sí, Javier Aguirre, tiene claro su primer objetivo: devolverle el orgullo compartido, la simbiosis permanente, continua, consistente entre el jugador mexicano y la afición. “Que se sienta representada”.
Relata que desde la última vez que dirigió al Tri, en 2010, hasta este 2024 ha visto “un titipuchal de partidos”, y que “como aficionado, siempre me he sentido representado”, aunque acepta que más de alguna vez sintió que le quedaron en deuda, “pero ya no recuerdo qué momento”.
“Me ha tocado vivir momentos maravillosos como aficionado de mi selección. Partidos que me emocionaron mucho. Como aficionado no me fijaba en aspectos tácticos, disfrutaba el juego mismo y en verdad me emocionaba mucho, ¡mira!”, explica, mientras se talla los brazos.
Habla Javier Aguirre de las distracciones del futbolista, incluyendo la seducción de los celulares y otros escenarios. “Los tiempos han cambiado al futbolista. Hoy a los 12 ó 13 años, ya los niños tienen representante y patrocinadores. A esa edad nosotros andábamos en la calle jugando. Lo que quiero es que ahora hay que centrarnos en la bandera, en el país y en el escudo”.
Incluso recuerda que en su vida ha llorado dos veces por causa del futbol. Una de ellas cuando México gana la medalla de oro en los JJOO de Londres, “ahí, ante Silvia (su esposa) lloré, porque así siento a la selección”.
Explica que el otro motivo de llanto fue aquel Barcelona 5-0 Real Madrid. “Fue el partido perfecto, maravilloso, no le faltó nada”, relata.
Reiteradamente hace énfasis en sus emociones personales jugando, auxiliando o dirigiendo al Tri, ahora que se acerca a su quinto mundial en diferentes circunstancias.
“Nada en la vida como jugar un Mundial en tu propio país, en casa. He dirigido en diferentes torneos europeos, en cuatro continentes, en dos mundiales, pero nada, nada se compara con la emoción intensa de jugar un Mundial en tu propio país”, subrayó Aguirre. “Y eso quiero transmitirlo al jugador, que lo entienda, que es tu país, tu patria, tu bandera, y que hay gente esperando lo mejor de ti, y tenemos la responsabilidad de dárselo”.
Por otro lado, pondera la presencia de Rafa Márquez en su cuerpo técnico.
“Ya sabía de su liderazgo natural, pero ahora está entrenado para ser un mejor líder. Me refresca con sus ideas sobre futbol y su visión del juego que es fantástica. Imagínate, ganó Champions, cinco veces mundialista y encima es mexicano, qué grandioso”, expresa.
Nada pues ha cambiado en y para Javier Aguirre Onaindia Arraskaeta Landeta Goyado Alberdi Uriarte Garechana y Lanetarzúa. Nada ha cambiado, pero precisamente por eso, tratará de cambiar tanto en el futbolista mexicano en su manifiesto desapego a los valores intrínsecos y fundamentales de la camiseta de la Selección Mexicana.