Brasil fue elegida por nuestros fanáticos como la mejor Selección de la historia derrotando en la gran final a la España 2010. La Canarinha obtuvo el 56% de los votos contra el 44% que consiguió la Roja de Del Bosque en nuestras redes sociales (Facebook, Instagram y Twitter). 38 mil usuarios en total participaron en nuestro sondeo final.
Brasil '70 había vencido a la Argentina de México '86 en la semifinal, recibiendo un 73% de los votos en nuestras redes sociales.
Mientras que España 2010 llegó a la final, luego de haber conseguido el 71% de los votos en la otra semifinal ante la Holanda de 1974.
A continuación Rafa Ramos te explica por qué Brasil de 1970 es la mejor Selección de todos los tiempos:
LOS ÁNGELES -- ¡Qué tiempos! 1970. Mundial de México. Era llegar del Estadio Jalisco y encender el televisor. La vivencia sin el relato era como el relato sin la vivencia. Aún me estremezco. La voz en portugués.
"Carlos Alberto para Clodoaldo; Clodoaldo para Gerson; Gerson para Tostao; Tostao para Rivelino; Rivelino para Pelé; Pelé para Jairzinho... ¡Gol de Brasil!".
El orden de los factores no altera el producto. Al final, Brasil ganaba, gustaba y frecuentemente goleaba. Mi padre me llevó a todos los juegos de Brasil en ese Mundial, incluyendo la apoteósica victoria sobre Italia en el Estadio Azteca.
"Carlos Alberto para Clodoaldo; Clodoaldo para Gerson; Gerson para Tostao...".
No bastaba ver aquella máquina de preciosista y embelesador futbol. Había que verla de nuevo. Convencerse de que lo visto en el Estadio, no era un espejismo, no era un sueño adolescente.
No ha habido, no hay y no habrá una mejor selección campeona del mundo que aquella, la de Brasil 1970, en la que Guadalajara adoptó al Scratch de Ouro y hasta que Pelé dio la vuelta olímpica cargado en hombros y con un lujoso sombrero charro.
Desembuchar elogios sobre ese equipo, esos jugadores, con Pelé al mando de esa jauría que hacía rococó desgarrando la piel viva del rival, es bastante simplón. Había que ver a diez obreros altamente calificados, al servicio de O’Rei.
Había magia. Era la exaltación y la exultación del Jogo Bonito. Brasil, en voz de Perogrullo, siendo Brasil. Era una conexión artística en la cancha, con esa arrogancia del que le agrega vistosidad, fascinación, a algo tan simple como recibir el balón y convertirlo en una bayoneta asesina.
Y claro, O’Rei. Y su corte. Una gira de consagración del mejor futbolista de la historia. Pelé era una pantera negra herida, hambrienta, porque fue echado de los mundiales de Chile ’62 e Inglaterra ’66 por los depredadores del futbol. Lo mutilaron en carnicerías que hoy implicarían cárcel.
Cierto, Pelé tuvo de escoltas de un nivel exquisito y talentoso. El Pensador Tostao, La Cosa Más Linda do Brasil Rivelino o La Saeta Jairzinho, sin dejar fuera Piazza o Gerson, más el resto del grupo, excepto el arquero Félix, harían pensar que con semejantes prestidigitadores del balón era tarea fácil arrollar en el Mundial de México.
Pasa sin embargo, que Brasil se coronó pasando por encima de adversarios poderosísimos. Y sus rivales lamentaron que en un camino glorioso se atravesará precisamente la coreografía letal de Pelé y sus hunos.
Venció 4-1 a la respetadísima Checoslovaquia de Víctor, Kavasnak, Petras y Horvath; sentenció al supuesto caballo negro, Rumania, con Dumitru, Lupescu, Lucescu, Nunweiller y el implacable Dumitrache, en partido espeluznante
Ah, pero en el segundo juego de ese grupo asignado en Guadalajara dominó 1-0 al campeón del mundo, a Inglaterra y su gol fantasma de Wembley con estos históricos: Gordon Banks, Bobby Moore, Bobby Charlton y Geoff Hurst.
La segunda fase presentó a Brasil ante Perú. 4-2, el veredicto. ¿Perú? Haga reverencias ante estos nombres: Chumpitaz, Mifflin, Baylón, Cubillas y Sotil. Los aficionados incas hacen caravanas ante semejante escuadra cargada de ilusiones.
Y Brasil siguió montando espectáculos en la cancha del Estadio Jalisco. 3-1 sobre Uruguay. Puede ponerse de pie ante los jugadores charrúas: Mazurkiewicz, Matosas, El Pocho Cortés, Luis Cubilla y Víctor Espárrago. Leyendas de Uruguay.
Para la Final, el Scratch de Ouro es arrebatado al Jalisco. Italia ya se había sentado en el Estadio Azteca. Había eliminado a la portentosa armada de la Alemania de Maier, Vogts, Schnellinger, Beckenbauer, Overath, Seeler, Müller, Grabowski.
Por primera vez, parecía correr peligro Brasil. Porque el escuadrón italiano imponía ese estilo de juego infranqueable. Un búnker con futbolistas exquisitos: Albertosi, Facchetti, Mazzola, Riva, Rivera, Boninsenga.
Pero Pelé disipó las dudas. Esa estampa histórica, desafiando la gravedad, sosteniéndose en el infinito, rematando de cabeza por encima de un defensor de poderoso resorteo y 20 centímetros más alto. O’Rei puso a Giacinto Facchetti a sus pies al minuto 18.
Bonisegna haría el 1-1, pero para la segunda parte, Brasil se tragó el escenario, el rival, con goles de Gerson, Jairzinho y aquel balón envuelto para regalo, con el derroche de Pelé, para Carlos Alberto.
Brasil se consagró de manera sublime. Tricampeón Mundial. Sin duda, para ser la mejor selección de la historia, había sido necesario vencer a las mejores selecciones de la historia en sus respectivos rivales. Ninguno de sus contrincantes ha vuelto a poner en pie, semejante constelación: ni Checoslovaquia, ni Rumania, ni Inglaterra, ni Perú, ni Uruguay, ni Italia.
Además, la historia consigna que México '70 fue el escenario de los dos goles que no fueron, más maravillosos de la historia.
1.- Ante Uruguay. Pelé marca el pase filtrado a Tostao. El balón llega puntual. Astuto, vivaz como portero, Mazurkiewicz sale a encontrar a Pelé. El balón corría hacia la derecha, Pelé pica sobre su izquierda, dejando al uruguayo patidifuso. El brasileño va y recoge el balón a espaldas del arquero, pero su disparo cruzado sale apenas pegado al poste derecho de los uruguayos.
2.- Antes, en la apertura del Mundial, Pelé asombró al mundo en su tarjeta de presentación en el México 70. Toma el balón en su media cancha y ve al arquero checo Víktor adelantado. Mete el zapatazo de más de 50 metros, pero el balón, en segundos de dramatismo y silencio, terminó yéndose a un lado del arco.
Un bono para Usted, lector, si llegó hasta aquí. Una anécdota que pocos saben de O’Rei Pelé y que llegó a mí a través de Ney Blanco, compadre de Pelé.
La noche previa al juego contra Inglaterra, Pelé tuvo un affaire. Una hermosa chica tapatía había despertado su interés. O’Rei se lanzó al ataque como lo haría contra los ingleses. Pero no tenía auto.
Ney Blanco (jugador de América, Atlas y Toluca) tenía un Ford Falcon último modelo. Gran amigo de Dodinho --el padre de Pelé--, y de O’Rei mismo, accede a regañadientes a prestárselo. ¿Cómo irse de fiesta la noche previa a enfrentar a Inglaterra?
Pelé regresó de madrugada. Miope, O’Rei creyó que los arcos en el hotel Suites Caribe eran transitables. Pero no. Estrelló el Ford Falcón nuevecito contra el muro, en el que los arcos eran sólo un adorno.
“Afortunadamente Edson salió ileso de ese choque”, explicaba Ney. “¿Te imaginas si le hubiera pasado algo...? ¡Habría sido el fin de Brasil!?”.