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La trilogía será parte de la historia

Erik Morales irá por la hazaña ante David Díaz AP

Cuando Erik Morales (48-4, 34 nocauts) y Manny Pacquiao (42-3-2, 32 nocauts) se enfrenten en el Thomas & Mack Center de Las Vegas el sábado, procurarán agregar un final explosivo a su propio capítulo en la historia del boxeo. Su primer encuentro, en marzo del 2005, fue tan fascinante que mereció una repetición. Cuando Pacquiao, quien fue derrotado por un majestuoso Morales en su primera pelea, levantó un flojo comienzo para imponerse sobre su rival mexicano en la revancha del pasado mes de enero, se hizo necesario un tercer combate definitorio.

Y si la pelea del sábado llega a ser tan caliente como las anteriores, entonces Morales y Pacquiao podrían dejar una marca en la historia del boxeo como, por ejemplo, Leonard y Duran, Bowe y Holyfield -- o, para el caso, Morales y Barrera: siempre se los recordará como protagonistas de una trilogía.

"Quedan asociados", dijo el historiador de boxeo Bert Sugar acerca de los luchadores reconocidos por sus trilogías. "Casi no puedes decir Frazier sin decir Ali. No puedes decir Graziano sin Zale. Frank Sinatra alguna vez escribió una canción llamada 'Amor y Matrimonio'. No puedes tener uno sin el otro. Es como Gilbert y Sullivan. Como Caín y Abel. Tendemos a no recordar sus otras peleas".

Las trilogías evolucionan por una serie de razones, explicó Sugar.

"Algunas por conveniencia. Otras por obligación. Y sí, algunos podrían buscar venganza, pero no tanto contra la otra persona sino contra la derrota que aparece en sus currículums", dijo.

Algo que las trilogías tienen en común es que la primera pelea por lo general es lo suficientemente caliente, memorable o controversial como para que el público desee otra, aunque la revancha sea una decepción -- algo que ha sucedido en muchos casos (como, Ali-Frazier, Gatti-Ward o Barrera-Morales). José Luís Castillo dominó a Diego Corrales en su segundo combate el año pasado, noqueándolo en el cuarto asalto. Pero la primera pelea -- en la que Corrales se había recuperado de dos derribos en el décimo round para detener a Castillo del mismo modo -- había sido tan espectacular, y las controversias que rodearon el desquite (específicamente, el hecho de que Castillo no había llegado al peso, por lo que se le adjudicaba una ventaja física sobre Corrales) tan mitigantes, que el público todavía pedía un tercero, y habría sido así, de no ser porque Castillo volvió a no cumplir con el peso.

La primera pelea de una serie, sea o no para un título, puede tener un resultado imprevisto, pero si el favorito gana la revancha con demasiada facilidad, entonces el primer resultado podría ser oficialmente designado como una casualidad y la serie podría terminar en dos. Por ejemplo: Cuando Lennox Lewis perdió su título de peso pesado ante Hasim Rahman en el 2001, el resultado se atribuyó al poco entrenamiento de Lewis y a los problemas de aclimatación a la altitud de Sudáfrica. Cuando dominó fácilmente a Rahman en la revancha de Las Vegas, dejándolo inconciente con un duro derechazo en el cuarto asalto, las especulaciones fueron confirmadas. Rahman había ganado la primera vez porque Lewis estaba desconcentrado. Cuando propuso un tercer partido definitorio, Lewis se rió.

De lo contrario, a pesar de que Muhammad Ali vengó su derrota por puntos en marzo de 1973 ante Ken Norton (cuando Norton le quebró la mandíbula) con una victoria por decisión en septiembre del mismo año, su triunfo no fue para nada convincente. Pasaron tres años -- durante los cuales Ali recuperó el título de peso pesado espectacularmente venciendo a George Foreman, y completó una trilogía con su verdadero gran rival, Joe Frazier -- pero Ali y Norton finalmente se encontraron en un tercer combate. Nuevamente se decidió por el triunfo de Ali, por un pelo.

Al completar trilogías épicas ante dos hombres -- Norton y Frazier -- Ali se sumó a una fraternidad de elite, de la que Morales pasará a formar parte el sábado por la noche, cuando, supuestamente, termine con la fase Pacquiao de su carrera y coloque una placa en la repisa de la chimenea junto a su famoso trofeo Marco Antonio Barrera. El mexicano Rubén Olivares, estelar peso gallo, está en el mismo club, habiéndose enfrentado a Chuco Castillo tres veces en 1970 y 1971, y completando una tríada de batallas con Bobby Chacón en 1973, 1975 y 1978.

Chacón también hubiera estado allí si sus tres combates con Bazooka Limón no se hubieran extendido a cuatro. La historia del boxeo está más repleta de rivales que se midieron cuatro, cinco, seis o más veces que los que completaron una trilogía y se quedaron allí.

"El tercer combate Robinson-LaMotta marcó una trilogía", dijo Sugar. "Luego hubo una cuarta pelea, una quinta y una sexta".

Entre los boxeadores modernos, tal vez el campeón de múltiples encuentros haya sido el liviano peso pesado argentino Víctor Galíndez. De sus 70 combates, cinco fueron ante Jorge Ahumada, seis ante Avenamar Peralta, y nueve ante Juan Aguilar. Pero hasta su record queda deslucido ante algunas de las viejas figuras del boxeo.

El legendario Sam Langford, por ejemplo, se enfrentó a Harry Wills 18 veces, a Sam McVey 15 veces, y a Joe Jeannette otras 13 -- tal vez haya sido porque a principios del siglo 20, no era fácil para los boxeadores negros encontrar rivales, y tal vez porque, como señaló Harold Lederman de HBO, antes los boxeadores peleaban con mucha más frecuencia que ahora.

"No habrá otra serie de seis combates de Sugar Ray Robinson vs Jake LaMotta, porque los hombres ya no pelean con tanta frecuencia. LaMotta y Robinson, creo, se enfrentaron en dos de sus épicas batallas con dos [de hecho, tres] semanas de diferencia. Y creo que Robinson puede haber tenido otro combate entre medio", dijo.

Especialmente en los tiempos de Langford, señaló Lederman, "No había televisión y querían que más personas tuvieran la oportunidad de verlos luchar, y las personas pagaban por eso. En aquellos días, pagaban a los jugadores según la cantidad de boletos vendidos. Así que si un hombre como Langford quiere ganar dinero, encontrará al rival más atractivo posible, traerá la mayor cantidad posible de personas a la puerta, así que si recibe un porcentaje -- digamos que gana el 10 por ciento, o algo así -- al menos tiene la oportunidad de ganar mucho dinero. De modo que por supuesto que se enfrentó a Wills y a Jeannette Dios sabe cuántas veces, porque las personas no podían verlo por televisión, tenían que ir al arena y ver las peleas. Así que si la pelea fue buena, le diría a Wills, 'Hey, volvamos a hacerlo'".

Hoy en día, aunque los boxeadores quisieran pelear con suficiente frecuencia como para que se desarrollen estas series, los aficionados perderían interés rápidamente, sin importar qué tan buena sea la pelea. Claro que algunas trilogías contemporáneas tuvieron lugar sin siquiera ser pedidas por los aficionados. La serie de pesados entre Evander Holyfield y John Ruiz podrá haber sido muy reñida y con resultados muy controversiales, pero pocos rogaban por una segunda pelea, y mucho menos una tercera, y a pesar de que la rivalidad quedó igualada, con una victoria para cada uno y un empate en el tercer cobate, nadie estaba golpeando la puerta por un cuarto desquite.

Bernard Hopkins se enfrentó a Robert Allen por segunda vez, en febrero de 1999, porque su primer combate, que había tenido lugar hace cinco meses y medio, tuvo un final muy extraño e inconcluso: El réferi Mills Lane, intentando separar a los dos boxeadores que estaban abrazados, accidentalmente empujó a Hophins fuera del ring, por lo que el peso mediano se lesionó y la pelea quedó cancelada. Sin embargo, el desquite fue muy desparejo. Hopkins derribó a Allen en el segundo y sexto asalto y lo detuvo en el séptimo. No había interés alguno en un tercer combate, pero para el 2004, Allen se preparó hasta ser un adversario obligado; Hopkins volvió a dominarlo, esta vez, ganó por decisión en 12 rounds.

De la misma manera, hubo una época en la que Bronco McKart parecía no poder evitar a Winky Wright por más que quisiera -- y al final, debe haber deseado poder hacerlo. La primera vez que se enfrentaron, en 1996 para disputar el cinturón de peso mediano júnior de la Organización Mundial de Boxeo, el combate fue peleado, y Wright se impuso por decisión dividida. Cuando volvieron a encontrarse cuatro años después, en una eliminatoria por el título de la Federación Internacional de Boxeo, Wright había mejorado mucho y ganó con facilidad por decisión unánime. Para cuando se enfrentaron en un tercer combate, en el que McKart desafiaba a Wright por el título de la FIB, la superioridad de Wright fue completa, y McKart, incapaz de montar una ofensiva, fue descalificado por repetidos golpes bajos.

Por otro lado, la serie entre Roy Jones Jr. y Antonio Tarver, dos rivales locales con un verdadero desdén por el otro, tenía todos los ingredientes para ser una clásica trilogía.

Durante su primer combate, en noviembre del 2003, Jones se vio obligado a cubrirse contra las cuerdas mientras Tarver lo bombardeaba, pero consiguió recobrar el control cuando su velocidad de mano y la acción se movieron al centro del ring. El resultado fue una decisión dividida a favor de Jones; y si para el público fue sorprendente ver a Jones luchar con tanta dificultad en el primer combate, no fue nada comparado con la reacción producida cuando Tarver le aterrizó un duro puño izquierdo en el segundo round de la revancha. Doce mil personas se pusieron de pie al ver que su rey libra por libra quedaba noqueado por su odiado rival.

El escenario estaba preparado para un caliente tercer partido. Pero Jones fue noqueado por Glen Johnson, quien luego derrotó a Tarver, antes de que éste lo dominara por puntos en un desquite. Para cuando Tarver y Jones se volvieron a encontrar, ambos estaban muy desgastados, y la poca acción que hubo en el tercer combate sólo sirvió para destacar cómo, y qué tan rápido, habían decaído ambos.

Como Morales perdió tres de sus últimas cuatro peleas (incluyendo la segunda con Pacquiao y la tercera con Barrera), hay una sensación de que él también podría estar al final del camino. Sin embargo, a diferencia de Jones y Tarver, pocos esperan que se vaya gimiendo. Hay grandes probabilidades de que, para el domingo por la mañana, Morales y Pacquiao sean considerados con la misma reverencia que algunas de las grandes trilogías.

"Creo que las personas están entusiasmadas con Morales-Pacquiao, no sólo porque se trata de Erik Morales y Manny Pacquiao, sino porque están diciendo 'Ya vimos a estos muchachos antes, tuvieron dos grandes combates, queremos ver otra gran pelea'", dijo Lederman. "Las primeras dos peleas fueron grandiosas, y creo que la tercera también lo será. No espero nada menos que un derribo, una verdadera batalla desde el comienzo. No veo a Manny Pacquiao escapando, creo que irá directamente hacia Erik Morales, y creo que Morales lo esperará con su enorme puño derecho. Creo que será una pelea muy emocionante, y estoy muy, muy ansioso".