En el final de la Guerra Fría y los primeros años del mundo unificado el nombre de Steffi Graf era sinónimo de efectividad y éxito. Una derecha poderosa, una personalidad sobria y enigmática, así como numerosos triunfos fueron parte del legado de esta mujer que nació el Bruhl, Mannheim, al sur de la Alemania Occidental, el 14 de junio de 1969.
Stefanie Maria Graf fue 377 semanas la Número Uno del circuito femenil, incluida una espectacular racha de 186 consecutivas entre el 17 de agosto de 1987 y el 10 de marzo de 1991. El registro de semanas consecutivas solo pudo ser igualado por Serena Williams entre 2013 y 2016, pero en el total de semanas, la germana se mantiene aún como poseedora de la cifra más alta de la WTA.
Steffi también terminó como Número Uno del mundo durante ocho temporadas, el máximo histórico, y fue la jugadora más dominante de la década de los años 90 del siglo XX, cuando ocupó la primera posición en 253 semanas, 75 más que las 178 de su archirrival Mónica Seles.
Ganó además 22 títulos de Grand Slam, entre 1987 y 1999, cifra que actualmente la mantiene como la tercera mejor jugadora de todos los tiempos detrás de la estadounidense Serena Williams (23) y la australiana Margaret Court (24). Sus 22 ‘grandes’ le permiten ser la única tenista, hombre o mujer, que ha ganado al menos cuatro veces cada uno de los Grand Slam. Ni Federer, que tiene solo un Roland Garros, o Nadal, que tiene un Abierto de Australia, pueden hacerle sombra.
Sus arrolladoras cifras la llevaron a ser declarada por la agencia AP como la mejor tenista del siglo XX, ‘Personalidad del año’ por la BBC en 1998, además de recibir el Premio Príncipe de Asturias en 1999, justo el año en que se retiró ganando un Roland Garros sobre Martina Hingis, entonces, de 18 años. “Éste es el recuerdo más increíble que voy a tener al recordar mi carrera tenística”, dijo la germana luego de salvar un par de puntos para partido en contra en ese duelo.
Su historia comenzó a los tres años de la mano de su padre, Peter, quien pronto se dio cuenta del diamante que era Steffi, por lo que la impulsó hasta debutar en el escenario profesional donde inició con una derrota pero terminó con un récord de 900 triunfos y 115 descalabros, según los registros de la WTA, y 107 torneos ganados. La alemana fue también un símbolo de la revolución del deporte olímpico en Seúl 1988, cuando los aires del mercantilismo tocaban la puerta de los Juegos y se permitió que compitieran tenistas profesionales (luego vendría el Dream Team de Barcelona 1992, encabezado por Michael Jordan, y entonces los Olímpicos dejaron a un lado su origen amateur).
En la capital coreana, Graf ganó los oros en individual y dobles (junto a Claudia Kohde-Kilsch) para convertirse en la primera y única mujer que ha ganado el Golden Slam, que incluye los cuatro Grand Slam y el oro en los Juegos Olímpicos en la misma temporada. Cuatro años antes, en Los Ángeles 1984, la quinceañera Steffi Graf también se había coronado pero entonces el tenis era solo deporte de exhibición y su presea no contaba para el medallero oficial. En Barcelona 1992, Steffi fue plata al caer en la final ante la estadounidense Jennifer Capriati.
Sus triunfos tuvieron más resonancia por el nivel de competencia de las rivales a las que enfrentó, como Chris Evert, la argentina Gabriela Sabatini, la estadounidense de origen checo Martina Navratilova, la estadounidense de origen serbio Mónica Seles o la española Arantxa Sánchez Vicario.
Rivalidad especial la que sostuvo con Seles, con quien disputó seis finales de Grand Slam con saldo de tres victorias y tres derrotas por bando. Pero el momento más dramático y al mismo tiempo el más emotivo de esta pugna deportiva fue cuando visitó en el hospital a Mónica, quien había sido apuñalada por un aficionado alemán durante el torneo de Hamburgo 1993. Günter Parche, el agresor, era fanático de Graf y quería que su compatriota fuera la mejor del mundo.
Steffi se retiró a los 30 años, siendo la número tres del mundo. Una decisión atípica que le permitió valorar otros aspectos de su vida. Poco después inició una relación sentimental con André Agassi, con quien más tarde se casó en Las Vegas, en una ceremonia totalmente privada en la que solo estuvieron presentes las madres de ambos. El año de su retiro surgió otro monstruo del tenis femenil: Serena Williams, quien ganó aquel 1999 su primer ‘grande’, el US Open y más tarde la superaría en el número de títulos de Grand Slam.