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El costo de la justicia para Brittney Griner

Ella será una mártir de una lucha más antigua que la Guerra Fría, el reclamo de la igualdad.

Nueve años de cárcel del otro lado del mundo le destrozan la vida a cualquiera, y esa es la realidad que Brittney Griner enfrenta a partir de hoy por un delito que no tiene tanto que ver con su decisión de consumir cannabis, como con la política internacional que, medio siglo después, vuelve a enfrentar a las grandes potencias.

Como en su momento la Guerra Fría llegó al extremo de producir los boicots de los Juegos Olímpicos de Moscú 80 y Los Ángeles 84, los daños colaterales comienzan a aparecer en varios frentes, siendo la gigante de la WNBA el caso más dramático, ahora que una juez en Rusia le dio tal sentencia por introducir aceites de consumo personal al país.

Según ha declarado la Casa Blanca, Brittney Griner fue detenida de forma incorrecta, en lo que para muchos se trata de una simulación, cuyo objetivo es poner presión sobre Washington y así Moscú pueda negociar el intercambio de presos con mayor valor estratégico que una ciudadana americana que sólo se dedica a jugar basquetbol.

De todas formas cometió un delito, porque no es lo mismo portar cannabis en Arizona que en Rusia, pero la exposición de su caso y el hecho de que haya llegado a las manos del presidente Joe Biden, dejan muy en claro que esto es más trascendente que fumarse algo, poniendo una pregunta fundamental sobre la mesa: ¿por qué las basquetbolistas de la WNBA tienen que ir tan lejos a jugar?

La respuesta es, obviamente, por dinero. Diana Taurasi, básicamente la Michael Jordan de la W, es la estrella mejor pagada en la historia de la liga y cobrará esta temporada un salario de $228,094 dólares, lo cual es apenas la cuarta parte del salario mínimo para un novato en la NBA de acuerdo al último contrato colectivo. Un insulto.

Para colmo la WNBA, que es una propiedad de la NBA, introducirá la próxima temporada una cláusula que sancionará económicamente a las atletas que decidan jugar en otros países si su calendario se empalma con el arranque de la pretemporada en Estados Unidos, lo que les cortará el derecho de ganarse la vida, a la vez que ellos mismos no garantizan mejores pagos.

Por su puesto que la W no tiene el mismo tamaño de economía que la NBA, pero ¿por qué tienen que ser sus empleados los que asuman el riesgo de una apuesta hacia el futuro, cobrando ridículamente menos de lo que cobran sus contrapartes en la liga de hombres con franquicias que cada año suben de valor? Nadie espera que Griner gane lo mismo que LeBron James, pero tampoco merece menos que chicos recién salidos de la universidad.

La justicia llegará mientras la vida de Brittney Griner se pierde en una cárcel de las afueras de Moscú, ya sea porque la Casa Blanca logre traerla de regreso a casa o por el loable trabajo que sus amigas están haciendo, generando conciencia de todo lo que necesita cambiar. Ella será una mártir de una lucha más antigua que la Guerra Fría, el reclamo de la igualdad.