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La defensa de los Celtics fue la de un equipo de campeonato

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5:05
¡Los Celtics hacen valer su localía y se adelantan en las Finales de la NBA!

Boston superó a Dallas con gran actuación de Porzingis en su regreso y Tatum terminó con un doble-doble. Los 30 puntos de Doncic no alcanzaron para los Mavs.

El ataque gana partidos y la defensa campeonatos. Esa máxima fue la que hicieron valer los Boston Celtics en el primer partido de las Finales en el TD Garden para quedarse con un triunfo sin fisuras.

Fue un trabajo perfecto sin balón. Con rotaciones milimétricas, con defensa individual, con protección de la pintura. Dejaron algo en claro: con Kristaps Porzingis de regreso en la alineación, este equipo es otro. Quitemos, por un lado, su pasaje diabólico de anotación en el arranque de juego, en el que se movió como una mezcla de Larry Bird y Bill Russell pese a haber estado más de un mes fuera de acción por lesión.

Tomemos, entonces, nota en defensa: el interno letón fue la pieza que faltaba para conformar un Tetris perfecto, ese que hizo de Boston la mejor franquicia de la temporada regular por kilómetros de distancia.

La fórmula planteada por Joe Mazzulla salió a la perfección. En la primera línea, Jaylen Brown y Jrue Holiday alternaron el trabajo para contener a Luka Doncic y Kyrie Irving respectivamente. A ellos se sumó el siempre inteligente Derrick White y Al Horford atento para cubrir los huecos cada vez que la genialidad intrínseca de la dupla de los Mavericks construyó puentes imaginarios merced al talento.

Un dato de Horford que vale la pena revisar: limitó a los Mavericks a 1-13 (7.7%) en las jugadas en las que tuvo participación defensiva decisiva. Un desglose: 1-7 de Doncic, 0-3 de Irving, 0-1 de P.J. Washington, 0-1 de Tim Hardaway y 0-1 de Jaden Hardy.

Cuando uno ve defender a Holiday, se pregunta sin ánimo de ofender cómo Rudy Gobert pudo ser elegido Jugador Defensivo del año. Su movimiento lateral, su negación del eje de cancha, su eficiencia para llevar al atacante a terreno inhóspito es encomiable. Y si a eso se le suma un Brown encendido, de cuádriceps tensos y voluntad para quebrar la magia de quien se ponga enfrente, las cosas nunca serán fluidas para quien esté enfrente. Juegue quien juegue y esté quien esté.

Los Celtics no ejecutaron doblajes sobre Doncic e Irving. Hicieron un testeo en el arranque del partido y ante la prueba empírica favorable, profundizaron. En vez de usar más jugadores, hicieron que los defensores primarios sean intensos sobre la pelota. Luego, en la pintura, esperó Porzingis, maestro para desviar tiros, colocar tapas y molestar cualquier intento rival. Palabras más, palabras menos, tuvieron lo que extrañaron horrores en la serie ante Indiana Pacers.

Ni Doncic ni Irving jugaron cómodos en toda la noche. Tan es así que los Mavericks finalizaron solo con nueve asistencias. Ese es el dato que se desglosa de una misión: que hagan los puntos desde la creación pero que no se contagie el resto. ¿Cuántas veces sufrió en carne propia eso Pep Guardiola, entrenador de Manchester City, hoy con el buzo de los Celtics en primera fila? Neutralizar el talento es fundamental, pero no es para cualquiera. Boston dio una clase defensiva. Una lección de básquetbol sin balón: la conexión de los alley-oops de Dallas, un clásico a lo largo de esta postemporada, jamás prosperó en este primer partido de Finales.

Doncic terminó con una sola asistencia en su planilla. Nos señala ESPN Stats que es su número más bajo en temporada regular y playoffs en partidos en los que disputó al menos 35 minutos. Esta noche, estuvo 38 sobre el parquet. Y quizás debió estar aún más, porque cada vez que salió, los Mavericks sufrieron horrores.

De la defensa, emergió el ataque. La rotación de balón de los Celtics los ayudó a lanzar 23-46 de campo (50%) de pases, todo lo contrario a lo que ocurrió con los Mavericks que tiraron 9-25 (36%) por esa vía.

Irving, frustrado por la persecución defensiva constante, no tuvo tampoco una buena noche con el aro. Tiró 32% de campo (6-19) y tuvo 0-3 en triples y 0-3 en tiros desde el dribble. Sí, es cierto, hubo errores no forzados en estos lanzamientos, pero créanme que todo empezó cuando los Celtics le arrebataron la confianza gracias a una defensa intensa que lo obligó en cada incursión hacia el aro a corregir tiros cómodos. Honor a quien honor merece.

En el cielo Celta, por encima de las 17 banderas que iluminan el techo del TD Garden, Red Auerbach sonríe. El habano se encendió en los primeros minutos del último cuarto y no fue gracias a un jugador: fue producto de un trabajo conjunto.

Los Celtics se hermanaron para lograr el objetivo espalda con espalda. Jayson Tatum tuvo un partido discreto, pero no importó: hoy por mí, mañana por ti. ¿Qué más se puede pedir para un roster que busca quebrar su propio maleficio para alcanzar el ansiado campeonato?

Boston fue una locomotora desde el minuto cero por su juego sin balón. No hay misterios. Las Finales recién amanecen pero las primeras señales son muy alentadoras en Massachusetts. Esta defensa, contagiosa, fue la de un equipo de campeonato.

Toda acción provoca una reacción. Veremos, entonces, que prepararán los Mavericks para ponerse a tiro.

El domingo será el turno del segundo juego.

Lo estaremos esperando.