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Spurs, Wemby y Pop: De la esperanza a la incertidumbre

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El efecto Gregg Popovich en el presente de San Antonio Spurs (1:27)

Sebastián Martínez Christensen analiza sobre como la ausencia del entrenador en la banca puede afectar al equipo y a toda la franquicia. (1:27)

En el espacio de dos días, los Spurs han perdido a su máxima estrella y a su entrenador por el resto de la temporada. ¿Qué pasará en San Antonio?


Victor Wembanyama no jugará en lo que resta de la temporada de la NBA. El unicornio destinado a cambiarlo todo, el físico combinado con talento y trabajo listo para pararse en el atril principal de la NBA 3.0, sufrió una lesión atípica: un coágulo de sangre en el hombro, que abre la puerta a todo tipo de hipótesis sobre su futuro. Todas disímiles, algunas temerarias y otras menos dramáticas. Eso sí, cargadas de lo peor que puede tener la evaluación de un tema de esta clase: la duda acerca de lo que puede ser. El dolor de pensar cada tema con lo que pudo haber sido.

A la baja de Wemby, se confirma que Gregg Popovich, el entrenador más ganador de la historia de la NBA, no regresará como coach esta temporada tras el derrame cerebral sufrido en noviembre pasado.

Todo esto nos obliga a la reflexión. En la era de la velocidad, en el contexto donde la impaciencia es reina con corona, necesitamos tiempo. Tiempo para evaluar que pasó con Wembanyama. Tiempo para saber cómo se recuperará Pop. Tiempo para saber qué será de unos San Antonio Spurs que pensaban en el play-in y ahora solo piensan en tachar los días a la espera de noticias gratificantes sobre su jugador insignia.

Porque todo tiene que ver con todo. No tengo certezas, pero tampoco dudas: Pop se quedó en San Antonio a la espera de un Wembanyama que le permita una nueva juventud. Chris Paul vino para colaborar en el desarrollo del talento parisino y de Stephon Castle, y De'Aaron Fox recaló en Texas para ser el socio ideal de Wemby en el juego de pick and roll.

La fragilidad de la existencia, una vez más, queda comprobada con Wembanyama.

Creemos, de manera equivocada, que podemos anticipar el transcurso de los acontecimientos. Que lo que tiene potencial inevitablemente ocurrirá. Y entonces sentenciamos lo que llegará mucho antes de que ocurra, sin entender que la vida es dinámica de lo impensado. Es curioso, porque nos pasa una, y otra, y otra vez, pero no aprendemos: creemos tener conclusiones antes de que nazcan las hipótesis. ¿Hay algo más difícil que concretar lo que alguna vez fue esperanza? Quizás podamos entender, cuando suceden estas cosas, el milagro que ha sido LeBron James para la NBA: paso a paso, escalón por escalón, pasó de promesa a leyenda.

“El placer de derribar ídolos es directamente proporcional a la necesidad de tenerlos”, dijo alguna vez el célebre escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Y esto aplica para todos. Incluyendo a Wembanyama. ¿Cuántas veces escuchamos la frase: "Si juega así a los 21, imagina lo que será a los 28"? Como si las cosas fuesen directamente proporcionales entre sí. Como si fuese un mapa en el que unimos puntos imaginarios camino a lo evidente. Año que pasa, año que mejoro y aprendo. Lamento decir que no funciona siempre así, porque en el transcurso pasan... cosas.

Cuando llegó Wembanyama a la NBA, su potencial fue esperanza. Su físico absurdo, algo así como un Ralph Sampson con la versatilidad de Kevin Durant, fue como el advenimiento de la inteligencia artificial: podía lograr cosas maravillosas o bien destruirlo todo. Porque vimos que su juego multifacético, su básquetbol 360 grados, era una esponja para el conocimiento. Aprendía. Y aprendía rápido. Sea como fuere, teníamos la tranquilidad de que Popovich, maestro del juego pero mucho más que eso domador de almas, tenía la sabiduría, templanza y conocimiento de alguien que podía esculpir a Wemby como su propio Miguel Ángel. Con tiempo, lo que escasea en este mundo.

Con tiempo, que es lo que hoy nos falta a la espera de respuestas.

Los Spurs, que tenían una hoja de ruta clara, una misión por completar que recién transitaba el prólogo, sienten hoy como el oro se escurre entre sus dedos. Sin estrella, sin maestro, una situación de acefalia general impensada para una franquicia acostumbrada a diagramarlo todo.

Ahora bien, ante una debilidad, surge una oportunidad. Cuesta verlo en lo inmediato, pero si San Antonio pierde su chance de play-in sin Wembanyama... ¿Qué pasaría si logra sumar en junio otra potencial estrella para acompañar a un Wemby ya sano? Quiero decir, la incertidumbre abre esta clase de escenarios. Es aquí donde estamos parados en este momento: no sabemos si lo que viene a continuación es un oasis en el desierto o un precipicio.

Porque Wembanyama puede volver sano... o no. Eso nos mata. La única certeza que tenemos es que no sabemos nada. Como estará de aquí unos meses. Cómo terminarán los Spurs en el Oeste. Cómo se recuperará Popovich. Si alguna vez volveremos a verlos juntos en una cancha.

Es difícil aceptarlo, pero las cosas no duran para siempre. Para mí, para ustedes, y para Wemby también.

Así es la aventura de la vida. Escribir los mapas. Tomar las precauciones.

Y el resto, guste o no, tendremos que descubrirlo.