Khaman Maluach llora en el Barclays Center de Brooklyn. Tiene solo 18 años, pero su vida, infinita, complicada, pero también maravillosa, son muchas vidas juntas. En esas lágrimas, en esa carga emocional, reina la redención. De un campo de refugiados a la NBA. De jugar con un neumático de aro a vestir el uniforme de Phoenix Suns. He aquí la superación. La inspiración para millones de personas que buscan una vida mejor.
Que anhelan un futuro diferente.
"Living in Africa, I had the whole continent on my back. Giving hope to young kids."
— ESPN (@espn) June 26, 2025
South Sudan native Khaman Maluach was in tears as he was drafted 10th overall 🥺 pic.twitter.com/osskwuHYHf
Rumbek, estado de Lagos. Año 2006. Khaman nació allí, en Sudán del Sur, pero no lo supo hasta tiempo después. No recuerda nada de ese entonces. Sus comienzos, entonces, inician con una barrera interna, con una negación indisimulable, que sirve para esquivar el dolor. Pensamientos que la propia mente oculta.
No es fácil crecer entre violencia y muerte todos los días.
Para poder comprender esta historia, hay que situarse en contexto. Sudán del Sur logró su independencia el 9 de julio de 2011, tras una brutal guerra civil que dejó el país en ruinas. Lo único que reinó en esos tiempos fue la violencia. De todo tipo. Crímenes atroces, muertes incomprensibles, sin excepciones. Sin distinciones de sexo y edad. Los números son escalofriantes: desde que comenzó el conflicto, casi 20.000 niños fueron utilizados para la guerra. Se estima que cerca de 13 millones de personas fueron desplazadas.
En ese mundo hostil, Khaman Maluach emerge como una flor entre las balas. Un atisbo de belleza sobre tierra arrasada. Junto a su madre y sus hermanos, lograron escapar a tiempo de una vida destinada a ser miserable. Dolorosa, cruel e inevitable. Emigraron como refugiados a Kawempe, una zona de Kampala, la capital de Uganda.
La calma después de la tormenta. Los rayos de sol eran débiles, pero empujaban a pensar que algo distinto podía ser posible. La vida, como un guión cinematográfico, estaba lista para dar un giro tan maravilloso como inesperado.
Aquí comienza entonces esta película de redención. Ajusten sus cinturones: es tiempo de volar.
El inicio de Khaman Maluach: de niño refugiado a descubrimiento NBA
En Uganda las cosas funcionaron mejor. Los desafíos eran enormes, pero la hostilidad del día a día había desaparecido. Palabras más, palabras menos, Khaman y su familia podían vivir. Eso ya era suficiente. El básquetbol no se presentaría en su vida hasta el principio de su adolescencia, pero el deporte, como en muchos niños, ya estaba en su vida. No pensaba con las manos, sino con los pies. Era un tema de conocimiento, pero también de infraestructura: había pocos espacios vinculados a aros, cestos y balones anaranjados. Fanático del Manchester United, su sueño empezó con los ojos en Old Trafford.
La cancha pública más cercana a Maluach estaba a 45 minutos a pie. "Siempre estaba llena", le contó a Alex Squadron de SLAM Magazine en 2023. "Para practicar habilidades o trabajar solo, debía llegar quizás a las 2:00 p. m., cuando no había nadie. Por el calor sobre todo". Era un hobbie, no una profesión. Los sueños a veces se presentan. Y otras veces se construyen.
Solo necesitaba un empujón a tiempo. Esa ayuda llegaría de manos del álma máter del básquetbol de Sudán. El hombre que supo ser jugador, entrenador y presidente de la Federación: Luol Deng.
De Chicago Bulls a sus orígenes: la misión de Luol Deng
El exalero de Chicago Bulls tiene un origen común con Maluach: Sudán del Sur. Y también una historia similar: la familia de Maluach emigró a Uganda, y la de Deng lo hizo a Inglaterra.
Luol jugó en cinco equipos de la NBA: Bulls, Cleveland Cavaliers, Miami Heat, Los Angeles Lakers y Minnesota Timberwolves. Pero todos recordamos sus mejores años, una década entera de 2004 a 2014, como hombre equilibrio de los Bulls. Con los años, supimos que no se trataba de un atleta más: el hombre había vencido al deportista. La mente y el corazón habían logrado incluso vencer sus excelentes aptitudes físicas. Porque Deng nunca pudo olvidar. Siempre pensó en volver. Y en devolver algo de lo que había conseguido. No solo en lo económico, sino también en lo deportivo.
¿Podía ser Sudán del Sur algo más que un territorio en conflicto bélico permanente? ¿Podía un equipo de básquetbol provocar un sentido de pertenencia infinito en un pueblo acostumbrado al dolor? El tiempo diría que sí. Deng es el motor principal, el combatiente primario en estrategia y táctica para que el mundo tuviese su propio 'Jamaica Bajo Cero' en el Mundial 2023 y los Juegos Olímpicos 2024.
Pero no vayamos tan rápido. Estamos ahora en el año 2019 y Deng, con esta misión de profeta a cuestas, organiza un campamento de habilidades. Maluach se presenta y es ese el instante perfecto en el que su vida cambia para siempre. Deng lo observa y no puede creer lo que ve: un jovencito de 13 años que ya mide 1.93 metros. Brazos largos, piernas de gacela, movimientos fluidos. Todo muy por encima del promedio. Lo acompaña, lo aconseja, y por sobre todas las cosas toma sus datos. Sabe que no será uno más.
Estará en lo cierto. Y Maluach utilizará ese campamento como su vía de escape a la felicidad.
La secundaria local, el COVID-19 y el primer salto
Pasado el campamento, Maluach caminaba por una de las calles de Kawempe cuando una bicicleta se puso a su lado y se detuvo. Era Akech Wuoi Garang, entrenador de la secundaria local del Bethel Covenant College. Lo observó de arriba a abajo.
-¿Cuántos años dices que tienes?
-13
-En serio, ¿Cuántos años?
-¡13!
-¿Sabes jugar al básquetbol?
-No
-No importa. Todo se aprende.
Akech lo cobijó y lo ayudó a dar sus primeros pasos. No necesitó verlo ni siquiera un minuto en cancha para comprometerse a pagarle su matrícula. Y a regalarle, por supuesto, un balón.
Todo parecía ir escalera hacia arriba para Khaman. Pero claro, la realidad es que no tenía competencia real con sus compañeros de secundaria. El contexto pareció terminar con su sueño: el COVID-19 azotaba a todos y África no era la excepción. Con el mundo confinado, las habilidades de Maluach quedaron en terapia intensiva. Sin embargo, el jovencito lejos de quejarse, decidió trabajar. Encontró maneras creativas de salir adelante. No perdió el tiempo: colocó un neumático grande y lo usó de aro. Dribbleó el balón que Akech le dio por todas partes, para mejorar la ductilidad de sus manos. Observaba a la distancia, por YouTube, los movimientos de las estrellas NBA: Giannis Antetokounmpo, Joel Embiid, Anthony Davis, Kevin Durant. Nunca pensó que años más tarde los enfrentaría.
Para el día que la pandemia terminó, Maluach era otro. Mientras el resto descansaba, él había hecho su parte. Su técnica había crecido a pasos agigantados. Corría. Volaba. Mientras tanto, Deng se movía para conseguirle oportunidades. Y una bala de plata, lanzada a tiempo, impactó de lleno en su futuro.
La NBA Academy África: la evolución de Khaman Maluach
El miércoles 16 de abril de 2021, recomendado por Deng, la NBA Academy Africa, fundada en 2017 en Saly, le ofreció una beca a Maluach. Cuando recibió la noticia, Khaman lloró de alegría. Fue la antesala de la noche de Draft en el Barclays Center. No sabía por donde empezar. No tenía idea como armar una valija. Todo era nuevo para él: viajaría a Senegal. Su primer viaje en avión.
Estaba tenso. No durmió en las tres noches siguientes.
Cuando llegó, supo de inmediato que no sería el final. Se iba a encargar él, con su esfuerzo, con su determinación, de que sea solo el principio. Fue un trabajo duro. Pero aprendía rápido. Seis horas de clase y cuatro de entrenamiento, todos los días. Maluach hablaba poco. Sabía, a su manera, que cuando alguien escucha aprende algo, cuando habla repite. Su evolución fue integral: nutrición, fuerza y acondicionamiento. Conducta.
"No paso un día sin trabajar mis habilidades para alcanzar a los chicos que empezaron antes", confesó.
Franck Traoré, director de operaciones de básquetbol de NBA África, contó en Slam que Maluach fue siempre una esponja. "Pones a este chico al lado de Embiid una semana. Todo lo que haga, lo perfeccionará en poco tiempo. Observa y escucha a los entrenadores. Es obediente y muy inteligente".
La Academia le dio lo que África no tenía: infraestructura. Formación, acceso a competiciones internacionales. Skills. Y además, vidriera. La participación en el Programa BAL Elevate, que asigna a los mejores talentos a equipos profesionales cada año, provocó una nueva piel en su carrera.
Lo mejor estaba por venir.
África, el Mundial 2023 y el paso a Duke
Maluach pasó a ser, de inmediato, cosa seria. Los scouts empezaron a seguirlo en cada cancha que jugaba. En los pasillos se hablaba de un niño de Sudán del Sur que podía hacer cosas extraordinarias. Que tenía destino NBA. No mejoraba cada año: mejoraba cada día. Cada hora. Cada segundo. Jugó con el Cobra Sport en 2022. Con el AS Douanes de Senegal en 2023. Fue titular en la victoria en semifinales sobre el Petro de Luanda y perdió la final contra el Al Ahly.
Royal Ivey, entrenador de Sudán del Sur y compañero inseparable de Deng, hoy presidente, lo incluyó en la lista de jugadores que participaron en el Mundial FIBA 2023. Tenía solo 16 años. Fue, para ese entonces, el más joven de la Copa del Mundo y el tercero más joven de la historia en participar de un torneo así.
En el torneo que se disputó en Filipinas, Japón e Indonesia, las Bright Stars fueron debutantes. Solo se otorgaba un pasaje para el continente africano rumbo a la cita de París 2024. Y estos héroes, que se entrenaron en canchas sin techo, con águilas sobrevolando las órdenes de Ivey, en gimnasios inhóspitos y en condiciones precarias, solo para representar a su país, lograron ese boleto cuando derrotaron a Angola 101-78. El vestuario fue una fiesta sin precedentes. El mundo tenía, una vez más, a su equipo del pueblo en una competencia en la que abundaban los NBA. Y entre todas las figuras, allí estaba Maluach, de solo 16 años.
Aún conmueve recordar la hazaña deportiva de Sudán del Sur.
Meses después, en la preparación para París 2024, Maluach sorprendió de nuevo al mundo. Anotó siete puntos, tomó tres rebotes y puso una tapa contra Estados Unidos, que tenía en sus filas a LeBron James y Stephen Curry, entre otros.
USA evitó por poco la sorpresa con una victoria 101-100.
La última escala en Duke y el salto a la NBA
Maluach, con sus 2.18 metros, y su combinación fantástica de tamaño, atletismo y habilidad, fue elegido en primera ronda procedente de Duke. Allí estaba Khaman, emocionado, con solo 18 años pero con varias vidas juntas en su espalda. Tratando de entender qué pasó en algo más de un lustro. Como la vida puede cambiar tanto, como ayer lanzaba como podía con un balón gastado en un neumático, y hoy, de traje, le estrechaba la mano a Adam Silver. Los milagros existen. Deportivos y no tanto.
Maluach jugará finalmente en Phoenix Suns, tras ser seleccionado en primera instancia por Houston Rockets. No se trata de un jugador más. De hecho, no se trata solo de básquetbol.
Nadie elige dónde nace. Pero sí puede elegir quién quiere ser. ¿Cómo se pasa de un campo de refugiados a la cima del deporte mundial? Casi nadie puede.
Pero Khaman Maluach sí.
Carácter y determinación.
Recuerden su nombre: no dejará que lo olviden.
