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La llegada de DeAndre Ayton a los Lakers, lejos de traer certeza, trae más incertidumbre

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¿Puede Deandre Ayton ser la pieza que le falta a los Lakers? (2:22)

Kendrick Perkins explica por qué un cambio en la actitud de Deandre Ayton podría convertirlo en la pieza que falta en los Lakers. (2:22)

DeAndre Ayton. El pick número uno del Draft 2018, dos puestos por encima de Luka Doncic, el astro de Los Angeles Lakers que despierta suspiros a lo largo y ancho del planeta. En una liga carente de hombres grandes, esta debería ser no solo una buena noticia. Quizás la mejor noticia de todas en una temporada baja convulsionada.

Sin embargo, está muy lejos de serlo.

Los pasillos de la Liga hablan. Intramuros, se sabe que Portland Trail Blazers, la última franquicia de Ayton, se hartó de él. Cuenta Jason Quick, en The New York Times, que podían convivir con sus lesiones. Con jugar 55 partidos en una temporada y 40 en la otra. Lo que no soportaron más fueron sus hábitos pésimos: llegar tarde a los vuelos y las prácticas. Saltearse las citas de rehabilitación. Patear sillas cuando lo quitaban de los juegos. Y además, el conflicto encendido en el vestuario cuando lo apartaron por falta de esfuerzo.

A todo eso deberá enfrentarse JJ Redick. Este pleno se jugó Rob Pelinka, quien tiene una meta a la vista: convencer a Doncic para ejecutar una extensión de contrato a largo plazo con la franquicia. Para eso deben ser competitivos. Ahora bien, ¿Son realmente competitivos?

Quien recuerde las quejas constantes de Doncic -con los árbitros, con los compañeros, con los rivales, con el mundo- podrá entender lo que podría pasar con estos Lakers en el futuro cercano. Necesitaban, por supuesto, un centro dominante. Ahora lo que van a necesitar es un centro, pero de mindfulness. Un ejército de psicólogos. Y también de nutricionistas. Tic, tac, tic, tac. Aún no estamos ni siquiera en postemporada y la bomba empieza a entrar en cuenta regresiva en Hollywood.

Los playoffs pasados fueron una muestra clara de dónde estaban parados los Lakers. LeBron James, con 40 años, se mostró en modo superhéroe, con un físico y un juego completamente inusual para un deportista de su edad. Parecía tener 26 años. Y Doncic, un superdotado con su mente, parecía tener 40 y varias noches combinadas de cerveza y comida rápida. Su defensa emparejada con Anthony Edwards, de Minnesota Timberwolves, fue como un rinoceronte tratando de anticipar los movimientos de una gacela. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio: ni el más maravilloso de los jugadores, como es el caso de Luka, puede competir de manera digna con esa preparación física que ni siquiera rozó lo aceptable.

Nico Harrison, en un par de semanas de abril, pasó de ser un loco a tener un punto.

¿Puede DeAndre Ayton traer soluciones a Los Angeles?

Los Lakers, entonces, afrontarán su propia temporada de redención. Los ojos estarán puestos no solo en el primer día de temporada de Doncic, sino en los meses sucesivos. Para LeBron, esta serie regular 2025-26 puede ser su última bala en la recamara. Y para Ayton, su llegada a la franquicia del Showtime se presenta como un lapsus de recuperación deportiva. Aspira a ser quien fue en sus años en los Suns, cuando logró ser finalista NBA y era considerado uno de los mejores internos de la Liga. Hoy está lejos de todo eso. Pero tiene 26 años. Un buen número, aunque sí, ya lo sé: parece de 35.

El fanático promedio puede no verlo, pero los Lakers tomaron a Ayton, como agente libre sin restricciones, porque no pudieron fichar algo mejor antes. Clint Capela firmó con los Rockets. Brook Lopez se fue a los vecinos Clippers. Al Horford sigue disponible como agente libre. Los Knicks se quedaron con Guerschon Yabusele. Los Bucks se hicieron con los servicios de Myles Turner. Los Nuggets adquirieron mediante cambio a Jonas Valanciunas. Y los Spurs ficharon a Luke Kornet. Curioso lo que hicieron, además, los Suns, ex equipo de Ayton: cambiaron por Mark Williams, el hombre que no había pasado el apto físico en los Lakers, y sumaron, además, a la bellísima historia de superación procedente del Draft llamada Khalam Maluach, el gigante de Duke nacido en Sudán del Sur.

Con ese panorama, y con el amanecer a la vista, Redick paró la música y abrazó fuerte a Ayton. Le juró amor eterno por los próximos meses, vaya contradicción de fidelidad obtusa. Pero de mentirse, a veces, vive el hombre. De convencerse de situaciones.

Los números de Ayton no son malos. Los rivales, cuanta Genius IQ, lanzaron un 53.5% contra él cerca del aro la temporada pasada. Es el undécimo mejor promedio entre 221 jugadores en defender 125 o más tiros en las cercanías del aro. Y si bien sus números bajaron en Portland, es uno de un total de cuatro jugadores en promediar al menos 10 puntos y 10 rebotes en las últimas siete temporadas, junto a Giannis Antetokounmpo, Rudy Gobert y Nikola Vucevic.

Los Lakers aspiran a un crecimiento de Austin Reaves en el perímetro y a un desarrollo acorde de Dalton Knecht. De todos modos, el plantel sigue sobrepoblado de aleros, con Rui Hachimura, Jarred Vanderbilt, Jake LaRavia, Maxi Kleber y LeBron.

¿Qué debemos esperar de los Lakers esta temporada? Nada muy diferente a la anterior. Los ojos estarán puestos, entonces, en la salud general de un equipo que tiene a sus tres espadas principales (Doncic, Ayton y James) con potencial riesgo de lesión. Doncic, según como regrese de la pretemporada y como se mantenga en niveles de esfuerzo y sobrecarga. Ayton, con las dos últimas temporadas jugando 95 de 168 partidos posibles. Y LeBron, con cuatro décadas en la espalda. No se le puede pedir más de lo que dio y lo que da.

La llegada de Ayton, más que respuestas, trae nuevas preguntas. En Hollywood, donde se escribieron los grandes guiones de la NBA, en la franquicia en la que alguna vez nos deleitamos con los pases de Magic Johnson, los tiros de Kareem Abdul-Jabbar, la fuerza de Shaquille O'Neal y el espíritu inquebrantable de Kobe Bryant, ya no administra la grandeza el Rey LeBron. Lo que reina, ahora, es la incertidumbre.

Desde este lejano mes de julio. Hasta las luces de marzo, cuando la postemporada esté a solo metros de distancia.