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Deng y Faried alzan su voz por los refugiados y musulmanes en L.A.

La victoria de Los Ángeles Lakers sobre Denver Nuggets (120-116) quedó en un segundo plano debido a la presencia de dos nombres propios: Luol Deng y Kenneth Faried. Dos jugadores que optaron por dar su opinión sobre un tema tan sensible como lo es la orden ejecutiva en la que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prohibió la entrada al país a ciudadanos y refugiados de siete naciones de mayoría musulmana.

Ambos jugadores fueron rivales el martes, pero sus ideas se dieron la mano. La manera en la que las expusieron fue diametralmente opuesta, sencillamente porque los contextos de cada uno son distintos.

El jugador de los Lakers habló como refugiado de Sudán (desde la independencia en 2011 de Sudán del Sur, ésa es su nacionalidad, por lo que él no está entre los afectados por la prohibición). El alero es candidato a obtener una Green Card (tarjeta de residencia) que está en proceso; el de los Nuggets se pronunció como musulmán y estadounidense nacido en Nueva Jersey. Comedido el primero y crítico el segundo, pero ambos igual de sólidos ante una realidad desconocida por mucha gente.

Cuando Deng se enteró de que refugiados de países en conflicto como Iraq, Sudán, Yemen, Somalia, Libia, Irán y Siria no podían entrar en EEUU, su mente se trasladó a años atrás, cuando, de pequeño, su familia tuvo que escapar de la amenaza de un país que se desmoronaba en aras del sinsentido, que no entendía de edades a la hora de reclutar o ejecutar. Egipto les acogió y allí vivieron en un campamento de refugiados durante cinco años, antes de que Reino Unido les concediera asilo político. Para el país europeo, Deng tan solo fue un número fruto de un arrebato de solidaridad, pero para él se trató de una oportunidad que en la actualidad otros no están teniendo.

“No creo que la gente sepa (lo que implica ser refugiado). No se habla del tema y no les culpo por ello. Lo entiendo porque pasé por eso y los que me rodean lo saben. Al mismo tiempo, entiendo que a la gente le cuenten una historia y se la crean. Si me contaran a mi una historia y es lo único que supiera, también me lo creería”, afirmó Deng.

De lo que habla el alero es de que, para mucha gente, ser refugiado implica ser un terrorista en potencia. Cada vez son más las puertas que se cierran a su paso mientras intentan escapar de situaciones que en la mayoría de los casos jamás imaginaremos. Esa es la tendencia global en algunos países de Europa y en EEUU.

“A mi entender, no he visto que refugiados que llegaron a este país fueran terroristas. Tardé cinco años en recibir la oportunidad que tuve, no creo que nadie quiera desaprovecharla”, confesó.

“Muchos refugiados están hablando ahora. Nunca estuve en una situación en la que lo que yo dijera tuviera un impacto en otras personas. Estoy más que contento en hablar de esto. Lo que estoy diciendo no es nada personal o contra nadie, es lo que creo y cómo vivo mi vida. Desde el primer día dedico mi vida a otros. Tuve una oportunidad, así que cumplo con mi deuda”, aseguró.

Deng midió sus palabras por motivos obvios, mientras que Faried fue más duro con la política del presidente Trump.

“Es una locura lo que está pasando. Está todo patas arriba, es irrespetuoso lo que este país está haciendo con los inmigrantes. Supuestamente en este país la religión no debería importar. La prohibición es una falta de respeto a los musulmanes. Soy musulmán y me lo tomo personal. No tengo miedo al futuro, tengo fe, creo que el amor viene primero. Seguiré rezando”, agregó Faried a ESPN Digital.

El clima está enrarecido desde que el presidente estadounidense aprobó la orden ejecutiva de vetar la entrada a siete nacionalidades. La NBA ve peligrar sus programas de desarrollo en algunos de los países afectados. Dos jugadores de baloncesto no pueden entrar en Irán porque las autoridades pagaron con la misma moneda a los estadounidenses. Los debates se acaloran cada vez más en la zona de prensa. Los derechos fundamentales de gente inocente se ven amenazados. Sectores de la población aplauden mientras otros no se explican qué está sucediendo. Las marcas patrocinadoras se ponen en pie de guerra. Crece el temor a la islamofobia.

El nuevo panorama mundial está muy presente en las entrañas del deporte, ese que al mismo tiempo sirve de analgésico y de llama activa de distintas pasiones.