¿Cómo puede Dodgers replicar en esta Serie Mundial la dinastía que levantó Yankees con sus campeonatos al hilo en MLB?
Cuando Joe Torre dirigía al último equipo de las Grandes Ligas ganador de campeonatos consecutivos y los New York Yankees se enfrentaban a situaciones similares a las que viven ahora Los Ángeles Dodgers, al borde de la eliminación, les recordaba a los jugadores lo grandiosos que eran.
"Siempre era uno de los puntos clave de los discursos de Joe Torre", recordó Paul O'Neill, jardinero derecho de los Yankees en aquel entonces. "Decía: 'El talento que hay en este clubhouse es suficiente para ganar esto'. Cuando lo decía, uno le creía".
Los logros de aquellos Yankees se presentan impecablemente en los libros de récords, como reliquias de museo perfectamente conservadas: aquellos Yankees ganaron la Serie Mundial en 1998, 1999 y 2000, tres temporadas consecutivas, el corazón de una dinastía que comenzó con el campeonato de 1996 y terminó con una derrota en el séptimo juego de la Serie Mundial de 2001. Cuatro campeonatos en cinco años; cinco apariciones en la Serie Mundial en seis años.
Pero al forjar ese legado, los Yankees fueron llevados repetidamente al límite, y durante esas largas temporadas regulares y las cortas e intensas rondas de playoffs, por momentos lucieron mayores, cansados o vulnerables, tal como algunos analistas rivales han percibido a los Dodgers en las últimas 72 horas.
En una conversación la semana pasada, Torre recordó cómo los Yankees ganaron 114 juegos en la campaña regular de 1998 y, de repente, jugaron con mucha rigidez en la Serie de Campeonato de la Liga Americana. Al perder dos de los primeros tres juegos contra Cleveland en la serie al mejor de siete, intuyó que estaban más enfocados en consolidar su logro veraniego que en la postemporada en sí. Torre convocó una reunión y recuerda haber dicho: "Muchachos, tienen que divertirse. Están intentando demostrar que las 114 victorias no son casualidad". Tras la reunión, O'Neill encontró a Torre y le dijo: "Skip, no hay diversión si no se gana".
En 1999, Torre dejó el equipo para someterse a un tratamiento contra el cáncer y los Yankees jugaron con desgano en su ausencia, cayendo al segundo puesto antes de recuperarse. Al final de la temporada regular de 2000, los Yankees perdieron 15 de sus últimos 18 juegos y los últimos cinco, clasificándose solo porque los Boston Red Sox habían perdido un juego; Torre tuvo que recordarles que celebraran, que reconocieran un logro forjado a lo largo de la larga temporada. En la Serie Divisional contra Oakland, los Yankees perdieron el cuarto juego en el Yankee Stadium y volaron de costa a costa para un decisivo quinto compromiso. Ganaron, sobreviviendo por poco a un equipo de los Atléticos que parecía más joven, más rápido y mejor. Al final, hubo otro desfile de campeones, otra pieza fundamental de un legado.
Si los Dodgers pueden responder de manera similar y convertirse en el primer equipo en un cuarto de siglo en ganar títulos consecutivos se decidirá en los próximos dos días. Al igual que aquellos Yankees, cuentan con un roster repleto de estrellas, algunos futuros integrantes del Salón de la Fama y tanta experiencia en postemporada que su impacto es palpable. O'Neill explicó que, durante la dinastía, los jugadores de los Yankees aprendieron a confiar entre sí mismos y a creer que, en los momentos difíciles, responderían, tanto individual como colectivamente. "Simplemente, llegas a creer que todos harán su parte", dijo Darryl Strawberry, integrante de los campeonatos de los Yankees en 1996, 1998 y 1999.
David Cone fue un líder en aquellos equipos y cree que el pitcheo fue un factor determinante para los Yankees, la columna vertebral de su éxito. "El pitcheo en general, y Mariano (Rivera) al final de los juegos", escribió en un mensaje de texto. "Teníamos cuatro abridores de primer nivel, similares a la rotación de los Dodgers".
Roger Clemens, quien formó parte de esa rotación en 1999 y 2000, destacó la suerte inherente que se necesita para repetir como campeones, evitando las lesiones que pueden acabar con un equipo. "Durante toda la temporada, se utilizan más de 50 jugadores sólo para completar el maratón que es el año", escribió en un mensaje de texto. "Una vez que tienes las piezas que tienen los Dodgers, se trata de ejecutar y aprovechar las oportunidades que surgen en cada juego".
Strawberry dijo: "Hay que mantener la concentración. No siempre es fácil".
"Joe siempre nos recordaba lo buenos que éramos y que no dejáramos de presionar".
El manager de los Dodgers, Dave Roberts, mantiene una larga amistad con Torre, quien se comunica con él de vez en cuando para saber cómo está y animarlo. En estas circunstancias, es posible que las palabras de Roberts a su equipo antes de que Yoshinobu Yamamoto suba al montículo para el Juego 6 de la Serie Mundial reflejen mucho de lo que Torre dijo durante sus años al frente de los Yankees.
En su primer año como piloto de los Yankees, Torre les dijo a los jugadores: "No quiero ganar una Serie Mundial. Quiero ganar tres seguidas".
Torre recordó: "Lo dije para que supieran: 'Una vez que ganen, está bien. Pero todavía tienen trabajo por hacer. No me importa a qué se dediquen: una vez que se detienen a admirar lo que han logrado, dejan de hacerlo'".
Los Dodgers de 2025 quizás hayan llegado a esa encrucijada, y al igual que Torre, Roberts podría recordarles lo extraordinarios que han sido y que aún tienen mucho por hacer. La construcción de una dinastía puede ser —y a veces debe ser— un proceso con cierto desorden.
