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El fabuloso ascenso de Vladimir Guerrero Jr.

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La todavía joven carrera de Vladdy Jr. ha sido eléctrica (1:45)

Echamos un vistazo a los momentos más eléctricos en la carrera de Vladimir Guerrero Jr. (1:45)

UNA SEÑAL CERTERA del verdadero carisma es contar con una multitud de apodos. Junto con el legendario nombre que heredó, Vladimir Guerrero Jr., el poderoso primera base de los Toronto Blue Jays también responde a los motes de Vlad Jr., Vladdy y Vladito. Sin embargo, también le aplica el término "Plákata", que es más un sinónimo para Guerrero que un apodo, de la misma forma que "Beast Mode" es utilizado para describir a Marshawn Lynch. "Plákata" es una palabra coloquial y onomatopéyica nacida en el béisbol caribeño que sirve para referirse a la clase de contacto con el barril del bate que típicamente resulta en un largo cuadrangular. En otras palabras, se trata de un adjetivo en vez de sustantivo. ¿Pero a quién le importa? La palabra encaja perfectamente con el propio Vladdy y lo que éste hace a las pelotas de béisbol: "Plákata".

No todos los sluggers definitorios de sus respectivas generaciones hacen swings poderosos de la misma forma. Por cada Pete Alonso con su corto hachazo de leñador; tenemos a un Manny Ramírez, cuyo swing era suelto y sencillo, como si lanzara una red de pescar. Mientras tanto, el swing de Guerrero cuenta con una extraña violencia en forma de latigazo, no vista en el mundo del béisbol desde los mejores tiempos de Gary Sheffield, quien contaba con uno de los dos swings más terroríficos de la pelota moderna; y los mejores tiempos de Vlad Guerrero Padre, dueño del otro. Sus bates eran inmensos, y hacían swings tan fuertes que parecía que era el bate el que los estremecía a ellos. El swing de Vlad Jr. es reflejo fiel de su padre: es lo primero que todos notan en él. Su contextura física dista mucho de la de su progenitor: esa es la segunda. Junior parece un producto de Padre, de haberlo envuelto en harina y horneado por una hora.

Asimismo, Vlad Jr. ha sido bendecido con una disciplina al plato preternatural; la cual, sobra decir, no heredó de su padre. El imparable más simbólico de la carrera de Padre fue un sencillo contra los Orioles en 2009, que no hubiera trascendido tanto si fuera más normal. El pitcheo rebotó frente al plato; sin embargo, Padre hizo swing y la despachó hacia el jardín izquierdo. Junior es mucho más selectivo. Tiene una mirada tan buena, y una trayectoria tan impecable en su swing, que termina exponiendo la injusticia fundamental del enfrentamiento "vis a vis" entre pitcheo y bateo, que consiste en que la pelota tiene que pasar primero frente a él. Vlad Jr. perdió muchísimo peso antes de la temporada 2021. Actualmente, sus muñecas son sumamente veloces, al punto de no existir una ubicación segura a dónde pitchearle. La mejor opción es ir adentro, sobre las manos: adentro de verdad, pasar de verdad sobre las manos, sitio demasiado riesgoso para ambos. Lanzas por otro lugar, y Vlad Jr. la despachará haciendo Plákata hasta la luna.

Guerrero es uno de los cuatro vástagos de leyendas del béisbol que forman parte del infatigable lineup ofensivo de los Blue Jays, junto con el campocorto y también All-Star Bo Bichette (hijo de Dante, toletero de los Colorado Rockies); el left fielder Lourdes Gurriel Jr. (hijo de Lourdes padre, leyenda de la liga cubana), y el antesalista Cavan Biggio (hijo de Craig, miembro del Salón de la Fama e histórico infielder de los Houston Astros); y con la excepción de Biggio, que ha confrontado dificultades al plato hasta ahora, todos maduran simultáneamente. Mezclémoslos con el jardinero central George Springer, agente libre adquirido por Toronto antes del inicio de la temporada, que ha pasado la primera mitad de la campaña lesionado y la segunda destruyendo a los lanzadores rivales; junto con el mejor año de la carrera del camarero Marcus Semien (también llegado en condición de agente libre) y el resultado es una ofensiva histórica que se ha escondido a simple vista. Los Blue Jays anotan carreras como si fuera consecuencia del cambio climático: los vientos huracanados son aberrantes, una acumulación única en su generación. Son un huracán categoría 6, que deja a los pitchers aferrados a la goma de lanzar como si fuera un pedazo de madera a la deriva. Durante un único periodo de 24 horas transcurridas a principios de septiembre, que comprendió una serie de tres juegos contra Baltimore (doble tanda sabatina y un partido dominical vespertino), los Blue Jays anotaron 44 carreras. Durante un lapso de cuatro entradas ese fin de semana, anotaron 27 rayitas, récord en las Grandes Ligas.

Y en el centro de todo se encuentra Vladimir Guerrero Jr., quien igualó la mejor marca de jonrones de su padre (44) el pasado 12 de septiembre, y la superó al día siguiente con el 45to. Si la tabla de Statcast del joven Guerrero fuera una boleta de calificaciones de secundaria, terminaría golpeado en la cafetería. Velocidad de salida promedio de sus batazos: dentro del 99 por ciento. Porcentaje de batazos fuertes: 98 por ciento. Expectativa de OBP sopesado: 98. Expectativa de porcentaje de slugging: 98. ¿Sabían que Guerrero Jr. podría llevarse la Triple Corona esta temporada? Es una posibilidad muy factible, al faltar tres semanas de temporada regular. En 2012, cuando Miguel Cabrera ganó la primera Triple Corona del béisbol mayor desde 1967 (por cierto, lo hizo cuando tenía 29 años), naturalmente se llevó el reconocimiento al Jugador Más Valioso del Joven Circuito. No será el caso de Vladdy. Incluso si llega a convertirse en apenas el segundo triple coronado en medio siglo, prácticamente tiene asegurado perder el Más Valioso a manos de Shohei Ohtani. Sin embargo, esto se siente apto de alguna forma. Durante toda la temporada, Guerrero y el resto de los asesinos de pelotas de los Toronto Blue Jays han sido el secreto mejor guardado de todo el béisbol. Sin embargo, no sean tan duros consigo mismos si hasta ahora el equipo canadiense ha logrado evadir su atención. Toda la ciudad de Toronto (vamos, todo Canadá) ha tenido que perderse la mayor parte de sus juegos porque, gracias al COVID, mientras el resto del mundo de la pelota volvía a un cierto semblante de vida normal, Vladdy y los Blue Jays seguían atascados en un sitio donde nadie jamás pensaría mirar.

BUFFALO, NUEVA YORK

EN TIEMPOS NORMALES, el Sahlen Field es la casa del Buffalo Bison, equipo Triple-A afiliado a los Blue Jays. Sin embargo, durante gran parte de la primera mitad de la temporada 2021, tuvo la peculiar distinción de ser el único estadio de Grandes Ligas donde el home plate se encuentra dentro del radio de explosión de un enlace de autopista. La Interestatal 190, para ser específicos. La I-190 va hacia el norte, desde Buffalo a lo largo del río Niágara, pasando por las Cataratas del Niágara, hasta que atraviesa la frontera para convertirse en la General Brock Parkway del lado canadiense. Desde allí, se fusiona con la Vía Queen Elizabeth, para hacer un veloz bucle frondoso alrededor del Lago Ontario hasta llegar al Rogers Centre en el centro de Toronto, donde el 29 de septiembre de 2019 los Blue Jays jugaron por última vez un partido de béisbol. Hoy es 16 de julio de 2021. Viernes. El primer día de la segunda mitad de la temporada. El Juego de Estrellas se celebró el martes. El manager de los Blue Jays Charlie Montoyo describió la odisea como "una gira de 600 días". Estamos ya en el día 658.

No obstante, el final podría estar cerca. El Rogers Centre ha recibido dos de las tres bendiciones que necesita por parte del gobierno canadiense para volver a albergar a los Blue Jays, toquemos madera, dentro de dos semanas. Específicamente, el 30 de julio. Lo que significa que estos próximos cinco juegos (tres contra los Texas Rangers, equipo que parece jugar en Triple-A, y dos contra los Boston Red Sox) podrían ser el capítulo final de la estancia de los Jays aquí, en el Sahlen Field.

En otras palabras, una última oportunidad de estacionar una pelota en el intercambio de la I-190. Desde la caja de bateo parece ser una pista de aterrizaje: un tramo de asfalto de 100 pies, más allá de una pequeña loma de hierba más allá del callejón de poder en left-center field. Son 371 pies de distancia hasta el callejón de poder del left-center field (las dimensiones del Sahlen Field igualan casi con precisión a las del Rogers Centre); no obstante, la rampa de salida está más alejada de lo que parece, especialmente con esa loma. Son 480 pies por lo menos. Quizás 500. Y este no es el Coors Field con su aire enrarecido, de donde acaba de regresar un trio de sluggers All-Stars de Toronto tras media semana maravillados al ver la turba omnipresente que rodeó a Vlad Jr., cuarto slugger All-Star de Toronto. El mismo que terminó su viaje convirtiéndose en el pelotero más joven de la historia del Juego de Estrellas en ganar el premio al Más Valioso, gracias en gran medida a un jonrón conectado en el tercer inning, tan veloz y pulverizador que quebró la voz del narrador Joe Buck.

Por eso, si alguien es capaz de llegar al intercambio de la I-190, es Guerrero. Es un bateador demasiado disciplinado para intentar despachar una pelota hasta allí en medio de un juego. "Muy lejos", dice. Sin embargo, asume el reto en plena práctica de bateo. ¿Cómo resistirse? De todos modos, no ha podido llegar a la rampa, y sus prácticas de bateo en el Sahlen Field se están acabando. Una ligera llovizna suaviza la tierra del infield mientras espera su turno en la jaula. Deja caer el chicle de su boca, para hacer un swing poderoso. Foul tip. El contacto más débil que hará durante toda la noche.

Los estiramientos previos al juego de hoy tienen cierta sensación evocadora del primer día de escuela. Mientras los peloteros de los Blue Jays rotan por la jaula de bateo, algunos coaches se congregan al lado de la cueva para charlar sobre su Más Valioso del Juego de Estrellas, y el Derby de Jonrones del cual su ausencia fue notoria, alegando la necesidad de tener un único y solitario día de descanso. Alonso, el primera base de los Mets, acababa de hacer una vistosa defensa de su corona en el Derby de la noche del lunes, agitando su cabeza y animando a la multitud, despachando cuadrangular tras cuadrangular (74 en total) hacia las tribunas del Coors Field y más allá. Durante la ceremonia de premiación posterior al Derby, Alonso se autoproclamó como "el mejor bateador de poder de todo el planeta", y actualmente esa afirmación se ha convertido en motivo de gran diversión entre los miembros del cuerpo técnico de los Jays, que parecen estar en desacuerdo. Uno de los coaches mueve la cabeza al estilo Alonso, lo que provoca la risa del grupo.

Es importante resaltar que Alonso sumó 53 jonrones en 2019, récord de las Grandes Ligas para un novato. En ese mismo año, Vlad Jr. era también novato y soltó 15 bambinazos; y Alonso superó a Vlad Jr. aquel verano, para así obtener su primera victoria en el Derby. Pero esta primavera, Vlad Jr. maduró hasta convertirse en el toletero prometido a la organización de Toronto, sus aficionados y toda la nación de Canadá desde que la franquicia pagó $3.9 millones para contratarlo a los 16 años. Esa es la razón por la cual los coaches de los Jays critican de forma tan indiscreta y ruidosa. ¿El mejor bateador de poder del planeta? Ese chico que está allí es el mejor bateador de todo el béisbol. Y punto.

Por un año extendido hasta el verano pasado, los Blue Jays hicieron sus más sinceros y mejores esfuerzos para actuar como si quedar abandonados en este sitio no fuera gran cosa, incluso si implicaba que algunos de ellos terminaran viviendo en un hotel Embassy Suites ubicado al frente del estadio. Meses alejados de esposas, parejas, hijos, tu propia cama. Tampoco hablamos de una población conocida por su ferviente pasión por el béisbol; primero, su afición es para los Bills de la NFL; después, para los Sabres de la NHL. Incluso, a pesar de que el Bison juegan aquí, a pesar de que la Ciudad de Nueva York queda a 500 millas de distancia, a ocho horas en auto, el tercer equipo en la escala de afectos es los Yankees. Al menos los Yankees son del mismo país. Pero eso significa que los Jays han pasado casi dos temporadas jugando como rival divisional dentro de su propio estadio.

Ahora bien, debemos hacer un inciso para referirnos a Buffalo, porque es lugar común que las ciudades como Buffalo terminan llevándose la peor parte en artículos como estos. Además, no exageramos al decir que la buena salud del béisbol a largo plazo depende de qué ciudades sin equipo como Buffalo se enamoren de superestrellas de la talla de Vlad Jr. Buffalo no es un puesto solitario en la alejada frontera occidental del Estado de Nueva York. No pasamos por las Cataratas del Niágara y termina desapareciendo del mapa. Se trata de un importante centro turístico, cercano a dos aeropuertos y un montón de universidades. Todo parece indicar que los votantes de esta ciudad están dispuestos a elegir como su próxima alcaldesa a una dama de 39 años de origen Negro e ideología socialista en los comicios de noviembre próximo; lo cual, independientemente de adhesiones políticas, probablemente no sea lo que esperamos ver en Buffalo. Frederick Olmstead, el hombre que diseñó el Central Park de Nueva York, considera a Buffalo (¡Buffalo!) su obra maestra de paisajismo urbano. Aquí se inventaron las alitas de pollo. Mostremos cierto respeto.

Pero también es una ciudad cuya historia deportiva es mejor conocida por un héroe de la NFL que cayó en desgracia al ser acusado de doble asesinato, cuatro derrotas consecutivas en el Super Bowl y las palabras "Wide Right", pronunciadas tras un intento fallido de gol de campo en 1991. El Palacio Municipal se encuentra apenas a seis cuadras de distancia del Sahlen Field, tras cruzar amplias avenidas sin autos, sin gente. Sólo manzanas de edificios Art Decó vacíos, con impresionantes vestíbulos de mármol rojo y una gruesa capa de polvo.

Pero ahora, podrán ir a casa.

Cavan Biggio estalla al salir del túnel del clubhouse con una gran sonrisa. "¡Nos aprobaron!", anuncia al equipo de la televisora SportsNet, los coaches, a cualquiera que pueda escucharle. Es oficial: cinco juegos más aquí en Buffalo, después una gira de siete partidos; para volver, finalmente, a Toronto.

Esta es una de aquellas situaciones en las cuales no se puede ser demasiado efusivo, por temor a ofender al dedicado anfitrión. Pero el hecho es que los Blue Jays lo necesitan. Están agotados. Guerrero está agotado. "Si soy sincero, no me siento en estos momentos al 100 por ciento", indicó ese mismo día, durante su primera comparecencia por videoconferencia Zoom con los periodistas después del receso del Juego de Estrellas. Los Blue Jays ocupan el tercer lugar de su división, a ocho juegos por debajo de Boston, 6½ detrás de los Tampa Bay Rays, justo en el punto donde se arriesgan a quedar demasiado rezagados. Sin embargo, su diferencial de carreras de +80 cuenta una historia radicalmente distinta: que podrían fácilmente ocupar el primer puesto, que son incipientes contendores al título de Serie Mundial con un bullpen que sigue desperdiciando juegos, que no cuentan con un cerrador legítimo, y con una rotación demasiado corta para una División Este de la Liga Americana caracterizada por su amplia profundidad. Ante la inminencia de la fecha límite de canjes, prevista para las 4 p.m. del 30 de julio, y el próximo regreso a casa al Rogers Center a celebrarse en cuestión de pocas horas, la gerencia debe tomar una decisión crucial. El Factor X tentativo en esta ecuación es la ciudad de Toronto. La catártica estancia en casa de 11 partidos que podría, quizás, catapultarles de vuelta a la carrera por el banderín. Ya es evidente que la noche del 30 de julio será una de las más importantes en la historia de la franquicia de los Toronto Blue Jays. La capacidad estará limitada a 15,000 asistentes, poco menos que un Sahlen Field lleno. Sin embargo, los 30,000 ojos estarán húmedos, producto de las lágrimas.

Los Blue Jays le dan a la ciudad de Buffalo un regalo de despedida por adelantado en la noche del viernes, una paliza 10-2 propinada a los Rangers; caracterizada no por uno, ni dos, ni tres, sino cinco jonrones de Toronto. En la primera entrada. De alguna forma, Vlad conecta un lanzamiento rompiente bajo y afuera, chocándolo con la punta de su bate para enviarla sobre la barda del jardín izquierdo, sumando su cuadrangular número 29 de la temporada. En el sexto inning, con dos hombres en circulación y los Blue Jays con ventaja 7-0, Vlad Jr. hace "Plákata" para conectar el jonrón número 30 sobre la pared del left field, sobre la cerca de alambres de 20 pies por encima del letrero de Honda Canadá, sobre la red de 30 pies ubicada por encima de la cerca de alambres, hacia algún terreno abandonado ubicado más allá del Sahlen Field, a pocos metros del intercambio de la I-190. Listo.

El sábado cae un torrencial aguacero, por lo que el equipo cierra su último fin de semana en el occidente de Nueva York con una doble tanda dominical escenificada sobre un cielo de libro de cuentos. Toronto barre la doble jornada por marcador combinado 15-0. Antes de que las puertas del Sahlen Field se abrieran a los aficionados en aquella mañana, el equipo de mantenimiento del terreno retiró los logos de los TORONTO BLUE JAYS del techo del dugout del equipo local, reemplazándolos con diseños en los que se lee la frase "GRACIAS, BUFFALO".

BOSTON

MUCHO SE HA DICHO sobre las 42 libras perdidas por Vlad Guerrero Jr. en cuestión de meses antes de la temporada 2021 (como si fuera Robert de Niro en Toro Salvaje o algo similar) y al mismo tiempo, no se ha conversado lo suficiente al respecto.

Sucedió así: antes de la primavera del 2020, Guerrero pesaba aproximadamente 250 libras. Unas 250 libras suaves, pero seguían siendo 250. Aproximadamente. Después irrumpió la pandemia del COVID y él, al igual que la mayoría de nosotros, supuso que la temporada se había perdido. Por ello, creció una talla o dos: alcanzando la talla XXL, quizás incluso la XXXL, alimentado por la cocina de su abuela. Después, uh oh, la temporada 2020 no se canceló, y Guerrero se reportó a los entrenamientos primaverales (celebrados en julio) pesando una tonelada, sin velocidad en su mano y músculos forjados a punta de carne de res guisada. A lo largo de la abreviada temporada de 60 partidos, Vlad Jr. solo bateó nueve jonrones y ligó para un mediocre promedio de .262. Se veía lento. Se sentía lento.

No era que Vlad Jr. se puso a devorar alitas de pollo o repetir porciones de postre en The Cheesecake Factory. Sólo fue un buen nieto. Durante la carrera como pelotero activo de Vlad Padre, su madre Altagracia vivió con él en Montreal y Anaheim, y ella cocinaba todos sus platillos. Ahora, Altagracia lo hace para su nieto. Repentinamente, sus platos se convirtieron en parte de la leyenda de los Blue Jays. Todos los miembros de la organización (desde el Gerente General hasta el director de redes sociales) han ingerido al menos un plato preparado por Altagracia. Y fue con ella que Vladdy terminó pasando el confinamiento en casa, durante esos meses iniciales de la pandemia del COVID. Y como todos quienes tienen una abuela saben bien, existen dos reglas relativas a la comida: la primera, dejamos de comer cuando ellas dicen que dejemos de comer; y la segunda, nunca dejamos de comer. Si dejamos de comer, significa que no las queremos.

Los Blue Jays lograron colarse en los playoffs de 2020, para después ser barridos por los Rays. Lo que debió ser una temporada baja llena de optimismo para Toronto se vio marcada por los fracasos de Guerrero en sus intentos por llevar la pelota lejos. Sus 50 libras de novato debían desaparecer. Por eso, cuando llegó la hora de que la gerencia de los Blue Jays presentaran un plan nutricional, se reunieron primero con Vlad Jr. y después con Altagracia. Fue una conversación entre dos personas, que generó un compromiso entre dos personas.

"Ella forma parte del equipo, forma parte del plan", dijo Vladdy mediante un traductor. Se hunde sobre el banco acolchado del dugout de visitantes del Fenway Park, como si fuera un blando asiento de reposo. Acaba de recibir un masaje, aunque también refleja su nivel de descanso y tranquilidad. "Ella está de acuerdo y lo entiende". El problema no era su comida, se apresta a aclarar rápidamente. Era controlar las porciones. Era Guerrero devorando una ración, después dos; a veces, hasta tres. Él y su abuela aceptaron el plan de los Blue Jays y la prueba está en el pudín sin comer. El peso había desaparecido para el Día Inaugural. Laboró hasta dejarse el pellejo, hasta que esas manos preternaturales volvieron a los estándares aceptables para la familia Guerrero.

Durante la juventud de Vlad Padre, el cliché en la República Dominicana es que no se sale de la isla a punta de boletos. Entonces, comenzó a hacerle swing a todo, y no importaba por dónde lanzaban. Él lo bateaba todo. Despachó jonrones con rectas al nivel del ojo, e hizo movimientos de golf con envíos dos pies afuera hasta llevarlos a las gradas. Asumió todos los aspectos del juego con desenfreno total. Quedó a poco de formar parte del club 40/40 en 2002, una de sus temporadas más dominantes con los Montreal Expos, pero le faltó un jonrón. Un jonrón. Conteníamos la respiración cada vez que se enfrentaba a un pitcheo y, en ninguna circunstancia, nadie se atrevía a retar su brazo cuando éste patrullaba el jardín derecho. Se retiró en 2011, a los 36 años, tras sumar el peor promedio ofensivo de su carrera: .290.

Su hijo no tuvo que salir de la isla con un boleto. Ni siquiera tuvo que salir de su casa. Las Grandes Ligas fueron hasta él.

"De hecho, fue bastante complicado llegar a él", expresa Andrew Tinnish, vicepresidente de scouting internacional y operaciones deportivas de la organización de Toronto. Tinnish hizo su primera peregrinación en 2014.

El complejo de la familia Guerrero está ubicado a una hora de distancia al suroccidente de Santo Domingo, pasando por un pequeño pueblo llamado Nizao, lugar de crianza de Padre. "Esta muy alejado de las rutas. Como si estuviera en el medio de la nada", dice Tinnish. "Atraviesas el pueblo, y luego vas por una especie de camino de tierra, cruzas el bosque, y pasa por un río. De repente lo ves: muy bien, aquí está un parque de béisbol". Varios parques, para ser precisos. Un complejo de parques de béisbol, reluciente y extenso, con un gigantesco número "27" grabado sobre la ladera de una colina. Vladdy, según recuerda Tinnish, "estaba ahí todo el tiempo. Sólo bateaba, sin parar". Él, sus hermanos menores y primos llegaban y se iban montados en vehículos todo terreno (imaginen a un Vladdy adolescente, mejillas regordetas y una sonrisa ingenua, corriendo sobre el césped del outfield sobre una camioneta), y jugaban todo el día bajo la mirada atenta de Wilton Guerrero, hermano de Padre, tío de Junior; que tuvo una carrera modesta en Grandes Ligas y considerado por todo el círculo de los Blue Jays, incluyendo al propio Vlad Jr., como su mentor en el béisbol.

De hecho, fue la habilidad de Vlad para no hacer swing la que causó mayor impresión entre el departamento de búsqueda de talentos de los Blue Jays. "Se hizo muy evidente, desde el principio, que éste era un nivel distinto de disciplina sobre el plato", recuerda Tinnish. "Y no se enfrentaba a chicos que lanzaban a 85 millas por hora". Sin intenciones de faltar el respeto a las rectas que pasan a nivel de los ojos, "pero conectar una recta a 95 millas por hora, tres pulgadas adentro o afuera, con 15 años... ¿sabes? Eso también es una locura".

Tinnish recuerda a Padre como un hombre callado y vigilante durante esa primera visita. Se hizo a un lado, nunca interfirió. Sincerándose, el ejecutivo no recuerda mucho de la presencia de Padre. Pero sí recuerda a Wilton. En un perfil de la familia Guerrero hecho por Stephen Brunt en 2018 para la cadena SportsNet Canada, Pedro Martínez, padrino de Vlad Jr, recordó a Vlad Padre de forma memorable, haciendo un símil con "aquellos leones, que tienen muchas leonas, con muchos bebés a su alrededor. Y a veces, el león se acuesta sobre el sofá, y todos los leoncitos comienzan a morder la cola o sus orejas. De repente, éste ruge y todos se quedan tranquilos. Ese es Vladdy".

Por su parte, el hijo es un verdadero cachorro de león.

Cuando Vladdy Jr. se apresta a llegar al cajón de bateo por primera vez en cada partido, saluda al umpire y al receptor rival, con un amistoso toque de hombros. ¿Estás bien? Y antes de cada turno al plato, voltea su bate y utiliza el manubrio para escribir la palabra DIOS sobre la tierra. Durante toda la temporada, los Blue Jays han sido un equipo muy, muy entretenido (el secreto mejor guardado de las Grandes Ligas, aunque nadie culpa a Buffalo por ello) y Vlad Jr. es el jovial cabecilla de la banda.

Durante los estiramientos previos al juego, el jardinero central de los Blue Jays George Springer sale del dugout vistiendo una camiseta con una imagen de Vlad Jr. conectando un pitcheo en el anverso y la palabra DEFCON ("Condición de defensa") en el dorsal, escrita sobre el número 27 de Guerrero. Springer no tiene idea de quién fabricó la camiseta, lo que significa, o cómo llegó a poseerla. "Me gusta porque tiene pintado a Vlad", dice con una sonrisa.

"En estos momentos, él es como un hermano para mí. Quiero decir, hemos pasado mucho tiempo juntos. Hemos crecido juntos desde que teníamos 18, 17 años". Y después, como si fuera lo primero que se le ocurre cuando piensa en su amigo, Bichette agrega: "Se la pasa todo el tiempo contento".

Después de sumar dos derrotas en tres juegos contra los Mets en Nueva York, los Blue Jays pierden los dos primeros de la serie a tres juegos a celebrarse aquí en Fenway. Eso les aleja aún más de la cima del Este de la Americana, a 9 ½ juegos de diferencia, en comparación a su situación al inicio de la segunda mitad de temporada. Actualmente ocupan la cuarta posición, por debajo de los Yankees. Es 29 de julio. La fecha límite de cambios es mañana a las 3 p.m. Sería una situación difícil para la gerencia, incluso en medio de circunstancias normales. Ahora, sumemos el aspecto teatral de la salida al terreno del Rogers Centre de Toronto de los Blue Jays, que ocurrirá dentro de apenas cuatro horas. ¿Desinflarías el ambiente del estadio al no hacer nada? ¿O lo turbo alimentas con un audaz mega canje?

Como si quisieran responder a la interrogante con sus bates, los Blue Jays cierran su gira de 600 días por el territorio continental de Estados Unidos con un estallido contra los Red Sox. Por segunda vez en menos de dos semanas, Guerrero destruye un pitcheo para enviarlo fuera del estadio de Grandes Ligas. En esta ocasión, lo despacha sobre el Monstruo Verde hasta llegar a la calle Lansdowne. Abulta el marcador 9-0. Después, el resto de los peloteros de los Blue Jays suman cuatro anotaciones más. Hombre, declararon los Blue Jays. Tenemos a Vlad. Hagámoslo.

¿Sabían ustedes que Vladdy es canadiense, cierto? Fue criado en la República Dominicana, pero nació en 1999 en Montreal, cuando Vlad Padre iniciaba la mejor fase de su carrera con los Expos. Posee pasaporte canadiense. Múltiples ejecutivos de los Blue Jays mencionan sin preguntársele que Vlad Jr. podría jugar con la selección de Canadá, bueno, si él quisiera hacerlo. Todos los aficionados de los Blue Jays han visto esa foto de Vladdy a los tres años, sonriente, vistiendo el uniforme de los Expos, al lado de su padre sobre el terreno del Olympic Stadium de Montreal, como si fuera una historia de origen con una imagen fija congelada.

Es difícil describir cuánto significa para los seguidores canadienses del béisbol el hecho de que Vlad Jr. terminó jugando en Toronto, en Canadá. La historia de los Expos y los Blue Jays, los Expos contra los Blue Jays, es espinosa y amarga. Sin embargo, durante la última década, a medida que el paso del tiempo ha transformado a los Expos de una tragedia deportiva a un significado hípster, se ha formado gradualmente un vínculo, sellado por esta línea familiar compartida de bateadores que han marcado una generación. Sellado por Vladimir Guerrero Jr.

UNA HISTORIA DE BOLSILLO DEL BÉISBOL DE GRANDES LIGAS EN CANADÁ

AL PRINCIPIO, la Liga Nacional creó a los Montreal Expos.

Corría el año 1969. La televisora pública Canadian Broadcasting Company transmitía sus partidos de mar a mar, desde las islas de frailecillo de Newfoundland hasta los campos de marihuana de Banff y por un tiempo, todo estuvo bien. La razón por la cual hacemos referencias bíblicas desde el inicio es que la mayoría de los aficionados estadounidenses al deporte piensan en los Expos y Blue Jays como un par de intrépidos pioneros del béisbol, que dieron el golpe al norte del muro; anhelando, contra toda probabilidad, que uno de ellos sobreviviera. Pues no. La verdad se acerca más a la historia de Caín y Abel, solo que en esta ocasión ganó Abel.

El nombre "Expos" fue un guiño a la Feria Mundial Expo '67, de la que Montreal fue sede dos años antes, y la Liga Nacional les confirió la franquicia bajo una condición: la ciudad debía construir un estadio techado, tout de suite. Ocho años después, cerca de los Juegos Olímpicos de Verano de 1976, los Expos finalmente se hicieron con su domo: el Olympic Stadium. El "Big O". Un lugar extraño. Un cavernoso complejo polideportivo, con murmullos semejantes a una biblioteca pública y un domo suspendido que se asemejaba más a la parte superior de una carpa circense. La parte inferior era blanca y brillante. Los elevados se desvanecían en ella. El "Big O" podía albergar 56,040 almas, pero nunca lo hizo. Al menos no durante los juegos de los Expos

Luego, un año después de la llegada de los Expos, antes de que pudieran siquiera desempacar las maletas, la Liga Americana bautizó a los Toronto Blue Jays. Era 1977. La audiencia televisiva de los Expos se redujo a la mitad de un solo golpe. Todo el territorio al occidente de Toronto ("ERDC", o "el resto de Canadá") se convirtió en territorio de los Blue Jays. Los francocanadienses de la provincia de Quebec ya disfrutaban viendo con desdén a los Expos y ahora, los angloparlantes tenían otra opción en las Mayores. Los Montreal Expos existieron como franquicia hasta 2004; sin embargo, su destino estaba sellado desde hace una década. Y si no es totalmente justo decir que los Blue Jays mataron a los Expos, tampoco es del todo injusto. Si vamos a llevar la puntuación del combate, debemos resaltar los cuatro golpes decisivos propinados por Toronto.

1989: La gran inauguración del SkyDome en el centro de Toronto. Qué bonito domo, Montreal. Vamos a superarte, construyendo un domo retráctil.

1992: En su decimoquinto año de existencia, los Blue Jays ganan la Serie Mundial en seis juegos, imponiéndose a los Atlanta Braves, para convertirse en el primer campeón canadiense del Béisbol de Grandes Ligas.

1993: Los Blue Jays se convierten en los primeros bicampeones consecutivos de la Serie Mundial en la Pelota Mayor desde los "Bronx Zoo" Yankees de finales de la década de 1970. En esta ocasión alzan el título en su propio parque, en el SkyDome, tras imponerse a los Philadelphia Phillies. Joe Carter conecta un jonrón de tres anotaciones hacia el jardín izquierdo, dejando en el terreno a los Phillies. Éste es el momento más grande de la historia del béisbol en Canadá, que jamás será superado.

1994: ¡Los Expos contraatacan! El 11 de agosto, Montreal posee el mejor récord de todo el béisbol (74-40) y una ventaja de seis juegos en el Este de la Nacional. Su roster está lleno de estrellas. Larry Walker. Moisés Alou. Pedro Martínez, de 22 años. El 12 de agosto, una huelga de peloteros provoca la cancelación del resto de la temporada, incluyendo la Serie Mundial, que indudablemente habrían ganado los Expos de 1994. Fue un golpe fatal deus ex machina para los Expos. Un título de Serie Mundial habría salvado la franquicia. Por el contrario, el momento decepcionante la destruyó.

Cuando Vlad Padre llegó a Montreal en 1997, siendo un novato de 22 años, Pedro ya tenía un taco en la puerta. Vlad Padre y Pedro solo coincidieron en los Expos una temporada. Aquel invierno, Pedro aceptó la oferta de los Red Sox para convertirse en el pelotero mejor pagado de la historia de las Grandes Ligas. En 1999, cuando Vlad Padre bateó para .316 con 42 cuadrangulares y 131 carreras impulsadas (la temporada en la que Vladdy se convirtió en Vladdy), la asistencia promedio del "Big O" cayó hasta alcanzar menos de 10,000 personas. Los Expos eran muertos ambulantes, y ni siquiera Vlad Padre los pudo salvar.

Ahorrémonos el prolongado desenlace serio-cómico: acuerdos escondidos, campañas de desprestigio, el intento tardío y desesperado para reemplazar el "Big O" con un nuevo estadio en el centro de Montreal y cuando eso fracasó, las dos tristes y surrealistas temporadas de "juegos de local" disputados en el Estadio Hiram Bithorn en San Juan de Puerto Rico. En 2005, los Expos jugaban en Washington, Vlad Padre en Anaheim y los Toronto Blue Jays se quedaron con todo Canadá.

Ganador: Abel.

Durante la década siguiente, los amargados leales seguidores de los Expos se escondieron, viendo a los Blue Jays y su afición pan-canadiense con la misma sospecha con la que se mira a una fuerza de ocupación. Sin embargo, recientemente la trama ha dado un giro hacia la paz y reconciliación. Y una vez que Vladdy Jr. hizo su aparición, hubo algo que surgió al ver ese swing familiar, ver ese número 27, escuchar ese nombre. Era difícil evitar la sensación de que alguna mano invisible lo había conducido hasta aquí, posibilitando el perdón y olvido. Era como si el fantasma del propio Youppi! había regresado del purgatorio de las mascotas para dar su bendición.

Sin embargo, el Vlad Jr. que llegó a Toronto en 2019, seis semanas después de su cumpleaños número 20, era "sólo un ser humano promedio", según afirma el ensayista e historiador del béisbol canadiense Andrew Forbes. "No era Hank Aaron". La línea ofensiva de la campaña de novato de Junior (.272/.339/.433) prometía. Sin embargo, a Canadá le prometieron a su padre. Los aficionados a los Jays no estaban enfadados, solo decepcionados. Después llegó el aumento de peso y el paso atrás del 2020. Pero ahora, Vlad Jr. ha vuelto, prácticamente imposible de eludir.

Una estadística notoria de la primera mitad de temporada de Vlad Jr., cortesía del boletín por correo electrónico via Substack "todo Vladdy, todo el tiempo" del cronista de los Blue Jays, Drew Fairservice, denominado Vlad Religion: disputó todos los juegos de la temporada y solo bateó de 5-0 en tres ocasiones. Mientras el resto de las franquicias del Béisbol de Grandes Ligas volvieron a jugar en frente de estadios repletos de fanáticos hambrientos de béisbol, Vlad Jr. sumó una línea ofensiva de .332/.430/1.089 para la primera mitad de la temporada, y lo hizo prácticamente volando por fuera del radar.

"Es increíblemente frustrante que no podamos verlo", afirma Forbes, lamentándose por la ausencia de la estruendosa ovación que Vladdy habría recibido si los Jays hubiesen vuelto a Toronto justo después del Juego de Estrellas, en vez de los respetuosos aplausos al estilo "partida de golf" recibidos en el Sahlen Field. La noche del 30 de julio, no sólo será la primera vez en dos años que los aficionados de Toronto podrán ver a Vlad Jr. jugar en su propio país. También será la primera ocasión en la que verán a Vlad Jr. desde que éste comenzó a satisfacer las esperanzas y sueños de los cultores tanto de los Expos como de los Blue Jays. Habrá suficientes emociones contenidas como para dos franquicias. Harán volar el techo del Rogers Centre.

Pero primero: ¡les tenemos una noticia de último minuto! Horas antes de la fecha límite de canjes del Béisbol de Grandes Ligas, minutos antes de que los peloteros salten al campo en territorio canadiense, la gerencia de los Blue Jays anuncian una transacción de alto impacto. El diestro José Berríos, as del pitcheo de los Minnesota Twins y que tiene compromiso contractual hasta la temporada 2022, el brazo de elite adicional que le faltaba a la rotación de los Blue Jays con su nivel promedio, se dirige a Toronto. El precio es cuantioso (Berríos llega a cambio del segundo y cuarto mejores prospectos de la organización de los Blue Jays), pero el mensaje desde las altas instancias es claro. Nuestro futuro ya se encuentra sobre el terreno. Nuestro futuro comienza ya.

TORONTO, CANADÁ

LA ENTRADA DIGNA de un partido de fútbol americano de secundaria fue la mejor parte, sin duda alguna. ¿Acaso fue un poco tonta? Claro. Fue fantásticamente tonta.

Para el gran momento el 30 de julio, el equipo de cuidadores del terreno del Rogers Centre abrió la puerta de la barda del jardín central y armó un túnel de globos de 25 pies de largo. Todos los peloteros y coaches, liderados por Charlie Montoyo, atravesaron el túnel corriendo, hasta que pasaron a un lado de Montoyo para tomar el terreno. Sobre la tierra, alrededor de la segunda base, un gigantesco letrero con la característica tipografía de los Blue Jays (formando la palabra "H O G A R") saluda a los 13,446 aficionados que lloran a cántaros, todos gritando "VAMOS BLUE JAYS", "VAMOS BLUE JAYS". Al menos un 20 por ciento visten camisetas con el dorsal GUERRERO 27. La cantidad de días que los Blue Jays estuvieron de gira, 670, se encuentra estampado en todas las pizarras. ¡La Dama del Home Plate está aquí! ¡Tienen a la Dama del Home Plate!

Después que se muestra un video pregrabado en la pizarra Jumbotron, con varios aficionados de los Blue Jays hablando en la calle sobre el significado que tiene para ellos el regreso del equipo a casa (más lágrimas), los cuatro All-Stars de los Blue Jays (Guerrero, Bichette, Semién y el bateador designado Teoscar Hernández) recibieron cuatro primeros pitcheos lanzados por cuatro trabajadores de la salud de primera línea del área de Toronto (lágrimas). Vlad tiene los ojos aguados. Bo tiene los ojos aguados. Montoyo no para de llorar.

Toronto gana el juego 6-4. Claro que lo ganaron. Habría sido una injusticia cósmica perder esa noche ante los Kansas City Royals. Hernández abrió el marcador con un cuadrangular en solitario en el segundo inning. Bichette pone punto final a la incursión ofensiva en el séptimo, con un jonrón de dos anotaciones. El cerrador Brad Hand, la otra notable adquisición de los Jays en la fecha límite de canjes, no cierra la puerta precisamente, pero eventualmente logra finalizar el partido. Los Blue Jays vuelven a asentarse en su terruño para jugar una serie de 11 encuentros, que acabará con marca 9-2. Se convertirán en el equipo al que ningún rival de la Liga Americana desea enfrentar.

Y a Vlad se le acaba el combustible.

Su promedio de bateo se hunde, pasando de batear para .371 durante el mes de junio, a .285 en julio, .267 en agosto. Luego de sumar tres partidos ligando de 5-0 durante toda la primera mitad de la campaña, liga de 5-0 tres veces en menos de dos semanas. Vladdy nunca ha jugado una temporada de Béisbol de Grandes Ligas en su totalidad, y eso comienza a notarse. Se ha transformado en un ágil pelotero con 250 libras de peso (múltiples ejecutivos de la organización de Toronto indican que su velocidad sobre las bases ahora se califica por encima del promedio, lo que parece absurdo hasta que recordamos su genética), pero nadie dentro de la franquicia se atreve a decir que se encuentra en óptima condición física. Incluyendo al propio Vladdy.

"Él lo sabe", afirma un ejecutivo del equipo. "Se da cuenta de que lo que hizo... realmente está rindiendo dividendos para él, con creces. Por eso, sería una estupidez que no siguiera [con su plan nutricional]. Necesita mejorar. Quiere perder más peso".

"Fue la clave", dice Guerrero sucintamente.

Un elemento frecuente de comparaciones para Vlad Jr. es Prince Fielder, otro heredero del béisbol, conocido por su fornida contextura física y su bateo de poder. Su cuerpo comenzó a romperse a los 29 años, y Prince ya estaba retirado del béisbol a los 33. Si Vlad Jr. tiene aspiraciones de alguna vez destronar a Pete Alonso, quien le ha superado ya dos veces en el Derby de Cuadrangulares, no es opción agotar su físico (Por los momentos, Vlad dice mantener sus opciones abiertas: "No me puedo sentar aquí y decir: 'Sí, lo haré', porque no sé como me sentiré el próximo año a estas alturas. Ahora, sí diré lo siguiente: quiero hacerlo de nuevo. No sé cuando, si será el próximo año o el siguiente. Pero esa es mi intención, intentarlo una vez más"). Sin embargo, sus ambiciones van mucho más allá de la corona del Derby. Padre hizo su única aparición en una Serie Mundial en 2010, vistiendo el uniforme de los Texas Rangers: los San Francisco Giants los barrieron en cinco juegos, y apenas pudo ligar un imparable en 14 turnos. Por eso, en una familia en la cual es difícil sentirse con derecho a presumir, el padre sin anillos de Vlad Jr. le da a su vástago una pequeña oportunidad. No obstante, el hijo entiende que el linaje solo te puede llevar hasta cierto punto.

"Sé que suena extraño", indica Vlad Jr., "pero creo que no hace diferencia alguna. En mi caso, a mi criterio, no hace alguna diferencia. Tenemos que confiar en nosotros mismos. Quiero decir, ellos hicieron lo que hicieron, nuestros padres. Ahora es mi turno".

Con unos Rays que aseguraron el título divisional desde hace varias semanas, la carrera para avanzar a los playoffs es un sprint entre tres, peleando por una meta con dos cupos. Boston ha desperdiciado una dominante ventaja, y luego que los Yankees lograran hilar 13 victorias consecutivas en agosto, Toronto respondió a principios de septiembre arrebatándoles cuatro triunfos en Yankee Stadium. Sin embargo, los Blue Jays jugarán 10 de sus 16 últimos juegos de la temporada contra Minnesota y Baltimore, los gordos terneros de la Liga Americana. Y Vladdy Vladito Plákata Jr. vuelve a sentirse hambriento.